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“Yo era el eslabón entre el gobierno gringo y los narcos”

SEMANA entrevistó a Baruch Vega, el personaje clave de la investigación sobre los acuerdos ilegales con los carteles colombianos.

10 de julio de 2000

SEMANA: ¿Cuándo llegó usted a Estados Unidos?

Baruch Vega: Yo vine a Estados Unidos en el año 1969 trasladado por International Telephone and Telegraph. Yo trabajé con ellos en la estación de Chocontá. De ahí fui a la Argentina, a Brasil y después me trasladaron a Nueva York a ITT de las Américas.

SEMANA: ¿Cuánto tiempo trabajó en esa compañía?

B.V.: No me acuerdo. Pero trabajé en varias compañías y recorrí el mundo. Pero mi vida estaba en la fotografía. Paralelamente como ingeniero monté una agencia de modelos en Nueva York. Con la fotografía ganaba mucho más dinero. Por allá en 1980 me ganaba 500.000 dólares al año en comisiones de la agencia de modelos. No tenía que estar trabajando de 9 a 5 p.m. Y la pasaba superrico con las mujeres más lindas y viajando por todo el mundo. Mi primera mujer me ayudaba a manejar la compañía que se llamaba Intramodels, era un holding company que después se llamó Elite. Llegó un momento en que teníamos alrededor de 2.000 modelos del mundo entero.

SEMANA: ¿Y qué pasó?

B.V.: Cogimos la élite de esas niñas y creamos una división dedicada exclusivamente al cine y la televisión. En ese momento vino Warner Brothers y nos compró nuestra compañía en 2,5 millones de dólares.

SEMANA: ¿Entonces cambió de trabajo?

B.V.: Todo eso fue en 1976. Tuve que firmar un acuerdo de no competencia por siete años pero no importó. Seguí trabajando en asuntos de modelaje y empecé a hacer la producción de diseñadores. Yo les montaba los fashion shows de la ‘A’ a la ‘Z’ desde el sketching hasta la presentación. Trabajé con los mejores: Armani, Pierre Cardan, Oscar de la Renta, Versace.

SEMANA: ¿Usted siempre ha estado rodeado de mujeres muy bellas?

B.V.: Sí. Me he casado en tres oportunidades. Las tres con mujeres muy bellas y famosas. Las tres son personalidades en este mundo del modelaje y la actuación. Mi papá me decía: si corres detrás de las mujeres lindas, ellas te llevaran a los hombres de más éxito en el mundo entero. Las modelos siempre me han llevado a acercarme a las personas con más éxito.

SEMANA: ¿Cómo comienza entonces su relación con el mundo del narcotráfico?

B.V.: Es muy interesante. Cuando yo estaba empezando en estas lides de mi empresa privada conocí a mis vecinos. Yo vivía en York Avenue y la calle 64, en Manhattan. Entonces allí había una pareja y el muchacho era colombiano y ella era norteamericana. Al muchacho lo cogieron preso y en esos días yo me había encontrado con un gran amigo mío que comenzó trabajando en la CIA y después se pasó al FBI. El me entregó una tarjeta y nos despedimos. A los dos o tres días la vecina me buscó y me pidió que la ayudara porque habían detenido a su esposo.

SEMANA: ¿Usted qué hizo?

B.V.: Le dije que tuviera paciencia, que iba a mirar qué podía hacer. Entonces busqué a mi amigo del FBI y le conté la historia. El me dijo que lo dejara chequear y que iba a mirar qué podía hacer. Me llamó más tarde y me contó que el señor estaba arrestado por narcotráfico pero que realmente no había nada grave contra él. Y que lo más seguro era que lo iban a soltar.

SEMANA: ¿En qué terminó la historia?

B.V.: Yo le dije a la señora que no se preocupara, que al muchacho lo iban a soltar. A los cinco días lo dejaron libre y la gente pensó que había sido por mi intermediación. La noticia se regó como pólvora entre los narcotraficantes de Nueva York. La gente me comenzó a buscar para que le solucionara sus problemas con la justicia.

SEMANA: ¿Usted les cobró algún dinero a sus vecinos?

B.V.: Estos señores me regalaron, yo no les cobré, en ese entonces 20.000 dólares. Era mucha plata.

SEMANA: ¿Y qué decidió hacer?

B.V.: Bueno, como todo el mundo me pedía que le ayudara, entonces empecé a ir a Colombia. Y cuando me di cuenta había conocido a ‘Chepe’ Santacruz, Gilberto y Miguel Rodríguez, al ‘Mexicano’, a Pablo Escobar. Mejor dicho, los conocí a todos.

SEMANA: ¿Y esto lo hacía por su propio riesgo o cómo funcionaban las cosas?

B.V.: Las agencias comenzaron a ver que yo podía servir de intermediario entre el gobierno de Estados Unidos y el narcotráfico en Colombia.

SEMANA: ¿Entonces usted comenzó a trabajar de señuelo para que los agentes de la DEA, el FBI, y la CIA se acercaran a los narcotraficantes colombianos?

B.V.: Las agencias me mandaban para que hiciera unas aproximaciones con los narcotraficantes colombianos y les preguntara que si estaban dispuestos a buscar algún arreglo con Estados Unidos y de paso solucionar sus casos.

SEMANA: ¿Pero eso a cambio de qué?

B.V.: De trabajar con las agencias para lograr éxito en las operaciones contra el decomiso de drogas. Es muy sencillo. Ellos solucionan sus problemas judiciales y a cambio trabajan con los agentes para descubrir rutas y envíos de drogas a Estados Unidos. Así la lucha es más eficaz.

SEMANA: ¿Entonces el FBI lo mandó a usted, a comienzos de esas primeras gestiones, a hablar con gente como Pablo Escobar y el ‘Mexicano’?

B.V.: El FBI me mandó a visitar al ‘Mexicano’, lo visité en la finca La Chiguagua, en Pacho, para ver cómo podía sacar a un primo de él. Había caído un grupo de nueve personas en Los Angeles. Eso fue como en el 85.

SEMANA: ¿Usted hacía algún tipo de documento para reportarle a la agencia que lo mandaba a Colombia a hacer esos contactos?

B.V.: Oh, sí, sí, sí.

SEMANA: ¿En ese momento ese trabajo le daba más plata que sus empresas de modelaje y montajes de desfiles de modas con Armani y Oscar de la Renta?

B.V.: En ese momento nadie me pagaba. Yo hacía estas cosas de ayudar a un amigo, ayudar al otro. Había la gran ventaja que el narcotraficante siempre lo recompensa a uno. Yo le salvé la vida a un muchacho muy cercano al ‘Mexicano’

SEMANA: ¿Compraron al juez?

B.V.: No, aquí nunca se pagó un juez, nunca se le pagó a nadie. Lo que hacían las agencias era soltar gente por la que los narcos me pedían que intercediera sólo con el fin de ganarnos la confianza de los grandes narcotraficantes colombianos. Eso lo hicimos con el ‘Mexicano’. Porque una vez se conocía la noticia que yo había logrado sacar a alguien inmediatamente me buscaban otras organizaciones en las que el FBI estaba muy interesado.

SEMANA: Eso suena como de película.

B.V.: Les voy a decir algo más. Yo estuve en la oficina de Rodríguez Gacha. El tenía dos asesores, un israelita y un inglés, que eran dos mercenarios que le entrenaban el ejército. Yo le dije, bueno, si quiere llamamos al amigo mío del FBI, supuestamente el amigo corrupto, para ver qué puede hacer por ustedes.

SEMANA: ¿Así presentaba usted a los agentes de las agencias estadounidenses?

B.V.: Sí, al comienzo uno tenía que hablarles de algo de corrupción. Y yo llamé al FBI en Estados Unidos y pregunté por el agente. Cuando me pasó le dije: Bueno, aquí estoy con el amigo del sombrero —Rodríguez Gacha— y como te dije, él te manda un gran saludo. Y mi amigo me dijo: Dígale que ya estamos mirando las cositas de la gente y que yo creo que va a tener muy buenas noticias muy pronto. Cuando colgué Gacha les dijo a sus asesores: Yo nunca creí que podría tener al FBI de mi lado.

SEMANA: ¿Cómo abordó a Pablo Escobar?

B.V.: Escobar también me buscó para que le ayudara a solucionar algunos problemas que tenía con su gente en Estados Unidos. Le ayudamos, sacamos a varios de sus muchachos porque la gran misión de los agentes era penetrar su organización.

SEMANA: ¿Para qué?

B.V.: Para ablandar a sus socios. Para que se les voltearan. Para que nos ayudaran contra Escobar.

SEMANA: ¿Con quiénes lo hicieron?

B.V.: Tratamos de hacerlo con los Ochoa, pero ellos nunca quisieron colaborar. Ellos siempre mandaron razones, que no se le volteaban a nadie.

SEMANA: ¿Y ustedes lograron penetrar la organización de Rodríguez Gacha?

B.V.: A él sí le hicimos de todo. Esto me puede costar la vida. Pero sabíamos de todas sus operaciones. De la droga que llegaba aquí a Estados Unidos. Las agencias golpearon muy duro su organización.

SEMANA: ¿Y usted presentaba un informe ante esas agencias del trabajo que hacía en Colombia?

B.V.: Totalmente.

SEMANA: Cuéntenos algún episodio que ilustre la confianza que le tenía Rodríguez Gacha.

B.V.: Me invitaban a la finca, me mandaba regalos, lo que quisiera yo.

SEMANA: ¿Eran muy generosos?

B.V.: Inmensamente.

SEMANA: ¿Y le pagaban?

B.V.: Sí, me pagaban.

SEMANA: ¿Y usted le contaba eso al FBI?

B.V.: Yo reportaba todo, hasta el último centavo que me pagaban.

SEMANA: ¿Usted vivía de eso?

B.V.: Yo vivía de eso.

SEMANA: ¿Y cuánto le llegaron a regalar?

B.V.: El ‘Mexicano’ me regaló 80.000 dólares una vez y un carro Jaguar aquí en Miami, nuevecito. Me lo regaló de cumpleaños.

SEMANA: ¿En ese entonces usted todavía trabajaba sólo para el FBI?

B.V.: No, ya había acercamientos con la DEA, del US Custom y del IRS.

SEMANA: ¿Y sus vínculos con la CIA cuándo empiezan?

B.V.: Cuando estaba estudiando. Cuando estaba en la UIS y en la Universidad Central de Venezuela. Yo llegué a ser un líder estudiantil con bastante nombre y en ese entonces la CIA me hizo ese acercamiento, a ver si quería ayudarles, y me llamó la atención. Me pareció intrigante, interesante, les ayudé en muchas operaciones anticomunistas dentro de la universidad.

SEMANA: ¿Es decir, que cuando usted llegó a Estados Unidos ya tenía una experiencia de trabajar para una agencia?

B.V.: Yo había trabajado con ellos en Europa, en Latinoamérica, en el Congo. Una trayectoria de cuatro años. Yo he hecho muchas operaciones de penetración a grupos comunistas.

SEMANA: ¿Usted se cree un espía?

B.V.: No diría un espía, un metido. Eso de espía no tiene nada. Yo era un metido social altamente calificado.

SEMANA: ¿Entonces usted es como el eslabón entre el gobierno norteamericano y los narcotraficantes?

B.V.: Exacto, lo más cercano que ha tenido el gobierno norteamericano. He estado en los dos extremos.

SEMANA: ¿Cómo conoció a los Rodríguez Orejuela?

B.V.: En Nueva York. A Gilberto lo conocí en el restaurante El Inca de Nueva York.

SEMANA: ¿Usted ha visitado a los Rodríguez en la cárcel para hacerles alguna propuesta?

B.V.: Sí, totalmente, a ellos los visité en marzo del año pasado en La Picota. Ahí está mi récord, mi nombre.

SEMANA: ¿Y qué les propuso?

B.V.: Que trabajaran para el gobierno norteamericano.

SEMANA: ¿Y qué contestaron?

B.V.: Que no lo podían hacer. Que los mataban, que los borraban, que los desaparecían en Colombia si hacían eso.

SEMANA: ¿Y con Pacho Herrera?

B.V.: Con Pacho Herrera hicimos el arreglo. El se iba a venir en dos semanas. Pero cuando se hizo el arreglo la historia se filtró y lo mataron en la cárcel. El se iba a volar, todo estaba listo para recibirlo. Los agentes tenían todo preparado. El iba a vivir aquí en la Florida. Pero alguien sopló la operación y lo mataron.

SEMANA: ¿Y cómo era el arreglo?

B.V.: Libre en Estados Unidos. Lo iban a manejar los agentes de la DEA. Ellos habían montado una operación para acabar con el cartel de los diablos.

SEMANA: ¿Quiénes conforman ese cartel?

B.V.: No les puedo decir. Es muy delicado.

SEMANA: ¿En ese negocio cuánto se ganó?

B.V.: Todos los viajes los pagué yo. Cuando a mí el gobierno norteamericano me mandaba a una operación yo no cobraba.

SEMANA: ¿Y qué respaldo tenía usted del gobierno?

B.V.: Estaban los agentes federales conmigo.

SEMANA: ¿Usted a cuántos narcotraficantes colombianos ha logrado convencer para que negocien con el gobierno norteamericano?

B.V.: 114.

SEMANA: ¿Todos ellos viven hoy en Estados Unidos?

B.V.: Mitad en Colombia y mitad aquí.

SEMANA: ¿De esas personas que han negociado han matado a alguien?

B.V.: Sí, a Arturo Pizza. Yo estaba en Colombia. Y nos dicen que hay un plan para matar a otra gente que había negociado. La situación se pone muy complicada.

SEMANA: Se ha hablado mucho de la Operación Milenio. Y se dice que varios narcotraficantes fueron avisados antes de realizar la operación y hoy están en Estados Unidos.

B.V.: Eso es mentira. A nadie se le avisó. Lo que pasa es que después sí hubo negociaciones. Pero nada tiene que ver con filtraciones.

SEMANA: ¿De esas negociaciones que usted habla son las que se dieron en Panamá?

B.V.: Sí. Con gente muy importante que va a ayudar mucho para combatir el tráfico de drogas. Con esa gente trabajó mi grupo.

SEMANA: Cuando usted habla del grupo, ¿a qué grupo se refiere?

B.V.: Nosotros trabajamos con el 43 de la DEA en Miami, que le da soporte a un grupo de la embajada norteamericana, dirigido por David Tinsley.

SEMANA: ¿Cómo es la reunión de Panamá y para qué es?

B.V.: La reunión en Panamá es circunstancial. Había que buscar un sitio neutral, San José de Costa Rica, Quito, Panamá, Aruba, pero para todo el mundo en Colombia era Panamá.

SEMANA: ¿En dónde la hacen?

B.V.: En el Hotel Marriot y la primera fue en el Inter.

SEMANA: ¿Cuántos narcos asistieron?

B.V.: Unos 20.

SEMANA: ¿Y con cuántos lograron negociar?

B.V.: Prácticamente con todos.

SEMANA: ¿Y todos están en Estados Unidos?

B.V.: 99 y medio por ciento.

SEMANA: ¿Por qué la Fiscalía de Estados Unidos, encabezada por Janet Reno, niega esas negociaciones?

B.V.: No sé, eso es lo que me preocupa a mí también. Si la operación hubiera sido tan corrupta como dice la acusación yo no estaría suelto. Yo no estaría libre.

SEMANA: ¿Usted está libre?

B.V.: Estoy esperando juicio. Me sacaron bajo fianza.

SEMANA: ¿Cuánto pagó?

B.V.: Pagué 100.000 dólares.

SEMANA: ¿Con qué grandes capos negocian en Panamá?

B.V.: Juan Gabriel Usuga, Bernardo Sánchez Norena, Oscar Campuzano, Julio Correa.

SEMANA: ¿Cómo se escogieron esas personas?

B.V.: Yo les entregué a los agentes de la DEA y el FBI una lista de nombres que recogí en Colombia. Ellos los chequearon y me dijeron con quién podíamos negociar. Y después los invitamos a Panamá.

SEMANA: ¿Por qué sometían esos nombres a estudio?

B.V.: Para probar qué tanto pueden colaborar después. Además todas las agencias del gobierno tienen que estar de acuerdo, o sea que esto sale de Washington. Entonces Washington es el único que autoriza con quién se puede o no arreglar.

SEMANA: A Fabio Ochoa le han hecho propuestas para que colabore con Estados Unidos?

B.V.: Claro. El es el símbolo de la Operación Milenio. A mí la DEA me comisionó para que lo buscara y le hiciera una propuesta.

SEMANA: ¿Qué pasó?

B.V.: Se trató de arreglar una entrevista con sus hermanos en la embajada. Después en un hotel. Pero no fue posible.

SEMANA: ¿Y Fabio Ochoa sí está metido hasta el cuello en la Operación Milenio?

B.V.: Yo no creo. Lo que pasa es que él es un símbolo del narcotráfico. Y eso es muy importante para los agentes que luchan contra la droga. Nosotros teníamos la misión de convencerlo para que nos ayudara.

SEMANA: ¿Dicen que a Ochoa le pidieron 30 millones de dólares para arreglar su problema y que una vez estuviera en Estados Unidos se metiera a infiltrar a la mafia rusa?

B.V.: Se le quería para esa operación. Los norteamericanos están muy preocupados con el tema de la mafia rusa. Lo de la plata no lo sé.

SEMANA: ¿Todo este trabajo usted lo hacía en un avión de la DEA?

B.V.: En un avión nuestro. En un avión mío.

SEMANA: ¿Qué va a pasar con usted?

B.V.: No sé. El 21 de agosto tengo la audiencia. Y vamos a saber cuál será mi futuro.

Semana: ¿Le faltó algún narcotraficante de grandes ligas proponerle una negociación?

B.V.: No. Pero quedó en el camino una negociación muy importante. La de un hombre conocido como ‘Rasguño’. Es una persona supremamente rica. Muy poderosa. El hace parte de un selecto grupo, no más de cinco, que podrían decir una cosa: yo puedo parar el narcotráfico. La otra persona que lo dijo y que hacía parte de ese grupo era Pacho Herrera.