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Doris Salcedo repartió las fotografías en el Centro de Memoria Histórica en Bogotá, al empezar la marcha por los líderes asesinados. Fotos: Guillermo Torres

Marchemos por los líderes

Doris Salcedo nos invitó a llevar el rostro de los líderes a la marcha

140 retratos colgaron ayer del cuerpo de 1400 marchantes. Aunque no se trató de una acción de duelo como otras que la artista ha liderado en la plaza de Bolívar, este gesto fue un nuevo llamado contra la violencia desde el centro político del país.

revistaarcadia.com
26 de julio de 2019

El pasado 10 de junio Doris Salcedo volvió a la plaza de Bolívar para liderar un acto público de duelo dedicado a protestar por el asesinato de líderes sociales en las regiones del país. Se llamó Quebrantos, y fue una más de las que ella misma llama “acciones de duelo”: actos simbólicos y de memoria que ocurren en el tiempo y que se llevan a cabo colectivamente.

Ese día se escribieron en vidrio fracturado los nombres de 165 líderes sociales asesinados desde la firma del acuerdo de paz. Los 165 nombres, seleccionados aleatoriamente de la larga lista de 470 líderes asesinados, y organizados en 35 renglones, cubrieron toda la plaza.

Algunos líderes amenazados participaron en esa acción, que pretendió preparar el terreno hacia el primer Diálogo para la No Repetición, una estrategia de diálogo público que comenzará a implementar la Comisión de la Verdad alrededor de las preguntas difíciles que el país no ha encarado frente a las causas y consecuencias del conflicto armado.

Pero como le dijo a ARCADIA una de las líderes que participó en Quebrantos ese día, la acción no fue tan concurrida, y eso reflejó, de alguna manera, la indiferencia de los colombianos que vivimos en las ciudades y que no hemos sido testigos directos de estos asesinatos.

Por eso, pero sobre todo por la conciencia política de Salcedo –que atraviesa la totalidad de su obra artística–, ella no solamente salió a marchar ayer por los líderes. Quiso además hacer su propio aporte a la marcha imprimiendo retratos de líderes asesinados para que la gente llevara puestos. “Imprimí 1400 retratos de líderes asesinados para ser llevados durante la marcha el 26 de julio, con sus respectivos ganchos para que cada persona los cuelgue de su ropa. Los estaremos entregando en el Centro de Memoria Histórica, sobre la calle 26. Son 140 rostros, cada uno repetido diez veces. Por favor no olviden llevar un líder asesinado a la marcha”, dijo antes del evento en el chat Defendamos la paz.

No puede decirse que este gesto es comparable, similar siquiera, a las acciones de duelo que Salcedo ha liderado en la plaza de Bolívar. De hecho, le aclaró a Semana y ARCADIA que quiso participar sin la pretensión de llamar la atención sobre su nombre. Por eso no quiso hablar con nosotros sobre las fotos.

Aún así, este nuevo gesto refleja una vez más la intención constante que caracteriza su obra y su vida de hacer sentir un llamado contra la violencia en el centro político del país –esta vez con objetos portables, distribuibles, en homenaje a algunos líderes asesinados–.

Justo detrás de la Casa de Nariño, a solo unas cuadras, está Fragmentos, el contramonumento construido con las armas fundidas que entregaron las Farc, cuya construcción fue pactada –como la dejación y la entrega misma de las armas– en el acuerdo de paz. El lote donde se alza Fragmentos fue escogido por la artista precisamente por el lugar en el que está: detrás de palacio, a espaldas del presidente actual y los que vendrán, y a tan solo unas cuadras de la plaza, el otro lugar clave, público, común, que ha acogido sus llamados y que ha convocado a parte de la ciudadanía.

Pero, antes de Fragmentos, Doris Salcedo ya había pensado en el concepto de conciencia colectiva a través de la relación que se teje entre el concepto de contramonumento, performance, acción y memoria –lo que, como dice la curadora María Belén Sáez de Ibarra, la historiadora del arte austriaca Mechtild Widrich (una de las referencias de Salcedo) llamó performative monuments en un libro que se titula justamente así–.

  • Fragmentos: un homenaje a las víctimas del conflicto armado

En esos procesos de performance comunitarios, que se dan más allá del arte y la estética, se enmarcan los monumentos performativos que Doris Salcedo ha hecho en Colombia, y para hablar de Colombia. Un ejemplo de ello es Sumando ausencias, la acción de duelo realizada el 10 de octubre de 2016 en que 10.000 personas cosieron 11 kilómetros de tela blanca previamente cortada en piezas sueltas como mortajas, en las cuales se inscribieron en ceniza, artesanalmente, 2.000 nombres: “Las víctimas del conflicto –dice Salcedo– fueron puestas en el centro de nuestra vida política por una comunidad efímera que se forjó en los días en que hicimos la obra” con el acompañamiento de la dirección cultural de la Universidad Nacional de Colombia, en los días posteriores al No en el plebiscito por la paz. Esa bandera-mortaja inmensa y blanca, que se cosió in situ con la ayuda de voluntarios, cubrió por unas horas la plaza de Bolívar de Bogotá.

También está la obra dedicada al asesinato de los 11 diputados del Valle, en la que miles de velas cubrieron la plaza de Bolívar; o la misma Shibboleth, la grieta que partió en dos el suelo de Tate Modern en Londres. El énfasis de estas piezas, hechas en coyunturas políticas específicas, está, al igual que Fragmentos, en el piso: el piso de la plaza, el piso hecho de armas, el piso de un museo.

Salcedo nos ha llevado con sus contramonumentos, efímeros o no, a mirar abajo. Esos suelos convocan lo colectivo, siendo especialmente ineludible el suelo hecho de armas al ser no solo simbólico, sino real: las armas quedaron consignadas allí.

En otra ocasión, la primera vez que organizó una acción en la plaza, nos invitó a mirar arriba. A ver cómo bajaban unas sillas negras por el edificio del Palacio de Justicia, proponiendo una sucesión de actos que coincidió con las horas en las que murieron las víctimas de la toma el 6 y 7 de noviembre de 1985.

Ayer nos invitó a llevar la imagen de los líderes puesta, cerca del corazón.