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ENTREVISTA

"No nos han dicho a los bogotanos qué hacer frente a la inseguridad"

Hugo Acero, el artífice de las políticas que le devolvieron la tranquilidad a la capital en el pasado, analiza por qué la situación se ha deteriorado y qué se debería hacer.

José Monsalve, periodista de SEMANA
8 de enero de 2009

En las pasadas y continuas administraciones de Antanas Mokus y Enrique Peñalosa Bogotá logró mejorar de manera dramática la seguridad de la ciudad. La capital fue ejemplo para muchas otras en Colombia y en el continente que tenían graves problemas de seguridad y añoraban mejorar su situación.
 
El experto que desde su cargo de subsecretario de Convivencia y Seguridad Ciudadana diseñó e implementó las políticas que produjeron ese milagro en Bogotá (se redujo la tasa de homicidios a la tercera parte en ocho años) fue Hugo Acero Velásquez. Hoy es consultor en la materia de la Unesco en Brasil, y del Banco Mundial en Honduras y asesor de las alcaldías de Barranquilla y Cartagena
 
Semana.com  habló con él para analizar por qué hay una percepción creciente de inseguridad y hay más y más historias de crímenes, asaltos, atracos, como hacía tiempo la ciudad no veía. Criticó sin pelos en la lengua la gestión del alcalde Samuel Moreno y propuso ideas sobre cómo recuperar la tranquilidad perdida.

¿Cuál fue la fórmula para que Bogotá lograra grandes mejoras en la seguridad?

Desde 1995 trabajé con mucha gente en el diseño de un esquema de seguridad completo. En 1994 la ciudad tenía una tasa de 70 homicidios por cada cien mil habitantes. En el 2003 esa tasa cayó a 23,2 homicidios según Medicina Legal. La reducción de muertes por accidentes de tránsito también fue muy importante. En 1995 había una tasa de 25 muertos por cada cien mil habitantes, en 2003 esa tasa bajó a 8,2 muertos. Pasamos de 1.382 muertos en accidentes viales a menos de 600 en el 2003. Las encuestas de la Cámara de Comercio muestran una mejoría en la percepción de la seguridad entre los años 2000-2003 y también muestra una mejoría en el aumento de denuncias de los ciudadanos. Detrás de estas cifras hay un plan completo.

¿Y qué cree que prima hoy en Bogotá, la seguridad o la inseguridad?

En algunos casos Bogotá retrocedió y en otros, se estancó. En el tema de percepción es innegable que los ciudadanos se sienten más inseguros. Los homicidios comunes, según Medicina Legal, han aumentado en los dos últimos años. Hay 19 muertos por cada cien mil habitantes. Por otra parte hay que destacar la reducción de delitos de mayor impacto y la reducción de los muertos por accidentes de tránsito en 2008.

¿Pero una tasa de 19 muertos por cada cien mil habitantes para una ciudad como Bogotá no es favorable?
Los registros de los dos últimos años muestran que el homicidio ha aumentado, en cerca del 1,5 en 2007, y en 2008 el aumento quizá va a estar por debajo del 1 por ciento pero va ha aumentar. Es un aumento leve, pero importante.

La administración dice que más que inseguridad hay un problema de percepción ¿usted cree eso?

Cuando uno está gobernando le duele mucho que las encuestas de victimización y percepción de inseguridad no le sean favorables. Pero hay que tener realismo para reconocer que la seguridad se ha deteriorado. La administración debe reconsiderar su posición de que la seguridad está mejorando y que la ciudadanía tiene una percepción errada.

La secretaria de Gobierno se queja de que no se reconozca lo que se ha hecho
Entonces no se está comunicando bien. Si no se está comunicando de manera adecuada la culpa no es de los ciudadanos, es culpa de la administración que no puede comunicar bien qué es lo que está haciendo para que los ciudadanos evalúen a partir de ahí.

¿Cuáles son las principales fallas en el plan de seguridad urbana?

La administración tiene muchas voces en su interior. Creo que eso no le está permitiendo definir líneas estratégicas y la están llevando a responder de manera coyuntural. Asesinan al joven periodista y la respuesta es una acción sobre un sector entre la 100 y la 72 y de la séptima a la autopista. Es una reacción a un suceso. Yo pregunto ¿quién no sabía que esa zona se había convertido en un foco de violencia y de inseguridad? Todo el mundo lo sabía. Entonces por qué no se habían intervenido antes. Se necesita una política sostenida. Toda Bogotá debe ser una zona de intervención especial.

¿Pero habría capacidad para extenderla a toda la ciudad?

La administración debe tener la capacidad. Es un tema de gestión. Debe haber los mayores esfuerzos. La administración debe lograr que el gobierno nacional le amplíe el número de policías. Hoy hay 13 mil, Bogotá ya no se sostiene con ese pía de fuerza. Ojalá hubieran 18 mil. Eso no se hace de la noche a la mañana, pero hay que empezar a gestionarlo. Pero también hay que mostrar resultados. La administración se puso unas metas como para no trabajar. Dijo que entre 2008 y el 2011 iba a reducir la tasa de homicidio de una tasa de 18 a 16. Es decir que matemáticamente sólo con el aumento de la población álcanzaría esa meta que se fijó.  Es una meta muy pobre.

¿Qué opina del plan de intervención en la zona Rosa que contempla control al consumo de alcohol, evitar la presencia de habitantes de la calle, instalar alumbrado y cámaras de vigilancia, y recuperar áreas invadidas por basuras?

Debemos reconocer que hay espacios de encuentro de los jóvenes. Y que no van a desaparecer de la noche y a la mañana. Pero hay que intervenirlos de manera integral. Con procesos de cultura ciudadana hay que lograr que los jóvenes se autorregulen, que los dueños establecimiento y los ciudadanos del entorno contribuyan para que no se desordene ese espacio de encuentro. Y claro con presencia de la autoridad. Pero no sólo con Policía porque así sólo se logra que los jóvenes migren a otro lado. No solucionan el problema sino que simplemente lo trasladan.

Desde ese punto de vista a esa intervención le falta...

Se han quedado en la acción policiva, normativa y regulativa. El fenómeno de la 85 con 15 se va a trasladar a otra zona. Hay que hacer un esfuerzo grande y se requiere trabajar con el gobierno nacional y con los otros entes.

Pueden controlar que los jóvenes en esa zona no consuman en el espacio público, pero se van a ir a otro lugar quizá con mayores riesgos. Qué se está haciendo para que haya una regulación individual. ¿Dónde está la formación, la educación, dónde está la cultura ciudadana para lograr la regulación y para que el ciudadano comprenda que la calle no es para consumir alcohol?



¿Qué ha hecho bien en este tema el alcalde Samuel Moreno?

La policía de tránsito está haciendo un buen trabajo y tiene un resultado importante. Creo que los consejos locales que ha desarrollado esta administración son interesantes, pero no es el espacio para tomar decisiones. Los escenarios para tomar determinaciones son a puerta cerrada. El alcalde sentado con la Policía, la Fiscalía, la Brigada 13 y el Das. El problema de violencia en la ciudad no es sólo un tema de borrachos. Aquí hay organizaciones criminales que hay que atacar. Y eso no se discute en un consejo comunitario, para eso se deben tomar decisiones delicadas. Hay que trabajar el gobierno nacional. Estamos en en mora de que uno de los viceministros de Defensa esté sentado en los consejos de seguridad a puerta cerrada para definir estrategias para atacar a esas estructuras criminales.

¿Cuáles son algunas de esas estructuras?

El robo de carros no lo hacen personas que se levantan sin trabajo y salen a ver qué pueden hurtar. El robo de residencias tampoco. Ni el fleteo, ni el ‘paseo millonario’. Detrás de eso hay organizaciones criminales muy bien organizadas y no son una ni dos, son muchas estructuras de delincuencia organizada.


¿Qué pueden hacer los ciudadanos?

El tema es que no le han dicho a la ciudadanía qué tiene que hacer. La ciudad perdió un programa muy importante que era el programa de cultura ciudadana, desaparecido desde la administración Garzón. La cultura ciudadana no es hacer conciertos, es un tema que tiene que ver con el cambio en los comportamientos sociales. Ese campo dejó de intervenirse. Se dejó de trabajar en el espacio público para propiciar el cambio de comportamiento. Ya ni siquiera los muchachos de Misión Bogotá le dicen a la gente que no boten papeles. La Alcaldía está preocupada porque aumentaron las riñas y yo pregunto ¿dónde está el programa de resolución pacífica de conflictos? Durante las pasadas administraciones capacitamos más de 7 mil líderes comunitarios en temas de resolución de conflictos. Hoy no existen, desaparecieron.