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?Luis Genaro Muñoz | Foto: Guillermo Torres

ENTREVISTA

“Ya no vivimos en épocas de unanimismo”

Tras seis años, Luis Genaro Muñoz se retira de la Federación de Cafeteros. Dice que deja una institución más participativa, fuerte y con legitimidad.

16 de mayo de 2015

Semana: ¿Por qué, después de haber resistido –por casi tres años– un fuerte embate de quienes cuestionaban su permanencia en la federación, decide presentar ahora su renuncia?

Luis Genaro Muñoz: Reflexiones personales y profesionales me llevaron a pensar que este es el momento adecuado para iniciar un proceso de relevo en la federación. En lo personal, desde luego mi familia y mi proyecto de vida, que ha sido ligado desde hace muchos años al café. En lo profesional, la satisfacción de haber cumplido un plan estratégico con indicadores que muchos consideran sobresalientes. Al igual que mis antecesores, uno se debe retirar en los mejores momentos para asegurar un buen legado tal como lo señaló don Arturo Gómez Jaramillo.

Semana: Pero ¿sintió mucha presión y resistencia en el gremio cafetero, para continuar en el cargo?

L. G. M.: El mundo cambió y la federación también lo hizo. Ya no vivimos en épocas de unanimismo. Ahora los debates son más frecuentes, y muchas veces más profundos. Así que, más que resistencia, lo que hemos encontrado es una federación mucho más participativa, que ha robustecido su legitimidad gracias a una democracia cada vez más profunda. Uno de nuestros grandes logros es el de haber organizado las elecciones privadas más grandes del mundo y alcanzar una participación electoral récord de 67 por ciento, y eso no solo nos hace excepcionales en Colombia, sino en el mundo.

Semana: Algunos dicen que la historia de la federación se partió en dos: antes del paro de 2013 –con el protagonismo de las Dignidades– y después de ello. ¿Lo cree así?

L. G. M.: La federación tiene 88 años de historia. A través de casi nueve décadas ha enfrentado los más difíciles retos, y los ha superado gracias a una vocación de permanencia institucional, a su profesionalismo y seriedad, y a que escucha la voz del productor. En 2013 algunos criticaron que no oíamos la voz del productor. Nuestra respuesta fue, como lo dije antes, más democracia. En las elecciones cafeteras de septiembre de 2014, que fueron las mejor organizadas de nuestra historia, reafirmamos la legitimidad y representatividad de los líderes cafeteros electos, muchos de las dignidades, que es sin duda incuestionable. Es decir, frente a la pregunta no creo.

Semana: ¿Usted piensa que el gobierno, indirectamente, pudo haber sido responsable de la división del gremio, por darle vocería o interlocución a la Dignidad Cafetera, en ese paro?

L. G. M.: De ninguna manera, el gobierno tenía que resolver el paro con quienes lo estaban haciendo, es decir, los señores de Dignidad Cafetera, no con la federación que no formó parte de ese movimiento.

Semana: Es claro que ha habido un enfrentamiento entre los departamentos tradicionales y los nuevos productores. ¿Su salida servirá para unir al gremio cafetero y cerrar esas heridas?

L. G. M.: Toda herida debe sanar, aunque a veces se demore y duela. No es propio hablar de tradicionales y nuevos productores, porque la caficultura es una sola, aunque la producción sea hoy más grande en el suroccidente de Colombia. Además se superó, gracias a la mayor democracia en el gremio, la costumbre de que únicamente dirigentes oriundos de dos departamentos podían presidirlo. Hay un consenso en que una institución fuerte es la mejor herramienta para llevar bienestar y programas a los caficultores.

Semana: ¿Por qué cree que Caldas, Antioquia y Cundinamarca estuvieron en contra suya desde su elección? ¿Qué hizo que no fuera posible un acercamiento con esos departamentos?

L. G. M.: Yo siempre tuve y he tenido una relación fluida con los cafeteros de esas regiones y con sus representantes. De hecho, algunas de las innovaciones que han surgido de esos comités las hemos buscado replicar a nivel nacional. Desde luego que también hemos tenido visiones y discrepancias que se han resuelto en las instancias donde se deben resolver, ya sea en el comité directivo o en el congreso de cafeteros. Al final del día ponerse de acuerdo no es tan difícil si nuestro objetivo es el mismo, el bienestar del caficultor.

Semana: En el boletín de la federación (abril), se dieron a conocer cifras muy positivas de producción, ingresos y exportaciones, sin embargo, en la carta de gerencia usted pide más apoyo del gobierno. ¿No es como un contrasentido?


L. G. M.: Ningún contrasentido, la mayor producción no es espontánea, es el resultado de nuestra labor de haber reemplazado el parque cafetero con variedades resistentes y el precio debe ser remunerativo a semejante esfuerzo. En el mundo existen mecanismos de intervención directa para apoyar al productor agrícola y es a ellos a los que se ha hecho mención. Además hay que recordar que buena parte de la estructura de costos de la caficultura son variables, luego una mayor producción no genera todas las economías de escala que uno quisiera. Por ello es necesario diseñar apoyos en coyunturas como la que estamos viviendo.

Semana: Usted ha sido un duro crítico de la Misión Cafetera. ¿No era mejor trabajar en llave para recoger lo que sirve de ella?


L. G. M.: De las diez recomendaciones de la Misión estamos de acuerdo con cuatro, parcialmente de acuerdo con tres y en desacuerdo con otras tres. Si usted analiza nuestro nuevo plan estratégico, hemos desarrollado las recomendaciones con las cuales estamos de acuerdo de una manera mucho más robusta y profunda. En lo que si no creo, vaya estar yo o ningún futuro dirigente cafetero de acuerdo, es que debemos retroceder en avanzar en la cadena de valor o permitir que otros eslabones de la cadena se apropien del valor generado.

Semana: ¿Se va con la satisfacción del deber cumplido?


L. G. M.: Me siento feliz de haber cumplido una labor de 24 años en el gremio más importante y representativo del país, seis de ellos como gerente general. Mi carrera es un ejemplo de que la Federación Nacional de Cafeteros es una institución que privilegia el mérito, respeta la antigüedad y ofrece grandes oportunidades de crecimiento profesional.

Semana: ¿Cuáles fueron los grandes retos y mayores logros?


L. G. M.: En los últimos seis años enfrentamos duros retos como las plagas de la revaluación y la roya. Pero también han sido seis años de inmensos logros en productividad y reconversión que me dejan contento y agradecido con los cafeteros colombianos. Son muchísimos logros, que incluyen la reconversión de la caficultura, 3,358 millones de árboles renovados y una caficultura joven y resistente a la roya. Multiplicamos los recursos que aportan los cafeteros a través de la contribución cafetera varias veces, con aportes locales e internacionales. La ciencia que generamos en Cenicafé ha sido reconocida en todo el mundo, nuestra estrategia de cambio climático es admirada internacionalmente, el Fondo Nacional del Café ha salido fortalecido pese a la disminución de sus ingresos, nuestro servicio de extensión es considerado como modelo internacional. En fin, como alguien lo dijo en estos días, dejo la casa en orden.

Semana: Y ¿cómo fue posible hacer ese cambio en un sector agrícola, cuando el resto de la agricultura se quedó estancada?


L. G. M.: Esos resultados no son otros que el fruto de un trabajo articulado, institucional, entre productores, gobierno y federación, acompañado por equipos profesionales y técnicos. Habría sido imposible sin los extensionistas, sin la capacidad de innovación y de estructuración de programas que tenemos en la oficina central, sin la tecnología y la información que también se ha desarrollado en Bogotá, sin el concurso de todos los colaboradores de Cenicafé y de los comités de cafeteros. A todos ellos les estoy altamente agradecido. Todos trabajaron día y noche por el bienestar de la caficultura.

Semana: ¿Cómo quedan las tiendas Juan Valdez?

L. G. M.: Avanzamos muchísimo con Juan Valdez, que hoy genera valor con regalías que ya se acercan a los 52.000 millones de pesos desde que comenzamos con la estrategia, con Buencafé, cuyos indicadores de gestión son de clase mundial.

Semana: Ya por fuera del gremio, ¿seguiría apostando por la caficultura colombiana?

L. G. M.: No apostando, porque la caficultura es un modelo de vida, no un albur. Por ello desde donde me encuentre seguiré trabajando para contribuir con su fortalecimiento. La mayor ventaja competitiva de la Colombia cafetera son sus instituciones. Pero no solo de ellas depende la competitividad. Los productores colombianos organizados, profesionales, dedicados a su negocio, articulados con la federación y sus servicios creo que siempre serán exitosos. Habrá dificultades, sin duda, pero están en una mejor situación que sus colegas de otros países.