Juan Manuel Santos (izquierda), Presidente electo de Colombia. Alfonso Cano (derecha), máximo líder de las Farc.

CONFLICTO

¿Es posible aún una negociación con las Farc?

El Gobierno “no ha cerrado la puerta a la paz”, dijo el vice electo Garzón, mientras la guerrilla ha enviado ocho mensajes en los que habla de buscar una salida política al conflicto. Pero, ¿es suficiente?

César Paredes, periodista de Semana.com
2 de agosto de 2010

A sólo unos días de que comience el nuevo Gobierno, las Farc enviaron un mensaje al presidente electo, Juan Manuel Santos, en el que el grupo guerrillero se mostró dispuesto a hablar de paz. Esta fue la octava vez en la que el grupo guerrillero habló de una solución negociada al conflicto en el transcurso de este año.

En respuesta, el vicepresidente electo, Angelino Garzón, dijo que el Gobierno no tiene cerradas las puertas al diálogo. No obstante, argumentó que era necesario que las Farc abandonaran prácticas como el secuestro y la utilización de niños en la guerra, entre otras violaciones al Derecho Internacional Humanitario.

De esta manera, la posibilidad de que las Farc se sienten a dialogar con el Gobierno entrante no está del todo descartada. Sin embargo, el escenario para una negociación es absolutamente distinto al que había hace doce años, cuando el gobierno de Andrés Pastrana se alistaba a tomar el mando.

La administración de Álvaro Uribe le apostó al ataque frontal a la guerrilla, y tras ocho años de Gobierno, logró recuperar la seguridad en algunas zonas del país y el repliegue de los grupos ilegales.

El grupo guerrillero queda debilitado no sólo en el campo militar, sino en el político, pues sus constantes violaciones a los derechos humanos deslegitimaron sus acciones. La estrategia de Uribe sólo dejó abierto un camino para los guerrilleros que quieran integrarse a la vida civil: su desmovilización.

En varias ocasiones el Gobierno saliente rechazó la posibilidad de un diálogo con el grupo guerrillero. Uribe reiteró hasta el final de su mandato, por ejemplo, que “el único acuerdo humanitario que se acepta es que liberen unilateralmente a todos los secuestrados”.

Esa postura, aducen varios analistas, fue la búsqueda de la rendición del grupo guerrillero sin contraprestación alguna.

“Mantendremos un vigoroso esfuerzo de seguridad persiguiendo a los grupos terroristas, desarticulando las bandas criminales y combatiendo el negocio del narcotráfico que las sustenta”, fueron las palabas que utilizó el hoy presidente electo Santos para responder qué hará para lograr la paz, cuando apenas era candidato.

“Al mismo tiempo, mejoraremos las posibilidades de desmovilización para que todos aquellos que quieran abandonar la violencia encuentren la puerta abierta para reintegrarse a la sociedad”, agregó Santos.

En otras palabras, Santos, durante su campaña presidencial, no contempló la posibilidad de un diálogo con las Farc, que es lo que algunos críticos del Gobierno, analistas y teóricos llaman la “salida política” al conflicto armado.

Sin embargo, Alfonso Cano, máximo líder de esa guerrilla, apareció en un video que fue publicado por la cadena árabe de noticias Al Jazeera, en el que le dice a Santos: “Hombre, conversemos”.

En el video Cano aduce que en varios gobiernos se ha planteado la posibilidad de una mesa de diálogo. Pero ésta ha fracasado, según él, “porque los representantes de la oligarquía no han ido con el ánimo de encontrar soluciones, de encontrar salidas democráticas, sino que han asistido con la única decisión de derrotarnos en las mesa de diálogo, de engañarnos…”

En respuesta, el vicepresidente electo, Angelino Garzón, dijo que la puerta de la paz estaba abierta. Eso sí, fijó las condiciones: “que (la guerrilla) deje en libertad a todas las personas secuestradas sin condiciones, cesar la práctica del secuestro, del terrorismo y de las minas antipersonal… poner en libertad a todos los niños y niñas que tiene reclutados forzosamente y decirle a la población: esta violencia no tiene sentido, esa violencia no da más”, indicó a la agencia EFE.

Planteadas las condiciones, se abre la pregunta por cuál es la posibilidad de que en los próximos cuatro años haya un eventual acuerdo de paz.

El escenario

El conflicto colombiano es el más antiguo del mundo. Pocas personas dudan de que al Gobierno le dio resultado la estrategia militar, que si no acabó con las Farc, al menos logró arrinconarlas.

Sin embargo, el costo ha sido alto. Así lo demuestran los mal llamados “falsos positivos” (ejecuciones de civiles presentados como combatientes) o la altísima inversión en la guerra durante tantas décadas.

Por esta razón, Vincenç Fisas, director de la Escuela y titular de la Cátedra UNESCO sobre Paz y Derechos Humanos en la Universidad Autónoma de Barcelona, dijo el pasado 7 de julio durante la presentación del Anuario 2010 de procesos de Paz de la ONU, que “tarde o temprano, el nuevo Gobierno tendrá que dialogar con las FARC y el ELN para ver si es posible abrir una negociación que permita llegar a un consenso de mínimos en cuanto a la transformación del país. No veo una salida al conflicto colombiano sin ese diálogo entre los factores de poder…”

En el mismo sentido, el ex comisionado de paz Carlos Eduardo Jaramillo dijo a Semana.com: “Independientemente del Presidente que esté en poder, la lógica del Estado es buscar la paz”.

En su criterio, las condiciones del conflicto armado han cambiado, así como la situación política. “El Gobierno debería aprovechar la propuesta de diálogo, por lo menos decir: estamos dispuestos a escucharlos, sin comprometerse”, agregó Jaramillo.

¿Quién impone la agenda?

Una eventual negociación de las Farc con el próximo Gobierno se daría sobre las condiciones que éste último imponga. ¿La razón? el grupo guerrillero tiene muy poco para negociar.

La utilización del secuestro como arma de guerra provocó el rechazo de millones de colombianos a la insurgencia; en contraposición, las espectaculares liberaciones de los secuestrados pusieron en un lugar privilegiado de la opinión al Gobierno saliente.
Así la guerrilla se quedó sin su principal arma de negociación, que eran los llamados “canjeables”, es decir, los rehenes políticos. De paso se echó encima a la crítica de la opinión nacional e internacional.

Estas circunstancias juegan en contra de una eventual negociación. Como lo señaló el director de la Fundación Arco Iris, León Valencia: “En Colombia desde hace varios años está vetado hablar de diálogo”.

Por esta razón un diálogo con las Farc pasa por un esfuerzo del Gobierno de ‘aclimatar’ a la opinión. Es decir, dado el rechazo que genera el tema, cada paso debe ser estratégicamente planeado para no dar lugar a equívocos. El proceso, por esta razón, podría demorar bastante.

Los pros y los contras

El analista internacional Vicente Torrijos considera que las Farc con su propuesta buscan solamente oxigenarse. Pero, en su criterio, Santos no va a caer en la trampa.
“El diálogo es estéril por naturaleza. Eventualmente, se podrían crear las condiciones para un diálogo, pero luego se cae en el cómo, y el asunto se diluye”, dijo en una entrevista con el diario La Tercera, de Chile.

“Un gobierno que comienza, por naturaleza, tiene abiertas todas las posibilidades. Y eso incluye el diálogo. Pero Santos apostará por darle continuidad a la estrategia de Uribe”, agregó.

No así lo cree Fisas, quien en el mismo discurso mencionado argumentó que “nueve de cada diez conflictos terminan en mesa de negociación”, después de mencionar 25 casos resueltos entre el 2005 y el 2009, muchos, “en contextos más complicados (…) Colombia no tiene que ser la excepción a esa la regla”, argumentó el experto.

Los temas

La guerrilla propuso hablar sobre cinco temas generales que se podrían convertir en un gran listado. En el video, Cano mencionó: las bases militares, derechos humanos, el equilibrio ecológico, el régimen político y el modelo económico.

Hay varios temas que los analistas consideran innegociables. Por ejemplo, un eventual despeje y el modelo económico, entre otros.

Sin embargo, hay otros temas que, incluso, ya están en la agenda del próximo Gobierno, como lo indicó Jaramillo. Entre ellos están la reforma agraria, el equilibrio ecológico y el régimen político. “No importa quién sea el que proponga esos temas. Lo importante es lograr desactivar la insurgencia”, dijo el ex asesor de paz. En criterio del analista, la negociación se debería dar sobre temas “muy específicos y muy reducidos, es decir, que no pasen de seis u ocho puntos”.

Para Valencia, una eventual negociación del Gobierno con las Farc tendría un orden de prioridades en la lista de temas de negociación, contrario al que la guerrilla ha planteado en el pasado.

“Antes, intentaban meter en la agenda un diálogo sobre temas nacionales, luego sobre qué hacer con el grupo y después qué hacer con los jefes”, explicó el analista.
“Ahora, el diálogo deberá comenzar por cómo se debe resolver la situación de jefes y mandos medios, qué espacio político podría tener el grupo, y en tercer lugar, cuáles son las soluciones económicas y sociales para las regiones cocaleras, donde las Farc han tenido respaldo”, añadió.

La condición sine qua non

La condición infaltable para un eventual diálogo es que de parte y parte tiene que haber voluntad, a pesar de que existan justificaciones para la desconfianza.

Cano, en el video, señaló que los procesos de paz han fracasado porque “los representantes de la oligarquía no han ido con el ánimo de encontrar soluciones y de encontrar salidas democráticas, sino que han asistido con la única decisión de derrotarnos en las mesa de diálogo, de engañarnos”, dijo.

Sin embargo, para el Estado quedó como antecedente el fracaso del proceso de paz propuesto en la era Pastrana, que para muchos fue interpretado como un ‘conejo’ de la guerrilla a la voluntad de diálogo.

Por esta razón, según lo indicaron los analistas, un proceso de negociación se debería hacer a puerta cerrada, con mediación de un país extranjero y al margen de los medios de comunicación.

La pregunta es si ese tema hace parte de la agenda urgente de la nueva administración o si por ahora la decisión de Santos es darle continuidad a la política actual, de la que, además, formó parte y fue protagonista exitoso.