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El traslado a Estados Unidos de un colombiano sindicado de asesinato revive la polémica sobre la extradición.

15 de noviembre de 1993

EN MATERIA DE NARCOtráfico, en Estados Unidos las marcas nacionales siempre se las habían ganado los colombianos. Pero hace unos meses el gobierno le colgó la medalla de los mayores traficantes de droga en la historia de ese país a Willie Falcon y Salvador Magluta. Según los cargos, "Willie y Sal", como se conoce en el Metropolitan Correctional Center de Miami a esta pareja de jóvenes corredores de lanchas, importaron 75 toneladas de cocaína durante los años 80? que dejaron ganancias por 2.100 millones de dólares.
El proceso contra ambos ganó notoriedad no sólo por la marca nacional, sino por los hechos de sangre que empezaron a rondar el caso a medida que se acercaba la acusación: cinco personas vinculadas al proceso fueron baleadas y tres más resultaron muertas . El primero fue el abogado Juan Acosta, asesinado el 18 de septiembre de 1989. Los fiscales afirmaron que Acosta lavó millones de dólares para Falcon y Magluta. El abogado fue muerto a tiros en su oficina días antes de declarar ante un gran jurado.
Bernie González, corredor de botes y ex socio de la pareja de narcotraficantes, fue la última víctima. En los años recientes se había convertido en informante del Gobierno y contado todos los detalles de las empresas.
Además, había contratado a otros para que revelaran sus historias. Un grupo de sicarios lo asesinó en junio pasado mientras estacionaba su vehículo en la casa de sus padres. Los pistoleros también mataron a su hermano Humberto de un disparo en la cabeza.
Los investigadores no debieron hacer mayores esfuerzos para sacar el común denominador de las muertes. Por ello empezaron a buscar colombianos, y, a través de una minuciosa pesquisa cuyos detalles se han mantenido en secreto, dieron con el paradero de Juan Carlos Correa, un presunto sicario del cartel de Medellín, quien habría colocado a su vez una bomba en la camioneta de Tony Posada, socio de Falcon y Magluta. No obstante, Posada sobrevivió al atentado.
Correa también habría identificado a otros responsables de la muerte de Acosta. Ahora los denunciados están cumpliendo una sentencia en una prisión federal de Estados Unidos y las autoridades tratan de persuadirlos para que cooperen.
La confesión de Correa fue grabada en agosto y, en un acto de imprudencia, un detective de la Policía de Miami que la obtuvo se la dejó oír a otro de los sospechosos de la muerte de Acosta.

ATENTADO EN MEDELLIN
A los pocos días Correa fue apuñalado en una calle de Medellín. Pero sobrevivió de milagro. La versión de las puñaladas puso en duda que se tratara de un trabajo del cartel de Medellín, pues, si bien es cierto que esa organización está en crisis económica, su tradición indica que ante semejante testigo no hubiera ahorrado en contundencia.
Pero lo que realmente llama la atención de la historia es que su desenlace revivió el debate sobre el secuestro de colombianos por parte de funcionarios antinarcóticos de Estados Unidos, a pesar de que representantes de ese gobierno insisten en que la salida de Correa de Colombia fue voluntaria. Porque según versiones de un funcionario de la Agencia Federal Antidrogas de Estados Unidos (DEA) dadas a SEMANA, el desenlace fue así: "Después de sobrevivir al atentado en Medellín, Correa se presentó en la embajada en Bogotá y pidió que lo sacaran de país. Prefería una cárcel en Estados Unidos a morir en una calle de Medellin". El arrepentido habría firmado una declaración de su puño y letra en la que decía que abandonaba el país por su propia voluntad. Versiones del diario The Miami Herald indican, sin embargo que la salida de Correa se logró con la colaboración de autoridades colombianas.
Un avión de la DEA, en el que viajaban una agente de esa dependencia y un detective de la ciudad de Miami, recogió a Correa en el aeropuerto El dorado. A su llegada a Miami fue acusado de homicidio y enviado a una prisión del condado de Dade. Si Correa fue secuestrado o ex traditado, o simplemente escapaba de un nuevo atentado, puede pasar a un segundo plano. A la luz de la ley estadounidense es un delincuente más. Para la Fiscalía es un regalo, pues llega cuando el juez del caso había aplazado el juicio para que los abogados de la defensa presentaran un recurso en el que cuestionaban la manera como el Gobierno obtuvo las pruebas para a cusar a Willie y Sal, los campeones de narcóticos de Estados Unidos.