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VIVITA Y COLEANDO

La última encuesta sobre presidenciables demuestra que los colombianos están otra vez pensando que Noemí Sanín puede ser una opción para salir de la crisis.

16 de septiembre de 1996

Hace dos años parecía absolutamente imposible que Noemí Sanín pudiera perder las elecciones presidenciales de 1998. El nivel de popularidad al que había llegado era el más alto en la historia contemporánea de Colombia. A finales de 1994 la imagen positiva de la recién inaugurada embajadora en Londres llegaba al 85 por ciento. Ni Luis Carlos Galán llegó jamás a acercarse a estos índices de favorabilidad. Noemí era tan popular que triplicaba a cualquier rival que se le enfrentara en un mano a mano electoral. Aunque era obvio que de ese nivel estratosférico tenía que bajar, su ventaja era tan grande que parecía imposible que alguien la alcanzara. Si las encuestas eran acertadas, todo indicaba que para que perdiera la Presidencia de la República tenía que suceder una catástrofe. Esa catástrofe ocurrió cuando renunció a su cargo de embajadora en Gran Bretaña. Su carta de despedida enjuiciando los hechos sucedidos en la elección presidencial fue mal recibida. A diferencia de lo que ella se imaginaba que iba a suceder, su renuncia no fue interpretada como una expresión de principios sino como un acto de oportunismo. De la adulación a la cual estaba acostumbrada, Noemí pasó a ser víctima de la controversia y la crítica. A partir de ese momento todo fue cuesta abajo. Las posibilidades presidenciales de Noemí parecían basarse en que representaba el símbolo de reconciliación nacional que necesitaba el país en medio de la crisis. Era una conservadora mimada por los liberales y particularmente por el gobierno de Ernesto Samper, el cual le tenía mucho afecto. En la medida en que la Nación se radicalizaba, una persona equidistante de todas las facciones tenía todas las de ganar. Pero Noemí decidió alinearse con el argumento de que razones de principio le impedían seguir en su cómodo cargo diplomático. Desde ese instante quedó matriculada en el grupo de los conspiradores contra el gobierno. Pasar del pedestal a la trinchera le hizo mucho daño. Más aún siendo mujer. Una cosa es Enrique Gómez, Enrique Parejo o Hernán Echavarría tratando de tumbar al gobierno y otra cosa es la figura angelical de quien hasta hace poco era, como dice la ranchera, 'monedita de oro' que le cae bien a todos. La caída de su prestigio fue vertical. Del 82 por ciento de favorabilidad que, según Gallup, tenía en marzo de 1995, Noemí pasó a 41 por ciento en marzo de este año, es decir, a la mitad. A su bajonazo en las encuestas se sumaba que las cosas no le estaban saliendo muy bien. Su participación en un seminario de la revista Dinero al lado de Andrés Pastrana y Juan Manuel Santos fue deslucida. Su discurso fue el mejor, pero su lectura fue considerada impersonal frente a impactantes y efectistas improvisaciones de sus rivales. Tampoco fue una salida afortunada su respaldo al paro empresarial propuesto por el industrial vallecaucano Germán Holguín. Apoyar una medida tan radical en ese momento pareció prematuro. Por todo lo anterior, muchos comenzaron a llegar a la conclusión de que Noemí Sanín no era viable para la Presidencia de la República. Su carisma era innegable, pero en tiempos difíciles el carisma no es suficiente. En la peor crisis de los últimos 50 años no se veía el espacio político para una mujer 'adorada'. Como si esto fuera poco, la ex canciller no contaba con un escenario para mantenerse vigente ante la opinión pública. Mientras Serpa, Valdivieso y Lleras aparecían todos los días en los noticieros de televisión por cuenta de sus cargos, Noemí se desvanecía de la memoria de los colombianos. Todo eso cambió la semana pasada. En una encuesta de CM& y El Espectador, la candidata 'desvanecida' apareció súbitamente vivita y coleando. Según la encuesta, realizada por el Centro Nacional de Consultoría, enfrentada en mano a mano con sus más serios rivales, a Noemí Sanín sólo la superaría el fiscal Alfonso Valdivieso, quien muchos creen no va a ser candidato para que no se le atribuyan motivaciones políticas a sus actuaciones en el proceso 8.000. De ser esto realidad, la puntera en la carrera presidencial en la actualidad sería Noemí Sanín. Ella es la única que derrota a Horacio Serpa 48 por ciento contra 35 por ciento. Si se enfrentaran todos los posibles candidatos en una sola vuelta, Noemí y Serpa se disputarían hombro a hombro el primer lugar con un 17 por ciento cada uno, seguidos por Alfonso Valdivieso con 15 por ciento y Andrés Pastrana con 13 por ciento. De las cifras anteriores, el dato más importante es su victoria frente a Serpa. La elección presidencial de 1998 se está perfilando como la confrontación de dos bloques. Por un lado, un movimiento populista encabezado por Horacio Serpa con el apoyo oficial. Y por el otro una coalición de fuerzas cuya única meta es evitar la llegada de Serpa al poder. Esta última agrupación tiene simpatías por candidatos como Humberto de la Calle, Carlos Lleras, Juan Manuel Santos o Noemí Sanín. Sin embargo la decisión de a quién apoyar dependerá de las posibilidades del triunfo. El resultado de la encuesta de la semana pasada coloca a Noemí Sanín en el epicentro de todas estas decisiones. Los encuestadores coinciden en que, después de caer vertiginosamente, Noemí Sanín se estabilizó y está repuntando. Del 41 por ciento de favorabilidad en marzo, en junio ya había pasado al 45 por ciento. Esta es una muestra de solidez para una persona que ha estado marginada de la opinión pública por un año (ver cuadro). Lo que las últimas encuestas demuestran es que la política en la actualidad es más cíclica que nunca. Hace apenas seis meses punteaba Antanas Mockus. Hace dos meses la camiseta amarilla se la puso Horacio Serpa. Hoy, el cuarto de hora le corresponde a Noemí Sanín. Sin embargo todavía falta mucho camino por recorrer y según afirma Jorge Londoño, gerente de la firma Invamer Gallup, "no hay duda de que contra Noemí se discrimina por el hecho de ser mujer". Es por eso que algunos no ven el camino de la ex canciller hacia la Casa de Nariño completamente despejado. Son muchos los prejuicios que existen en un país machista frente a la posibilidad de que una mujer llegue a la Presidencia y más aún en medio de una crisis como la actual. Sin embargo, el hecho de que en medio de las actuales circunstancias Noemí Sanín surja nuevamente como una opción parece indicar que estas actitudes están cambiando. Lo que es seguro es que con motivo de su 'resurrección' Noemí vuelve a estar en juego con las mismas o más posibilidades que cualquiera de sus rivales. Ya no es la Noemí perfecta y pura que todos los colombianos idolatraban en 1994. Ahora es la luchadora que ha aguantado palo y ha conocido el barro. Posición menos glamorosa pero más realista frente a las batallas que tendrá que librar el colombiano que reemplace a Ernesto Samper.