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Voto de confianza

El presidente Pastrana dio su espaldarazo a la actual cúpula de las Fuerzas Militares y los cambios previstos serán para fortalecer el respeto a los derechos humanos.

6 de noviembre de 2000

No fue una semana fácil para los altos oficiales que tienen sobre sus espaldas el manejo de las Fuerzas Militares. Tampoco lo fue para el Ministro de Defensa y mucho menos para el Presidente de la República. A lo largo de la semana pasada, a puerta cerrada y con carácter confidencial, se estaban definiendo los cambios que se realizarán dentro del Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea y la Policía Nacional.

En Palacio ha habido una serie de reuniones entre el presidente Andrés Pastrana y el comandante de las Fuerzas Militares, general Fernando Tapias. Esos encuentros, que se dan cada semana para abordar los temas relacionados con la paz, también han servido para que Pastrana haya manifestado su interés de mantener por un año más a la actual cúpula de las Fuerzas Militares. En otras palabras, prácticamente están confirmados en sus cargos el comandante del Ejército, general Jorge Enrique Mora; el comandante de la Fuerza Aérea, general Héctor Fabio Velasco; el comandante de la Armada, almirante Sergio García, y, por supuesto, el comandante de las Fuerzas Militares, general Fernando Tapias.

Superado el tema de la cúpula de las Fuerzas Militares, el siguiente punto para abordar en la agenda de las reuniones confidenciales fue el de los cambios estratégicos que se realizarán en los mandos medios, especialmente en lo que tiene que ver con los comandantes de brigadas y batallones. Este tema es el que ha desvelado al ministro de Defensa, Luis Fernando Ramírez, y al general Tapias. Ellos dos tienen en sus manos la tarea de elaborar un complicado tablero de ajedrez, en el que las fichas tendrán que moverse con mucha precisión. Tan pronto tengan el tablero organizado, la siguiente prueba de fuego es presentarlo ante el presidente Pastrana, quien tendrá la última palabra sobre los movimientos que pretenden hacer su Ministro de Defensa y su comandante de las Fuerzas Militares.



Los elegidos

Tanto Ramírez como Tapias tienen en claro que el nombramiento de los nuevos comandantes de brigadas y batallones tendrán que cumplir dos requisitos fundamentales. El primero, que los oficiales que aspiren a estos cargos deberán tener un profundo conocimiento en el tema de los derechos humanos y un gran compromiso con su aplicación. Que sus hojas de servicio sean intachables en este sentido. Es un requisito prioritario para garantizar la ayuda que comenzará a llegar de Estados Unidos por el Plan Colombia. El gobierno de Washington, y en especial el Congreso, en el cual tienen gran influencia las ONG, realizarán una veeduría con lupa en mano para que las Fuerzas Militares no violen los derechos humanos ni estén comprometidas con grupos ilegales paramilitares. En este tema no habrá tolerancia.

El segundo requisito que están analizando el Ministro y el comandante de las Fuerzas Militares tiene que ver con el compromiso de combate de los generales y coroneles que aspiren a ocupar uno de esos cargos. La razón es muy sencilla. Tapias considera que si la guerra se llega a escalar y el proceso de paz sufre un traspiés los comandantes de brigada y batallones deben tener la suficiente experiencia y oficio para garantizar el orden público en todo el país.

Existe un tercer elemento para la selección de los nuevos comandantes. Este se está analizando con los resultados que se han dado en el último año. La idea es muy sencilla: quienes estén cumpliendo con su trabajo tendrán la primera opción para continuar en sus cargos o podrán ser ascendidos a otros puestos.

Si bien los nuevos comandantes sólo asumirán sus cargos a comienzos de diciembre, este año el gobierno y las Fuerzas Militares decidieron adelantar el proceso de selección. La principal razón de esa decisión tiene que ver con las elecciones de alcaldes, gobernadores, concejos y asambleas que se llevarán a cabo el 29 de octubre. La oficialidad de las Fuerzas Militares tiene en claro que es mejor realizar los ajustes pertinentes antes de que los colombianos acudan a las urnas. Para el gobierno también ha sido importante definir este tema en un momento en el que el proceso de paz atraviesa por una difícil encrucijada originada por el caso del aeropirata. Para el gobierno el impasse en la zona de despeje podrá solucionarse en corto plazo. Pero dentro de él ha habido una discusión sobre el tema en el sentido de que en caso contrario el mejor escenario es el de tener claro cómo van a quedar conformados los cuadros de las Fuerzas Militares que acompañarán durante un año más al presidente Pastrana.

Lo más seguro es que al finalizar esta semana se den a conocer públicamente los ajustes y movimientos en las Fuerzas Militares. En la conformación de esos nuevos cuadros se han dado pasos significativos. No ha sido un trabajo fácil, en especial en lo referente a la Armada. En los últimos meses se han venido presentando una serie de enfrentamientos internos y para evitar fragmentación en esa fuerza, el gobierno y la cúpula tienen en claro que lo mejor es cortar de un tajo este tipo de problemas, que sólo originan malestar dentro de la institución. Allí la cirugía será un poco más profunda y el bisturí se manejará con mayor cuidado.

Caso contrario ocurre en la Fuerza Aérea. La labor desarrollada por el general Velasco y sus hombres ha sido definitiva en la lucha contra la subversión. El apoyo que se ha prestado desde el aire a los batallones contraguerrilla le ha permitido al general Mora asestar importantes golpes. Igualmente se ha evitado que las Farc logren su objetivo de tomarse importantes cabeceras municipales. La ayuda del avión fantasma, o la ‘marrana’, como la llaman los guerrilleros, ha jugado un papel protagónico en el trabajo de inteligencia y en la ubicación y desplazamiento de los mismos.



En la Policía

En cuanto a la Policía Nacional, su comandante, el general Luis Ernesto Gilibert, prefirió esperar unas semanas más para conformar su nuevo grupo de colaboradores. El actual director de la Policía tiene en claro que sólo estudiará el tema con el Ministro de Defensa una vez pasen las elecciones de corporaciones. “Es mejor esperar para conocer los nuevos alcaldes y después mirar qué cambios vamos a hacer”, señaló a SEMANA el general Gilibert.

Pero lo que sí es claro es que en la Policía, después de cinco años de administración del general Serrano, se avecina un fuerte revolcón. Esos cambios se darán en las grandes ciudades del país como Bogotá, Cali y Medellín. También se dice en los corredores de la institución que en la Dijin, como en la Policía Antinarcóticos, se presentarán una serie de cambios. “Antes de la pasión debe imperar el profesionalismo. Hay que estudiar muy a fondo lo que vamos a hacer. Yo no quiero comprometerme con nombres ni con cargos”, agregó Gilibert.

Lo que se sabe por ahora es que el recién ascendido comandante de la Policía también ha recibido el respaldo del presidente Pastrana y del ministro de Defensa, Luis Fernando Ramírez. Cuando se conoció su nombre como reemplazo del general Rosso José Serrano las conjeturas que se hicieron fue que Gilibert sería un director de transición para la llegada del general Teodoro Campos, hoy agregado de la Policía en España. Pero todo parece indicar que se quedó en eso: en rumores. Gilibert ha logrado ganarse la confianza del alto gobierno y en los dos meses que lleva al frente de la Policía ha asestado importantes golpes a la delincuencia organizada, al igual que al narcotráfico.

Las cartas están jugadas. Y aunque todavía existe una gran tensión en los cuarteles, que esperan con ansiedad conocer los nuevos cambios, el gobierno y el general Tapias tienen en claro los ajustes que se deben dar. Esta vez parecería que no va a haber sorpresas ni palos como en el pasado. Igualmente, en esta oportunidad primarán los resultados por encima de los intereses de unos y otros. La mejor muestra de ello es que la actual cúpula que ascendió desde la posesión del presidente Pastrana continuará, y lo más seguro es que terminará su tarea cuando el primer mandatario abandone la Casa de Nariño el 7 de agosto de 2002.