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investigación
La muerte del peligroso alias Tuvia destapa el millonario negocio del ELN con el oro de los mineros del Bajo Cauca
Los seguimientos y labores de inteligencia de la Policía contra alias Tuvia dejaron al descubierto un millonario negocio ilegal de oro, que era enviado directamente al comando central del ELN en Venezuela.
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Durante dos años, un comando especial de hombres y mujeres de inteligencia de la Policía se metió en la boca del lobo, nada menos que al Bajo Cauca antioqueño, zona de histórica presencia de la guerrilla del ELN, para dar cacería a sus principales jefes. La sigilosa y arriesgada labor dio resultado este martes, cuando el ministro de Defensa, Iván Velásquez, anunció que había sido dado de baja el máximo jefe del frente de guerra Darío Ramírez Castro, que delinque en esa región. ¿Pero quién era este poderoso cabecilla, conocido como Tuvia, que durante años logró burlar el cerco militar y se convirtió en el terror para los pobladores?
Este curtido criminal, uno de los más cercanos al comando central del ELN (Coce), llevaba 25 años en las filas de la guerrilla y llegó desde 2017 al frente Darío Ramírez Castro con el objetivo de coordinar y apoyar todo lo referente a la minería ilegal y las extorsiones. Según las labores de inteligencia, alias Tuvia, conocedor al detalle de la explotación de oro en la región, se dedicó a extorsionar a todos los mineros de la zona, sin importar si era pequeño o grande, bajo el eufemismo de que debían pagar un “impuesto de guerra”. Los mismos testimonios de barequeros, mineros artesanales y pobladores lo señalan como un tipo despiadado que permanecía siempre armado, acompañado por sus hombres y cobraba hasta el 70 por ciento del oro que los mineros extraían con las uñas.
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Los mineros cuentan que estos criminales llevaban un detallado registro de la explotación, cargaban hasta grameras para que no hubiera pierde ni errores en las cuentas, mucho menos en el porcentaje que les arrebataban a los pobladores. Era de tal dimensión la operación de extorsión que ese oro ya tenía un objetivo claro: era la caja menor del Coce.
Seguimientos y monitoreos de las autoridades revelan que desde hace años el oro era camuflado y llevado casi mensualmente por los correos humanos del ELN. Iban desde esta región cercana a la costa pacífica, pasando la frontera con Venezuela, en donde hay poco control de las autoridades de ese país, hasta entregárselo directamente a los jefes del comando central.
La fórmula que encontró Tuvia es clara: en lugar de llevar sospechosos paquetes de dinero, el oro era más fácil de camuflar, no llamaba la atención, su costo es muy alto y se puede negociar y convertir en dinero en efectivo. Por eso, no hay duda, el metal se había convertido en flujo de dinero para los jefes de este grupo criminal.
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Según la información que se conoce, los jefes del Coce usaban estos millonarios envíos de oro para sostener la guerra en Colombia, su aparato criminal y comprar la complicidad de las autoridades en el país vecino desde sus campamentos en Venezuela. Crearon una compleja red con personas de confianza para que comercializaran el metal precioso y lo convirtieran en dinero en efectivo.
Sobre este resultado, el director de la Policía, general Henry Sanabria, le dijo a SEMANA: “Abatir a este cabecilla, autor de homicidios, reclutamiento forzado y otros delitos en Antioquia y sur de Bolívar, es el golpe más importante contra el ELN de los últimos años”.
Y agregó que “una vez más la Policía, en coordinación con las Fuerzas Militares, demuestra su capacidad operacional para capturar o abatir los dueños del capital ilícito, producto del narcotráfico, el lavado de activos y la minería ilegal, que destruye el medioambiente”.
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Violaciones, mujeres y alcohol
A tal punto llegó la infiltración y seguimientos de los hombres de inteligencia de la Policía al ELN que incluso tenían detalles claros del maltrato a los pobladores, extorsiones y el reclutamiento de jóvenes y menores de edad. El asunto era mucho peor para las mujeres, quienes eran víctimas de abusos. Bajo promesas de darles lugares privilegiados, como el cargo de radioperadoras, en el que no corrían riesgos ni se sometían a las extenuantes marchas, finalmente terminaban convertidas en parejas esporádicas del temido Tuvia.
El maltrato hacia estas mujeres era el común denominador en el frente de guerra Darío Ramírez Castro, y Tuvia era el primer protagonista de esos abusos, en medio de las frecuentes parrandas que hacía en los campamentos. Se emborrachaba, las maltrataba y las golpeaba. Eso también le significó la caída, pues varias de ellas prefirieron huir en lugar de seguir soportando la pesadilla y se convirtieron en delatoras.
Pero en la búsqueda de oro en la región alias Tuvia no estaba solo. Había otras organizaciones criminales, como el Clan del Golfo, que también llegaron a quedarse con la mejor tajada de la minería ilegal y las extorsiones. Por eso vivía en alerta constante, trataba de ser invisible y solo patrullaba con un reducido grupo de confianza, sin uniforme, vestido de civil y siempre con su arma, una pistola 9 milímetros que mantenía en el cinto. Esta guerra entre grupos criminales por el oro ha dejado en lo que va del año nueve muertos, 250 personas confinadas y 107 familias desplazadas. Eso, sin contar los del reciente paro minero, que tuvo en la trasescena tanto al Clan del Golfo como al ELN.
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Las autoridades tienen puesta la mira en esta región. Por eso, en enero se había propinado otro golpe contundente al ELN al dar de baja a otro objetivo de alto valor, el también cabecilla Luis Gabriel Zea Bernal, alias Visaje, uno de los amigos y compinche del recién abatido Tuvia.
Era tal la paranoia, crueldad y temor por correr la misma suerte que terminó buscando responsables incluso dentro del ELN. Así puso entre ojos como soplona a la pareja sentimental de Visaje. La amarró en un árbol, la torturó, la puso a caminar amarrada por el pueblo para que quedara claro lo que le podía pasar a quien se atreviera a traicionarlo. Hoy no se sabe nada de esta mujer.
Es justamente por esos atropellos, las extorsiones, el gigantesco porcentaje de oro que les quitaba a los mineros y el terror que había sembrado que al conocer de su muerte hubo un aire de tranquilidad y casi celebración entre algunas personas en la región.
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Fue tan preciso el seguimiento y la infiltración del comando de inteligencia de la Policía, que conocía todos los movimientos de alias Tuvia, con cuántos hombres se movía y cuáles eran los sitios donde se quedaba. Esta información fue entregada para que en una misión con el Comando Conjunto de Operaciones Especiales se asestara el fulminante golpe.
Tuvia había llegado a la cabeza del frente de guerra Darío Ramírez Castro luego de la muerte de Felipe Alcocer Albarino, alias Pirry, en junio del año pasado. El Coce lo designó como responsable político y cabecilla principal. Bajo su mando tenía 15 estructuras (diez frentes, cuatro compañías y una célula urbana), compuestas por aproximadamente 300 terroristas.