Quizá no ha habido otros días donde el juramento hipocrático —“La salud y la vida del enfermo serán las primeras de mis preocupaciones…”— se cumpla tan a cabalidad. Ahora el personal médico se ocupa al cien por ciento de atender a las personas infectadas por coronavirus, aunque esto les implique la posibilidad de un contagio y, en últimas, la muerte.
Augusto Rojas es auxiliar de enfermería en la Unidad de Cuidados Intensivos de la Fundación Cardioinfantil y hace poco se recuperó de covid-19: estuvo en la misma sala UCI donde ha ayudado a salvar cientos de vidas. Su testimonio es la prueba de que el personal médico también es vulnerable ante la enfermedad que por estos días sacude el mundo.