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De la guerra fría a la competencia entre democracias

Miércoles 16. La ratificación de la constitución de la Unión Europea y el segundo mandato de Bush marcan una nueva dinámica en las relaciones internacionales. Jorge Alberto bustos, sociólogo y lector de SEMANA.COM, explica por qué.

Jorge Alberto Bustos*
14 de febrero de 2005

Las dos principales potencias de nuestros tiempos, la Unión Europea y los Estados Unidos, viven por estos días sendos hitos que serán trascendentales tanto para sus propias trayectorias como colectividades como para el mundo entero, dada la influencia global que ejercen.

De una parte, la Unión Europea esta ad portas de proclamar una Constitución Política común para los 25 Estados miembros - que tendrá que ser ratificada, en algunos Estados, bien mediante un referendo bien por el parlamento - , hecho que se traducirá muy seguramente en una unidad mucho mas sólida dada la comunidad de principios básicos que compartirán; de otra parte, los Estados Unidos experimento su propia "declaración de principios" el pasado 20 de enero a través del discurso de toma de posesión del presidente Bush.

Ambos sucesos vienen a ratificar sendas escogidas por cada una de esas sociedades desde mediados del siglo pasado. Tanto la Constitución de la Unión Europea como el discurso de posesión de Bush se enraízan dentro de la historia reciente tanto europea como norteamericana, recogen los respectivos legados construidos por generaciones pasadas y se inscriben dentro de las tradiciones políticas, económicas y sociales que, dentro de los marcos de la democracia pero de un modo distinto, han alimentado a sus instituciones. Son como manifiestos en los que se recogen las trayectorias evolutivas de cada una de estas sociedades, sintetizando los principios de los que cada una de ellas extrae su identidad.

En este sentido, no podrían encontrarse dos conjuntos de principios que, siendo democráticos ambos, sean más disímiles a la hora de plantear cuestiones cruciales para el mundo globalizado de hoy como son, por ejemplo, la expansión de la democracia en el mundo, la seguridad y la lucha contra el terrorismo, la inequidad social y la pobreza, la cuestión ambiental o los problemas relativos a la inmigración masiva desde el tercer mundo hacia los países desarrollados. La Constitución de la Unión Europea y el discurso de Bush incorporan perspectivas diferentes para estos problemas, enfocan las cuestiones desde ópticas alternativas y se erigen, entonces, como modelos alternativos acerca de cómo construir tanto un orden social a nivel interno como un orden globalizado a nivel internacional.

De un lado, la Unión Europea, una vez superada la fiebre neoliberal y asumida la parte de razón que contenían sus criticas al estatismo, emerge, en el plano interno, como un conjunto de Estados de Bienestar renovados, liberados de las cargas que antaño pudieron haber hecho pesar sobre la productividad y competitividad regional; reafirmados eso si, aunque de manera transformada, en un serio compromiso con la equidad y la solidaridad sociales; capaces, por ello mismo, de hacer compatibles en serio - no solo de manera retórica - la flexibilidad laboral con la seguridad social, el libre mercado con la protección social y, en otro plano, la lucha contra el terrorismo y el respeto a los derechos ciudadanos. A su vez, en el plano externo, se configura como promotora del dialogo multilateral para las cuestiones fundamental y partidaria de que la ONU sea el escenario fortalecido de la democracia global.

Por su parte, los Estados Unidos, en el plano interno han sido entregados - especialmente por las administraciones republicanas - a un libre mercado desligado de cualquier responsabilidad social, arrojando por esta vía los índices de inequidad salarial y de pobreza más altos dentro del primer mundo; con un Estado de Bienestar ya desde sus orígenes enclenque y más desmontado aún por el ultimo gobierno de Bush, con un compromiso medio ambiental nulo y totalmente entregado en este campo, y en el tributario, a los intereses de las grandes corporaciones. En el plano externo, el discurso de Bush el 20 de enero anuncio una política exterior aún más intervencionista y unilateral, acrecentando el componente militarista y de mano dura en sus relaciones internacionales.

Así pues, lo que tenemos enfrente, resumido en sendos textos programáticos, son dos modelos tanto de Estado de Bienestar como de orden global. Creo que desde el hundimiento del comunismo soviético el mundo no conocía dos paradigmas políticos, económicos y sociales, más sistemáticamente estructurados y que aparecieran como modelos alternativos acerca de cómo organizar la sociedad y el mundo.

La geopolítica internacional actual no se configura a la manera de la guerra fría : en bloques de países alineados alrededor de cada una de la grandes potencias. Pero, de todos modos, los Estados Unidos continúan manejando sus relaciones internacionales bajo el esquema de la guerra fría : una política de alianzas, contraprestaciones y presiones para demarcar el grupo de sus amigos (los "aliados") respecto de sus "enemigos". Este esquema, y las ventajas que representa para ciertos países, especialmente los que son pobres y necesitan mucha ayuda del extranjero, le confiere mayor apoyo político a los Estados Unidos para promover su visión de los principales problemas. Sin embargo, lo que el mundo parece abocado a experimentar - una vez se consolide mucho más la unidad europea tras la adopción colectiva de su Constitución y su modelo adquiera mayor arraigo interno - será una disputa en los escenarios internacionales acerca de cómo resolver las cosas y organizar la marcha de la globalización.

Se trata de una disputa entre modelos políticos alternativos de la que los debates previos a la Guerra de Irak en el seno de la ONU nos dieron un anuncio: un anuncio de lo que será el común denominador de la política global tras la Constitución de la Unión Europea y el segundo mandato Bush.

* Sociólogo (Universidad del Valle)
jalbus20@yahoo.com; jalbus20@latinmail.com