Muchos jóvenes corren el riesgo de ser reclutados por nuevas bandas emergentes en la zona de Urabá.

CONFLICTO ARMADO

Urabá: más jóvenes a la guerra

Por años, los paramilitares reclutaron a cientos de adolescentes, cuyo paradero se desconoce, aún después de la desmovilización. Y lo peor: el reclutamiento de muchachos por bandas delincuenciales hoy no cesa. Reportaje de la Agencia IPC

Agencia Instituto Popular de Capacitación*
24 de septiembre de 2008

En el municipio de Apartadó y en otras localidades del Urabá antioqueño, decenas de familias aún esperan alguna razón de sus hijos, muchos de ellos menores de edad, reclutados por hombres de los bloques Élmer Cárdenas y Bananero de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc) y que no aparecen ni vivos ni muertos.

Entre 1996 y 2006 el reclutamiento forzado de menores de edad fue una práctica recurrente de los bloques de las Auc que asolaron los municipios de Apartadó, Turbo, Chigorodó y Necoclí.

Más de dos años después de desmovilizado el último bloque de las Auc, el Élmer Cárdenas, se empieza a conocer la realidad de los menores que, de manera forzada, bajo engaños, presionados o atraidos por el poder de las armas, integraron las filas paramilitares. Muchos murieron en combates con la guerrilla; algunos fueron ajusticiados por los propios paramilitares tras detectar que se querían escapar; varios lograron fugarse, pero fueron asesinados posteriormente; otros, ya mayores, siguen trabajando para las nuevas organizaciones paramilitares. Y aunque no se conoce el número, se sabe que muchos de ellos siguen desaparecidos, sin que se sepa si están vivos o muertos.

Sin embargo, la historia promete repetirse una vez más. Precisamente ayer martes, Sergio Caramagna, jefe de la misión de apoyo de la OEA al proceso de paz con los paramilitares denunció que bandas emergentes están reclutando jóvenes en esta zona, así como en barrios marginales de la aledaña ciudad de Medellín. Caramagna dijo que esas organizaciones han asesinado a ex combatientes de las desmovilizadas AUC por haberse negado a retomar las armas.

"Hay algunos lugares en las comunas de Medellín, que es un tema preocupante, y en otros lugares como el César y Magdalena, áreas que se han convertido en zonas de riesgo y territorios de disputa de las nuevas estructuras de delincuentes", dijo Caramagna durante la ceremonia de graduación de 150 desmovilizados capacitados en oficios legales por el gobierno en Apartadó.

El director de la oficina del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf) en el departamento de Córdoba (noroeste), Eduardo Tous, confirmó que se están investigando denuncias sobre reclutamiento de menores en esa región.

"Hay unas alertas tempranas que se han hecho de un informe de la Vicepresidencia y del Ministerio de Justicia en el que estamos tratando varios temas. Aparentemente en barrios como Cantaclaro se está realizando el reclutamiento de menores", dijo Tous.

El drama de lo que pasó entre 1996 y 2006, y que debería ser aleccionador para evitar que se repita hoy, no es muy visible aún en Urabá, entre otras razones porque el miedo ha impuesto un silencio difícil de romper entre las familias afectadas por esta práctica de guerra. El reclutamiento de menores es considerado como delito de lesa humanidad por el derecho internacional y sus responsables podrían ser juzgados por la Corte Penal Internacional.

Con el compromiso de no revelar sus identidades, varias personas se atrevieron a hablar con la Agencia de Prensa IPC de sus casos particulares y de lo ocurrido en años anteriores en los barrios que habitan. El argumento que esgrimen para no ser identificados es que aún hoy es peligroso referirse al tema, pues temen perder la vida a manos de aquellos que reclutaron a sus hijos en contra de su voluntad.

Y es que en las polvorientas calles del barrio Obrero, de Apartadó, no olvidan lo ocurrido a la madre de un desertor de las Auc, reclutado como menor de edad y prófugo de las filas de las Auc: en diciembre del año pasado la señora comenzó a hablar de su hijo, y en represalia, fue asesinada en su casa. Ella tenía claro quién se le había llevado su hijo. Hoy, el joven, se esconde en alguna ciudad colombiana.

En este barrrio, así como en Policarpa, El Vélez y Pueblo Nuevo, se vivió con fuerza el reclutamiento de menores de edad para las filas de las Auc entre 1996 y 2006. Los relatos de los pobladores contrastan con las cifras presentadas por Fredy Rendón Herrera, alias el Alemán, ex comandante del bloque Élmer Cárdenas, ante el Fiscal 19 de la Unidad de Justicia y Paz, quien hace un mes aceptó el reclutamiento de 358 niños y jóvenes menores de 18 años.

De un lado se calcula que la cifra debe ser más alta porque el Élmer Cárdenas no fue el único bloque paramilitar que reclutó menores en estos barrios, también lo hicieron el bloque Bananero, inicialmente al mando de José Ever Veloza, alias HH, y luego a cargo de Raúl Hasbún, alias Pedro Bonito. Además, decenas de los niños y jóvenes reclutados fueron entregados a los comandantes de bloques de las Auc en otras regiones de Antioquia, entre ellos al Central Bolívar y al Mineros, que operaron en el Magdalena medio y el Bajo Cauca antioqueños.

Si bien los mismos ex paramilitares precisan que el reclutamiento forzado se inició en 1996, el fenómeno se agudizó entre los años 2003 y 2004: “En este barrio eso fue muy duro en esos dos años, eso era ventiao. Aquí se movió mucho muchacho”, dice un representante comunal en Apartadó, quien acepta que muchos de ellos fueron llevados a la fuerza, “otros se fueron a probar la guerra atraídos por la plata y las emociones”.

“A los reclutadores les pagaban hasta dos millones de pesos por grupos de diez menores de edad que lograran reclutar”, explica otro líder barrial. Agrega que estos hombres “llegaban al caer la tarde a estos barrios y comenzaban a coger muchachos”.

El vocero comunal señala que varios de los jóvenes reclutados llegaron a la mayoría de edad en las filas de las Auc, pues a muchos de ellos se los llevaron cuando tenían 16 y 17 años de edad. “Por eso es que al momento de la desmovilización del Élmer Cárdenas, en abril de 2006, no se ven menores de edad en el acto público que se hizo acá en Urabá”, indica la fuente.

Pero no sólo el reclutamiento forzado y la búsqueda de aventuras llevaron a los menores de edad a las filas de las Auc. Testimonios recogidos en Apartadó dan cuenta del engaño como mecanismo de atracción. Ello ocurrió el 28 de noviembre de 2003 en el barrio Policarpa: “Al barrio llegaron ese día varios tipos recogiendo muchachos para llevarlos a trabajar con un contratista a una finca. Ese día recogieron 25 jóvenes. Hoy no se sabe nada de ellos”, narra una madre afectada que aún espera a su hijo, reclutado de 17 años de edad.

Pobladores del barrio Pueblo Nuevo llaman la atención sobre aquellos jóvenes menores de edad que nunca regresaron. “Mucha gente no ha encontrado el cadáver de sus hijos, pues varios de ellos murieron en combates y no se sabe dónde fueron enterrados”, cuentan algunos habitantes.

De este barrio fue reclutado un menor de 16 años de edad a comienzos del 2004. Su mamá se dio cuenta dónde estaba y al buscarlo, un paramilitar le dijo que volviera en dos años, “para desenterrarlo”.

Un ex integrante del bloque Bananero admite que estuvo cerca de varios menores de edad: “Yo ayudaba a sacarlos a Apartadó y Turbo cuando estaban enfermos o heridos. A ellos les daba paludismo, anemia, diarrea, fiebre, a otros había que atenderlos por picadura de culebras”.

Cuenta que conoció menores de edad en las filas de las Auc que operaban en los corregimientos Nueva Antioquia, de Turbo, y San José de Apartadó, zonas bajo la influencia de los bloques Élmer Cárdenas y Bananero. “Pero también se llevaron a muchos menores de edad para otros frentes”, asegura.

Evidencia de ello se encuentra en la historia de Moisés*, padre de un menor de edad que fue reclutado de manera forzada a finales de mayo de 2001 en el barrio Obrero. En ese año, el joven había cumplido 16 años.

“Cuando llegué de la finca donde trabajaba, el pelao no estaba. Pasó el tiempo y nada que llegaba a la casa. Dos días después llamó un amigo de él y me dijo que lo habían reclutado”, cuenta Moisés. De su hijo, el tercero de cinco hijos más, recuerda que era muy casero, sólo llegó hasta cuarto de primaria y le gustaba mucho trabajar porque quería ayudar con los gastos de la casa.

“Como a los tres meses me buscaron unos vecinos y me avisaron que mi hijo estaba muerto -cuenta el padre-. Sentí que el mundo se me venía encima”, dice. Un joven que estaba en las Auc se logró volar y había visto cómo asesinaban al hijo de Moisés, al parecer por intentar fugarse.

“Eso fue el 31 de agosto, narra Moisés. Me dijeron que mi hijo estaba tirado en el monte por los lados de Tarazá. Tres días después llegué hasta el sitio y los gusanos ya se estaban comiendo el cuerpo. Él estaba uniformado, no le voy a mentir. Él era muy trabajador, como mis otros hijos”, insiste.

Las evidencias demuestran que el hijo de Moisés fue llevado al Bajo Cauca y puesto al servicio del bloque Mineros, que en esa época lideraba Ramiro Vanoy, hoy encarcelado en una prisión de Estados Unidos tras ser extraditado junto a 13 jefes paramilitares el pasado 13 de mayo.

Agrega este labriego que gracias al proceso de Justicia y Paz que adelanta el Gobierno nacional se ha logrado conocer “un poquito de esa vaina aquí en Urabá, pero considera que aún falta mucho más porque, la gente tiene miedo de todos aquellos que aún tienen el poder en la región”.

“Yo siquiera tuve la oportunidad de recoger el cuerpo de mi hijo y enterrarlo, pero otros no la tendrán. Yo creo que esos hechos se quedarán en la impunidad; en este barrio reclutaron muchos muchachos y, prácticamente, se quedaron perdidos en la selva. Sus madres hasta hoy los están esperando. Me pregunto si algún día los volverán a ver”.