La vigesimotercera edición del
diccionario, publicado por Espasa (Grupo Planeta), y presentada en
Madrid el pasado 17 de octubre, recoge entre sus 93.111 entradas 19.000
americanismos, tarea en la que ha sido "fundamental" la Asociación de
Academias de la Lengua Española (Asale), según Blecua.
Cita
como ejemplo de esa riqueza lexicográfica "la constelación del mundo de
la mecánica" en América con vocablos como "cloche", que designa en
Colombia, Venezuela o México el embrague de los automóviles.
"La riqueza que hay en América solo tratando del automóvil es enorme, es
gigantesca, por lo tanto todo esto tiene que estar en el diccionario",
explicó el director de la Real Academia Española (RAE), quien ve en la
"variación léxica" de esta parte del mundo o en los coloquialismos una
diversidad y un dinamismo "fundamentales" para el idioma.
En
el caso de los americanismos, explica, se ha partido del "Diccionario de
Americanismos" de 2010, que tenía 73.000 términos y en la selección se
tuvo en cuenta aquellos que pertenecen por lo menos a tres países y de
los que se ha logrado "situar, documentar, ver su vigencia".
Según el director de la RAE, los académicos buscaron que en el
diccionario estuvieran los americanismos "que tuvieran una importancia y
que no fueran algo muy local" y que además "estuvieran en una zona muy
clara" desde el punto de vista geográfico, como por ejemplo América
Central.
"De manera que en ese aspecto tenemos un poco la
conciencia tranquila", agrega sobre el proceso de inclusión de
americanismos y destaca que todo eso "hace que América vaya cobrado toda
la importancia que merece" en el diccionario de la RAE.
Blecua está convencido de que sí para el español "el presente y el
pasado ya estaban en América", lo estará también el futuro, pues hay que
tener en cuenta, agrega, que España representa solo el 9% de todos los
hispanohablantes, una población que se calcula en unos 500 millones de
personas.
La diversidad del español está en otra novedad que
tiene el diccionario de la RAE y es que ha incorporado también
acepciones de Guinea Ecuatorial, antigua colonia española en África,
cuya Academia de la Lengua está terminando los trámites para
incorporarse a la Asale, explica.
"En esta primera fase son una cincuentena, porque es muy difícil documentar un término en África", añade.
Sobre la inclusión de vocablos procedentes del mundo de las
tecnologías e internet, como "tuitear", Blecua considera que había que
meterlo porque está "vivísimo en la lengua", hasta el punto de que la
propia Academia tiene una cuenta en esta red social que ya suma 681.000
seguidores y en la que se responden algunas preguntas de los usuarios.
Blecua considera que no se debe temer a los efectos de las nuevas
tecnologías en el español, pues ni siquiera el lenguaje abreviado que
suele usarse en las redes sociales pone en peligro la pureza de la
lengua.
"Nada, no pasará nada. El uso correcto de la lengua se
mantiene", dice para explicar que hay dos etapas que pueden ayudar a
entender esto.
Una es la Edad Media, periodo en el que las
abreviaturas eran mucho más extendidas que ahora "y no pasó
absolutamente nada", y otra es "cuando nacieron los telegramas y el
estilo provocó un temor enorme de que la sintaxis iba a variar. Se han
acabado los telegramas y no ha cambiado la sintaxis", concluye.
A la críticas que ha recibido el diccionario por incluir acepciones
que son consideradas ofensivas por algunas comunidades como los gitanos,
que han reclamado porque se les registre como sinónimo de "trapacero",
Blecua aclara que esta obra no es sobre etnias "sino que es sobre el uso
del lenguaje".
"El diccionario tiene que tener solamente un
principio teórico, aparte de los prácticos de la lexicografía universal,
que es que tiene que ser científicamente correcto, no políticamente
correcto, y si una palabra tiene una significación metafórica dentro de
la lengua habitual tiene que estar dentro del diccionario", sentencia.
Después de Colombia, Blecua viajará a presentar el diccionario en
Argentina, Paraguay y Chile y a finales de mes lo hará en la Feria
Internacional del Libro de Guadalajara (México), para luego hacerlo en
Guatemala.