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VUELVE Y JUEGA

LA FUGA DE SANTACRUZ PONDE DE NUEVO EN RIDICULO A COLOMBIA, DETERIORA AUN MAS LAS RELACIONES CON ESTADOS UNIDOS Y DESPIERTA TEMORES SOBRE EL RETORNO DEL NARCOTERRORISMO.

12 de febrero de 1996

"USTEDES COMPRENDEN QUE SI UNO DE esos hombres se llega a volar, salgo yo y también "salen todos ustedes". Esta frase, pronunciada por el presidente Ernesto Samper en el marco de una minicumbre de alta seguridad celebrada en la Casa de Nariño el martes 11 de julio del año pasado, reflejaba la preocupación del primer mandatario con la probabilidad que existia de una posible fuga de cualquiera de los capos del cartel de Cali.
La incertidumbre de Samper se basaba en una serie de informes de inteligencia que había presentado por esos días el director nacional del Inpec, coronel Norberto Peláez Restrepo, en 1os cuales se consideraba seriamente la posibilidad de que uno de los capos de Cali, capturados hasta ese momento, se fugara de las cárceles La Picota y La Modelo de Bogotá y la penitenciaría de Palmira. Exactamente seis meses después de esa reunión la validez de los temores del gobierno quedó plenamente confirmada con la fuga de La Picota, el pasado jueves, de José Santacruz Londoño, tercer hombre en la es tructura de mando del cartel de Cali. La historia de la escapada es, como suele suceder en estos casos, la de una comedia de equivocaciones explicables casi en su totalidad por cuenta de la corrupción. A las 9:30 de la mañana del jueves llegaron a las instalaciones de la cárcel un fiscal sin rostro, un delegado del Ministerio Público, un escribiente y el conductor del campero Mitsubishi de color rojo en el que se movilizaban los funcionarios judiciales, quienes ingresaron al penal para cumplir con una diligencia que había sido solicitada según fuentes consultadas por SEMANA por Guillermo Villa Alzate, uno de los abogados de Santacruz Londoño.
La diligencia de indagatoria se prolong6 hasta las 11:25 de la mañana, hora en que los funcionarios abandonaron la cárcel. En los hechos que se dieron a partir de ese momento se centran ahora las investigaciones, pues lo único absolutamente claro es que pasadas las tres de la tarde, cuando las autoridades del penal trataron de ubicar a Santacruz, no Io encontraron en las instalaciones de La Picota, cuyo pabellón de máxima seguridad era considerado como uno de los mejores del país.

A LA COLOMBIANA
Según los testimonios rendidos por los miembros de la guardia penitenciaria de La Picota, una vez que Santa cruz terminó su diligencia judicial fue trasladado a su celda, demarcada con el número 38 y ubicada en el pasillo B del pabellón de máxima seguridad de la cárcel. El guardián de apellido Rodríguez, quien tenía a su cargo la vigilancia y traslado del recluso, señaló a los investigadores que cuando el capo del cartel de Cali abandonó el cubículo donde se cumplía la diligencia judicial con los fiscales, manifestó que el interrogatorio había sido suspendido y que se reanudaría en las horas de la tarde. Con esta frase todo parece indicar que Santacruz Londoño puso en marcha el plan de fuga. De acuerdo con el relato de otro guardián, a la 1:50 de la tarde un campero Trooper azul oscuro de placas terminadas en 091, arribó a La Picota y en la primera puerta de acceso los ocupantes del vehículo manifestaron que venían a cumplir con la segunda parte de la indagatoria de Santacruz. El funcionario del Inpec se comunicó con el comandante de guardia del pabellón de alta seguridad, dragoneante Ricardo Meza Loaiza, quien autorizó el ingreso de los supuestos funcionarios. Cuando entraron al parqueadero asignado a los fiscales sin rostro, uno de los visitantes se presentó como José Humberto Moreno y se identificó con la cédula de ciudadanía número 10.588.463 de Popayán. Presentó además a los guardianes un carné que supuestamente lo acreditaba como secretario del despacho judicial de la Fiscalía y señaló que en el interior del vehículo venía una comisión de fiscales sin rostro que iba a continuar con la indagatoria del recluso Santacruz.
Al autorizar el paso de los funcionarios con la sola presentación de ese carné, la guardia fue negligente en el cumplimiento de sus funciones. De acuerdo con informaciones de altos funcionarios del Inpec y del Ministerio de Justicia. En vez que los fiscales tuvieran que ingresar a la cárcel era necesario cumplir con una serie de requisitos: el primero, que la persona autorizada para dar la cara ante la guardia era únicamente el secretario de la Fiscalía; el segundo, que ese funcionario tenía que entregar un santo y seña documentado que había sido previamente acordado entre la direcci6n regional de fiscalías, la dirección del Inpec y la dirección de la cárcel, y el tercero, que uno de los guardianes tenía que elaborar un reporte escrito en el que constara la hora de ingreso, las características del vehículo y el número de la placa. Ninguna de estas medidas se cumplió y al supuesto vehículo de la Fiscalía se le abrieron las puertas de La Picota. No está claro si esto se debe a que, como suele suceder en Colombia con la rutinización de estos procedimientos, éstos habían caído en desuso de tiempo atrás o si se violaron de manera más bien excepcional el jueves pasado. Otro elemento inexplicable es que, según el relato de los guardianes, quien les dijo a ellos que la diligencia continuaría en la tarde fue el propio Santacruz, algo absolutamente irregular pues esa notificación debía provenir de la Fiscalía o de la dirección del penal, pero nunca del recluso.
Cuando los supuestos funcionarios judiciales estaban listos para iniciar la ampliación de la indagatoria, el propio comandante del pabellón, el dragoneante Meza Loaiza, salió en busca de Santacruz lo condujo hasta el cubículo. Cuando llegaron, el recluso tomó el micrófono que permitía comunicarse con los fiscales que estaban al otro lado del vidrio negro y les manifestó: "Mi abogado se demora unos minutos en llegar a la diligencia. No se preocupen que él ya viene para acá en un taxi".
Meza dejó entonces solo a Santacruz en el cubículo, el falso secretario de la Fiscalía cerró la puerta de éste y el guardian se quedó afuera en espera de que terminara la supuesta diligencia. "No tiene ninguna presentación dijo a SEMANA una fuente del Ministerio de Justicia que el guardián haya dejado solo a Santacruz sin que hubiera llegado su abogado, pues había una orden expresa de devolver el recluso a su celda hasta tanto no estuviera presente su apoderado".
Escasos 10 minutos después de haber llegado los supuestos funcionarios de la Fiscalía, el Trooper abandonó las instalaciones del penal. La salida del carro no despertó sospecha alguna en el resto del personal de la guardia, pues se había vuelto costumbre que los conductores de la Fiscalía salieran del penal en busca de cigarrillos y gaseosas sin el cumplimiento de requisito alguno de seguridad por parte de la guardia penitenciaria. La salida del campero quedó registrada en la minuta de la guardia a las 2 en punto de la tarde del jueves pasado, apenas 10 minutos después de la llegada de la supuesta comisión de la fiscales.
El abogado de Santacruz nunca apareció y el tiempo comenzó a correr. Una hora y 40 minutos después de la salida del campero, el dragoneante Justiniano Herrera, que cumplía guardia en la puerta principal del pabellón de alta seguridad, informó al comandante del pabellón que algo raro estaba pasando, pues la diligencia judicial continuaba a puerta cerrada con los fiscales y sin el abogado y el campero que había salido supuestamente en busca de gaseosas y cigarrillos no había regresado.
Diez minutos después tres guardianes se acercaron al cubículo y decidieron golpear a la puerta. No hubo respuesta a pesar de que los golpes fueron cresciendo. Unos segundos después los guardias echaron abajo la puerta y descubrieron que ni Santacruz ni los fiscales estaban en el cubículo. Uno de los vidrios negros que separaba al recluso de los funcionarios judiciales había sido desmontado, pero por el hueco que quedaba no era fácil que pasara una persona del tamaño de Santacruz. Fueron a buscarlo a su celda creyendo, según dijeron, que había habido algún error y la diligencia ya había terminado un rato antes, pero no lo encontraron. Tras una hora de intensa búsqueda por todo el penal y ya con todas las alarmas al máximo, las autoridades de La Picota llegaron a la conclusión de que el hombre más importante del cartel después de los hermanos Rodríguez Orejuela se había fugado.

AHI VIENE EL LOBO
Como toda fuga que se respete en este país, la de Santacruz estaba de alguna manera cantada desde hacía por lo menos seis meses, cuando el coronel Peláez presentó su informe en la minicumbre de alta seguridad en la Casa de Nariño. En dicho documento el oficial hacía una especie de radiografía en la que aparecían las debilidades y las fortalezas de cada uno de los centros carcelarios de máxima seguridad del país.
Una de las cárceles que salió peor librada de aquel informe fue La Picota. El funcionario alertó sobre el hecho de que sólo contaba con un anillo de seguridad exterior, el cual corría por cuenta de la Policía Nacional. También llamó la atención sobre el retiro en esos días de las unidades del Ejército que prestaban vigilancia en el exterior del penal. Las advertencias del coronel fueron escuchadas y solucionadas, pero a la colombiana. Un alto funcionario del gobierno que ha tenido que ver con todo este proceso dijo a SEMANA que "muchas veces uno pide 10 cosas y terminan dándole la mitad ".
Pero como Ios rumores de fuga continuaban con insistencia, cuando el gobierno decretó la conmoción interior a mediados del año pasado cuenta la necesidad de tomar medidas para endurecer la pena para los delitos de fuga y favorecimiento de fuga. Este último pasaba en las nuevas normas de escasos dos años a entre 10 y 20. Las normas estipulaban además que todo detenido que se escapara perdería los beneficios adquiridos o por adquirir en el marco del sometimiento a la justicia. Adicionalmente, el gobierno estableció que la fuga se convirtiera en delito desde el mismo momento en que ocurriera y no a las 72 horas como lo establecía el Código Penal.
Sin embargo, con la caída de la conmoción a mediados de octubre, las medidas quedaron sin piso. El gobierno trató de revivirlas en el Congreso, pero allí fue claro que algunos congresistas que una fuente del gobierno definió como sabotearon el avance del proyecto. Sin herramientas eficaces para poder hacerle frente a la corrupción carcelaria y al poder de los narcotrafico cantes detenidos en las cárceles de máxima seguridad, el director del Inpec, coronel Peláez, decidió entonces incrementar una serie de medidas para depurar el personal de vigilancia. En poco menos de seis meses destituyó a 547 funcionarios.
En la mente de Peláez, la posibilidad de una fuga estaba siempre presente. Y lo advertía con tanta frecuencia al alto gobierno por medio de unos documentos que bautizó 'Apreciación de situación', que según dijo a SEMANA un funcionario del Ministerio de Justicia, "en la Casa de Nariño veían a Peláez como una especie de 'loquito anuncia-fugas".

Lo cierto es que, como en el relato del pastorcito mentiroso, las alertas del director de prisiones se fueron desgastando, "entre otras cosas agregó la fuente por la convicc¿ón que habia en Palacio de que el sometimiento de la cúpula del cartel era sincero y respond¿a a un cálculo de sus integrantes en el sentido de que podrian obtener buenas rebajas, sobre todo si hab¿a un cambio en la cabeza de la Fiscalia en marzo o si la justicia sin rostro se ven¿a abajo en el Congreso". El problema es que este cálculo se desbarató cuando el Consejo de Estado determinó que Alfonso Valdivieso debía continuar en su cargo hasta 1998 y cuando los 'micos' contra la justicia sin rostro se ahogaron en las cámaras legis lativas. La última esperanza de un cambio en la j usticia sin rostro había surgido con las declaraciones en diciembre del nuevo ministro de Justicia, Carlos Medellín, pero se fueron esfumando a medida que el nuevo miembro del gabinete aclaró el alcance de sus afirmaciones.
Los organismos de seguridad fueron conscientes de que estos hechos podían haber desalentado las esperanzas de los capos, y por ello por lo menos dos documentos de inteligencia llegaron a manos del alto gobierno a principios de este año con las advertencias sobre nuevos peligros de fuga. Sin embargo, curiosamente las sospechas no se centraban en Santacruz sino en Miguel Rodríguez Orejuela y en Víctor Patiño, cálculo que resultó errado como se confirmó el jueves, algo en cierto modo previsible por varias razones: la primera, que Santacruz nunca se sometió sino que fue capturado; la segunda, que aparte de los procesos por narcotráfico se le venía encima un juicio por homicidio con fines terroristas por el caso de Roldán Betancur, y la tercera, que en ese caso acababan de aparecer dos testigos claves cuyo testimonio prácticamente garantizaba su condena.

JUICIO DE RESPONSABILIDADES
A los pocos minutos de ocurrida la fuga y cuando ya se iniciaba el juicio de responsabilidades, fuentes gubernamentales trataron en conversa ciones con periodistas de apuntar la mira hacia la Fiscalía. Se regó así el rumor de que el secretario de la Fiscalía que había atendido la diligencia de la mañana estaba desaparecido y que el carro de la fuga efectivamente pertenecía a esta institución.
Todo esto se fue desmoronando con el paso de las horas. El secretario nunca desapareció y de hecho fue uno de los primeros en dar su versión: había salido del penal en la mañana, al término de la diligencia, y nunca había regresado a La Picota. Por otra parte, el campero azul de la fuga, calificado inicialmente como 'gemelo' del de la Fiscalía que habfa ingresado en la mañana, resultó muy diferente al Mitsubishi rojo que habia llevado a los fiscales para la diligencia de la mañana.
La responsabilidad necesariamente recaía en la guardia de prisiones, en lo que se refiere a la parte operativa, y en el gobierno, como es lógico que suceda, en lo que tiene que ver con la llamada responsabilidad política. Así lo entendió el director de prisiones, coronel Peláez, quien presentó su renuncia y fue reemplazado el propio viernes, en algo que, aunque comprensible dada la categoría del fugitivo, no deja de ser injusto con un hombre que no hizo más que advertirle al alto gobierno que una fuga como esta se podía presentar. "Es cierto que él advirtió y que no todo lo que pidió se le pudo dar, pero en todo caso la responsabilidad de que no se fugara ninguno de estos hombres era de él", anotó un funcionario del gabinete.
En cuanto al grado de responsabilidad que pudiera tener la Fiscalía, relacionado especialmente con los procedimientos de ingreso de los fiscales sin rostro al penal a los cuales se refirió el viernes en tono crítico el ministro de Justicia Carlos Medellín, lo cierto es que esos procedimientos y las garantías para evitar lesionar la seguridad de la cárcel habían sido acordados entre el gobierno y la Fiscalía desde hace meses. Lo que sucedió el jueves es que se hizo evidente que muchos de esos procedimientos estaban siendo violados y que los encargados de hacerlos cumplir, es decir los guardianes de prisiones, estaban actuando de modo negligente, sea por rutinización, por corrupción o por una mezcla de ambas, todo ello a pesar de la información que le llegaba al gobierno de manera cada vez más frecuente de que se estaba planeando una fuga.

EL DAÑO
De cualquier manera y como es obvio, el gobierno y el país recibieron la noticia de la fuga de Santacruz como se recibe la de un verdadero desastre. Y esto se debe no tanto a que la salida de este hombre de La Picota signifique que lo ganado el año pasado se perdió pues de hecho 1os Rodríguez y otros tres capos del cartel siguen tras las rejas, sino a las dimensiones de 'oso' internacional que tiene lo sucedido.
El gobierno de Samper no es para nada el primero que tiene que enfrentarse a ese 'oso' a su antecesor se le volaron Pablo Escobar y otros siete capos en una sola noche, pero el problema es que su situación de imagen internacional, en especial en Estados Unidos, y debido sobre todo a las denuncias por la financiación con plata del cartel de la campaña presidencial, lo coloca en una posición mucho más débil que la de sus antecesores para enfrentar el debate que se viene. Un debate que, a juzgar por la dureza de las declaraciones de las autoridades norteamericanas, promete agriar aún más las relaciones entre Bogotá y Washington. En efecto, dichas declaraciones iban desde el "estamos atónitos" del subsecretario de Estado para narcóticos Robert Gelbard, hasta la venenosa alusión a la extradición del jefe de la DEA en Miami James Milford, según la cual "si los colombianos no pueden lidiar con los jefes del cartel, que nos los manden aquí ".
El peligro inminente para el país es el tema de la certificación, que debe definirse en marzo. Aunque el presidente Samper diga que eso "no me preocupa, pues se trata de una decisión interna de los Estados Unidos ", lo cierto es que esa decisión más allá de lo muy antipático que resulta ese proceso tiene efectos externos muy graves, en especial para Colombia, pues el país queda expuesto a severas sanciones comerciales que podrían perjudicar de modo sensible la economía doméstica. En un principio se creyó que la fuga de Santacruz no influiría en la certificación, pues este proceso evalúa lo sucedido en Colombia en la lucha antidrogas hasta noviembre pasado. Pero el comunicado del viernes de la embajada dejó en claro que ese hecho es apenas un detalle: "Aunque esta fuga no sucedió en 1995, la captura sí, y no se puede evitar que esto tenga cierto efecto sobre el proceso de la certificación...". Como quien dive, que el país debe prepararse para que un asunto que ya estaba bastante enredado, se enrede mas.

¿ASO,A EL NARCOTERRORISMO?
LA gran pregunta que se hacen las autoridades es cuales son los planes de Santuz ahora que está en la calle.
LA FUGA de José Santacruz Londoño el jueves de La Picota tiene para los organismos de seguridad varias lecturas posibles. Pero ninguna inquieta más a éstos y a la Policia Nacional que la perspectiva de que pueda marcar el regreso del narcoterrorismo, fenómeno ausente del escenario de la lucha antidrogas desde hace más de dos años, cuando el gobierno de Cesar Gaviria dio de baja a Pablo Escobar.
Pero, ¿por qué creen las autoridades que la fuga de Santacruz pueda significar que se abre ese aterrador panorama? El análisis parte en buena medida de la personalidad y el prontuario de Santacruz. A diferencia de los otros cinco cabecillas del cartel, este hombre carga sobre sus espaldas acusaciones relacionadas con varios homicidios. Santacruz es el único de este grupo en cuyo prontuario aparece la palabra carrobomba: en efecto, el fugitivo fue llamado a juicio el año pasado sindicado de asesinato con fines terroristas, en el caso del gobernador de Antioquia Antonio Roldán Betancur, muerto al estallar un vehiculo cargado de explosivos al paso de su convoy en una calle de Medellín él 4 de julio de 1989. En el mismo proceso Santacruz enfrenta cargos por la muerte en el hecho de otras tres personas y por los destrozos en bienes ajenos causados por la explosión.
Pero las acusaciones en su contra por asesinato no se limitan a Colombia. Santacruz es sindicado por la Fiscalia de Estados Unidos por el crimen del periodista cubano-norteamericano Manuel de Dios Unanue, asi como por las muertes de un agente portuario y de un traficante en Miami. Este siniestro récord llevó al diario The Washington Post a dedicarle una serie de articulos hace mas o menos un año, en la cual lo describen como una de las figuras más sanguinarias del cartel de Cali.
El propio director de la Policia, general Rosso José Serrano, habló de estos temores con franqueza el viernes a los periodistas. Para él, un hombre como éste no se fuga sin tener muy claro qué va a hacer en la calle. Otras fuentes de los organismos de seguridad explican que, además de que Santacruz está ahora en la calle, podria tomar contacto con Helmer Herrera Buitrago, más conocido como Pacho Herrera, quien habia anunciado para los próximos días su entrega a la justicia, proceso que según su abogado se frustró por ahora debido a que la fuga de Santacruz crea nuevas circunstancias. "Herrera dijo a SEMANA una alta fuente gubernamental que asistió al Consejo de Seguridad del jueves es el otro hombre del cartel de quíen, según algunos informes de inteligencia, se puede esperar cualquier cosa en materia criminal, y por eso: hemos analizado que si en la calle Santacruz y él fraguan una alianza, esa podría marcar el advenimientos de días muy dificiles en materia de terrorismo".
Aunque esta: última suposición de las aútoridades puede ser exagerada ya que no es facil entender que un hombre que ha expresado su intencion de someterse a la justicia de la noche a la mañana decida iniciar una guerra, lo cierto es que la posibilidad de que se junten Santacruz y Herrera desvela a muchos en el gobierno. "De hecho agregó la fuente gubernametal si Herrera se entrega es posible que las condiciones: de su reclusión, como es obvio que va a empezar con quienes ya estan tras las rejas, se hagan especialmente rigidas, pues a toda costa queremos evitar que a Santacruz se le sume otro de estos peligroso hombre".