Vemos un lider que está al mando", dijo de Alvaro Uribe el secretario de Estado de Estados Unidos, Colin Powell, a los periodistas estadounidenses que lo acompañaban en el avión que lo trajo a Bogotá. Y después repitió media docena de veces cómo Uribe, su gobierno, sus políticas complacían a Washington.
Si todo anda tan bien, entonces ¿para qué venir al peligroso Colombia?
Pues precisamente para demostrarle a Uribe -después de un tibio comienzo de la relación- que su mano dura es compatible con la línea de George Bush y que allá no ha pasado inadvertido que el nuevo gobierno ha impulsado una fumigación récord de 60.000 hectáreas desde que asumió y ha extraditado rápidamente narcotraficantes solicitados por cortes estadounidenses.
La visita también fue una forma de apoyar la labor de su embajada, cada vez más grande y preponderante en los asuntos colombianos. Las fuerzas especiales estadounidenses comienzan el entrenamiento de un batallón que cuidará el oleoducto Caño Limón-Coveñas, lo que ha revivido las especulaciones de que los gringos pueden terminar involucrados de manera directa en la guerra colombiana. Ante la pregunta del espectro de Vietnam, Powell dijo que en Colombia no hay una guerra ideológica, como en el sureste asiático, sino de grupos que quieren acabar la democracia financiándose con narcóticos y bromeó conque el único parecido entre los dos casos eran los helicópteros.
Así mismo, como Powell lo anunció, en el primer trimestre del año entrante se reanudará la cooperación en interdicción aérea, luego de que fuera suspendida por un accidente en que fue derribado un avión peruano en el que viajaban inocentes, creyendo que era de traficantes. Esta colaboración puede ser útil a Colombia, pero también tiene riesgo de error, y es bueno para Estados Unidos dejar en claro que Colombia insistió en ella.
Pero la razón detrás de los gestos simbólicos es que Powell quería enviar por lo menos cuatro mensajes con toda la fuerza que les da una visita personal. El más urgente tiene que ver con que Colombia acaba de asumir por un mes la presidencia del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, y este es un mes clave en la decisión de Estados Unidos acerca de si le declarará la guerra a Irak o no. "No es que el poder del Consejo esté en esta presidencia temporal pero Estados Unidos buscó dejar en claro que no quiere piedras en el zapato si Bush quiere ir a la guerra con Hussein", dijo un analista.
"Esperamos que administren el Consejo responsablemente", dijo Powell de Colombia en el avión. Pero luego aclaró que este país siempre ha sido "buen miembro" y que "no tiene dudas acerca de cómo conducirán su presidencia".
El segundo recado era para los vecinos de Colombia. Esta fue la primera visita de Powell a Suramérica después del 11 de septiembre de 2001 -cuando tuvo que suspender sus planes de viajar a Bogotá-. Desde entonces, la región se ha vuelto bastante menos amigable con Estados Unidos. Hugo Chávez en Venezuela, con gran riesgo de radicalizarse por la presión de la oposición; Lino Gutiérrez en Ecuador, un presidente populista incierto; y 'Lula' da Silva en Brasil, un líder independiente y crítico del poder del norte, ninguno ofrece demasiada confianza. De ahí que Powell quisiera decir fuerte y claro que Colombia tiene apoyo irrestricto, que Bush ha hecho una petición de 573 millones de dólares de ayuda ante el Congreso para 2003 y promete pedir más recursos para mantener y ampliar los actuales proyectos de apoyo a la guerra antiterrorista y antinarcóticos para 2004. Eso porque Colombia se porta bien.
Tercero, por si alguien podía haber entendido mal, Powell fue tajante en afirmar que, si bien veía con buenos ojos los intentos de diálogo del gobierno con las Autodefensas Unidas de Colombia y su anunciado cese de fuego unilateral, "las acusaciones contra los jefes de las AUC siguen en pie, las solicitudes de extradición siguen en pie" y que "estos caballeros tienen mucho por qué responder no sólo bajo la ley de Estados Unidos sino bajo la colombiana también", como dijo en la rueda de prensa en Bogotá. Y de paso reiteró la prioridad que el tema de derechos humanos sigue teniendo en las relaciones entre los dos países.
Cuarto, anunció que Estados Unidos está buscando que Colombia acepte excluir a todo el personal estadounidense en tierra colombiana de posibles procesos por violaciones al derecho internacional humanitario bajo el Estatuto de Roma. Hasta ahora Colombia sólo ha aceptado excluir al personal que está oficialmente en el país, pero no a los agentes secretos y demás. "No hemos resuelto este tema, y le dije al presidente (Uribe) que esperamos continuar la discusión", explicó el secretario de Estado al final de la rueda de prensa.
Así que por el lado de Powell se cumplieron varias tareas. La última de las cuales tiene más que ver con la política interna estadounidense que con la exterior. Como lo anotó el diario británico The Financial Times, la administración Bush cada vez relaciona más a los grupos rebeldes colombianos con su campaña contra el terrorismo a pesar del limitado impacto global de éstos. En otras palabras, Bush anuncia que va a pedir más dinero para luchar contra el terrorismo en Colombia, como parte de su misión de guerra contra el terrorismo global, cuando sabe que las AUC, las Farc y el ELN no son Al Qaeda.
Cuando le preguntaron al respecto los periodistas estadounidenses Powell respondió: "Desde septiembre 11 el presidente ha aumentado su atención a todas las formas del terrorismo, aun si no toman la forma de Al Qaeda". Explicó que conexiones como la de las Farc con el IRA evidencian que "estas organizaciones se empiezan a conectar y es un peligro para la democracia de todo el hemisferio".
Detrás de esta retórica, se esconde quizás el cálculo político de que un golpe exitoso contra el 'Mono Jojoy' o Castaño en Colombia es más fácil que uno contra Ben Laden y su organización y que Bush se beneficiaría si muestra algún resultado pronto en su guerra.
Claro está que también hay intereses reales. Según el Departamento de Estado hay viviendo en Colombia 25.000 ciudadanos (muchos con doble nacionalidad) y 250 empresas estadounidenses, algunas de las cuales han sido atacadas de una forma u otra por las guerrillas. El país del norte tiene inversiones en diversas industrias como petróleo, gas natural, minas de carbón e industrias químicas y de manufactura. Además el gobierno estadounidense ha dispuesto más de 2.000 millones de dólares en ayuda a Colombia en los últimos dos años -ayuda toda que ha sido difícil de justificar y vender ante el Congreso y la opinión pública, y necesita ver resultados pronto-.
Por su parte, para Colombia, Estados Unidos es especialmente clave en este momento de crisis. Por un lado, la ayuda militar y de desarrollo social tiene ya un volumen significativo ante el empobrecido fisco nacional. Por el otro, el papel que desempeñe Estados Unidos para apoyar a Colombia ante la banca multilateral y el Fondo Monetario Internacional define en gran parte la estabilidad económica de la Nación por los préstamos que requiere para solventar su déficit. Además la mitad de los ingresos por exportaciones vienen de Estados Unidos, proporción que puede crecer después de la reciente aprobación y ampliación del Atpa; y a septiembre de 2001 el 26,3 por ciento de la inversión extranjera directa en Colombia provenía de Estados Unidos.
Por eso el margen de maniobra del gobierno colombiano es escaso. No obstante, para muchos observadores, se le fue la mano en su obsecuencia durante la visita del funcionario estadounidense. Cerraron calles, llovieron agasajos y homenajes, se levantó la austeridad del Palacio y por un día fluyeron las fuentes de agua y se multiplicaron las genuflexiones. Era como si el virrey del imperio hubiese venido a ver sus dominios o a "revisar los esfuerzos colombianos contra el narcotráfico y el narcoterrorismo", para ponerlo en los términos del propio Powell. Y hubiese obtenido un clamoroso yes, sir de sus leales vasallos.