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Energía con licencia social

El proyecto hidroeléctrico Porvenir II ya cuenta con los permisos ambientales del gobierno, pero también con el apoyo de las comunidades aledañas a su zona de influencia. La cercanía y la comunicación con la gente han sido claves en el proceso.

3 de agosto de 2017

Porvenir II es uno de los pocos megaproyectos en Colombia que no enfrenta la resistencia de las comunidades que lo rodean. En un entorno de crispación generalizada frente a este tipo de iniciativas, esta central hidroeléctrica que construirá Celsia ha logrado el milagro de ganarse el apoyo mayoritario de los habitantes de San Carlos, San Luis y Puerto Nare, los tres municipios antioqueños en los cuales se desarrollará el proyecto.

Según Omaira Herrera, una habitante de la vereda La Cumbre de San Luis, la clave ha estado en la comunicación constante que ha hecho Celsia de los pormenores del proyecto. “Desde que empezaron los estudios, en 2009, hemos compartido mucho con ellos. Cada ocho días nos visitan para contarnos en qué va la cosa. Me han generado confianza porque están haciendo las cosas bien, como manda la ley”, explica.

Esta mujer y su hija de 7 años son una de las 48 familias que serán relocalizadas porque sus actuales viviendas están en el área del embalse y sus obras complementarias. Herrera cuenta que “a los que nos van a reubicar nos mostraron los planos de nuestras nuevas casas y nos garantizaron que iban a ser mejores que la que tenemos. También existe la posibilidad de quedarse en la vereda o buscar en otro lado”.

Con este tipo de acciones, Celsia se ha ganado la buena voluntad de quienes serán sus vecinos en Porvenir II, pues en todo momento ha tenido en cuenta a la comunidad. En San Luis el trabajo ha sido relativamente sencillo, pues allí es la primera vez que se va a construir un proyecto hidroeléctrico y la gente no ha expresado demasiadas prevenciones. A diferencia de San Carlos, donde las dos hidroeléctricas que existen en su territorio no han dejado los mejores recuerdos en sus habitantes.

Wilson Murillo, concejal de San Carlos, explica que en su municipio había miedo de que volvieran las épocas de la construcción de las dos represas. “Hace 50 años no existían tantas leyes para proteger a la gente y al ambiente. Entonces las otras empresas no tuvieron esa concertación, la gente vendió sus tierras baratas y muchas personas fueron simplemente desalojadas. Hay quienes piensan que de pronto va a volver a pasar, pero uno se da cuenta de toda la socialización que ha hecho Celsia y encuentra una diferencia muy grande”.

En palabras de la alcaldesa de San Carlos, Luz Marina Marín, “el contacto permanente con la comunidad y la información que se les va dando del paso a paso del proyecto han garantizado la tranquilidad y el apoyo a Porvenir II. En eso hay que reconocer que la empresa ha hecho una gran labor, pues ha puesto el tema social en el centro. Lo que todos en esta región esperamos es que se traduzca en bienestar y desarrollo para la gente”.

Mientras que para los habitantes de la zona de influencia de Porvenir II la principal preocupación son los impactos sociales, en una escala más nacional los cuestionamientos que han surgido se refieren sobre todo a aspectos ambientales. El proyecto va a aprovechar el caudal del río Samaná Norte, un afluente que separa a San Carlos y San Luis, cuya cuenca se encuentra en un buen estado de conservación frente a otros ríos de la región y del país, aunque no ha sido ajena a la deforestación.

Actualmente, Porvenir II cuenta con licencia ambiental aprobada por la Agencia Nacional de Licencias Ambientales para intervenir 1.075 hectáreas en la cuenca media del río Samaná. De ellas, 975 serán ocupadas por el embalse y las 100 restantes albergarán las obras complementarias. El proyecto se construirá en un tramo de 27 kilómetros, menos de la quinta parte de la longitud total del río, y como medida de compensación se conservarán 5.600 hectáreas de bosque alrededor del mismo, cinco veces el área que ocupará el embalse.

“Mucha gente ha venido de otras partes a preguntarnos que cómo vamos a permitir que hagan eso, que van a acabar con el río y con el ecosistema. Pero la verdad es que nosotros ya le hemos causado muchos impactos en todos estos años. Abriendo fincas, talando bosques, destapando cuencas hídricas, quemando y fumigando causamos un desastre ambiental peor que cualquiera. Yo creo que la empresa puede ayudar a mejorar eso porque ellos cuidan mucho el agua porque ese es el negocio. Para ellos el agua es sagrada”, afirma Herrera.

En efecto, en la región hay focos de minería informal y una creciente tala de árboles para la comercialización de sus maderas preciosas, así como para la ampliación de fincas ganaderas y agrícolas. Fotografías aéreas tomadas como parte del seguimiento que Celsia le hace a la zona del proyecto muestran que entre 2013 y 2016 se deforestaron 299 hectáreas de bosque nativo. Además, 288 hectáreas de la zona que ocupará el embalse ya no cuentan con cobertura forestal. Por eso, según la empresa, “el área de protección y reserva que aporta Porvenir II será un agente ordenador y amortiguador de esta situación”.

En suma, Porvenir II está trabajando para convertirse en una central hidroeléctrica con capacidad para generar 352 MW, una cantidad de energía suficiente para alumbrar casi 500.000 hogares (los mismos que tiene una ciudad como Cali). El próximo año comenzará la etapa de construcción que tardará al menos cinco años, durante los cuales se crearán cerca de 5.000 empleos directos e indirectos.

La expectativa en las comunidades de San Carlos, San Luis y Puerto Nare es grande. “Todos acá queremos el proyecto porque es nuestra oportunidad para salir adelante acompañados por la empresa”, dice Orfilia Hoyos, la presidenta de la Junta de acción comunal del corregimiento El Prodigio, de San Luis. El hecho de que hasta el momento el proceso se haya desarrollado con total normalidad les da razones para el optimismo. “Celsia siempre ha cumplido con lo que ha prometido. Lo único que esperamos es que sigan como van y que toda esta historia tenga un final feliz”, concluye Herrera.