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columna del lector

Con el letrero en la frente

Miércoles 2. Diego Angarita, lector de SEMANA.COM, cuenta su 'via crucis' en el Aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón de Cali.

Diego Angarita
30 de enero de 2005

Mi experiencia empezó cuando un hombre vestido de verde plátano y con un letrero que leía Policía Nacional, se me acerco en la fila que hacia

para chequear mi vuelo y empezó arrogantemente a formularme una cantidad de preguntas estúpidas que, según él, le llevaron a concluir que yo era una posible mula y tenia que pasar por una serie de procedimientos para comprobar mi inocencia.

Este policía, que por su arrogancia, creo se había tragado un argentino, empezó su interrogatorio preguntándome por que solo me había quedado una semana en Colombia. Él no pensó que Colombia es mi patria, mi país , mi casa donde están mis raíces y a donde tengo el derecho como ciudadano de visitar por el tiempo que mis obligaciones me lo permitan, sin tener que explicarle a nadie o ser identificado como sospechoso de mula.

Pero la siguiente pregunta del interrogatorio fue aun mas simpática. Que quién me trajo al aeropuerto. Mi respuesta fue que yo vine solo en un taxi. La tercera pregunta: "¿Y su familia, No lo viene a dejar?". Solo en una mente tan pobre puede ser delito que una persona evite generar gastos adicionales y madrugadas innecesarias para que toda la familia venga parroquialmente a despedirme. En pleno siglo 21 y en un aeropuerto que dice llamarse Internacional, nadie tiene el derecho de acusarme por el hecho de no venir acompañado de una recua de familiares y amigos para hacer un show para complacer a las autoridades que piensan que si alguien se va sin mayores escándalos está transportando droga.

Luego el mismo individuo se da el lujo de preguntarme cuánto dinero tengo en el bolsillo, como si a él le importara mi situación financiera. Sin palabras.

Luego el mismo personaje me preguntó dónde trabajaba y al oír mi respuesta, me pidió que le tradujera el nombre de la empresa donde laboro. Como si estos nombres tuvieran traducción.

El hostigamiento continuo hasta que el mencionado policía decidió enviarme para que revisaran mi maleta otros dos policías que, con un tono más cortés, hicieron que por un momento olvidara la arrogante y grosera ignorancia del primero.

Después de anotar mis datos en un libro gordo, me ordenaron que ingresara a una sala de rayos X donde tomaron una placa de mi estomago, para así poder yo confirmar mi inocencia.

Al pasar por el siguiente punto de chequeo. Una mujer policía con tono vulgar me ordeno que fuera a la sala de rayos X para tomarme una placa. Al informarle que ya había pasado ese procedimiento, de forma grosera me dijo que me hiciera a un lado para ver el libro gordo -que nadie lee- para verificar mis palabras.

Vale la pena aclarar que fuera del policía arrogante que se trago al argentino y la mujer policía grosera que quería tomarme dos placas de rayos X, los demás oficiales fueron bastante respetuosos y tenían buenas relaciones humanas. (Es responsabilidad de la policía Nacional otorgar estos puestos a personal mas capacitado y cordial).

Ahora, ¿qué sucede si soy un viajero frecuente que constantemente esta visitando la ciudad de Cali? ¿Se me va a acosar con preguntas estúpidas y se me va a tomar radiografías cada vez que quiera regresar a mi país? Ojalá que no.