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columna del lector

Esperanza de progreso

Jueves 7. Parece que los líderes del mundo fracasaron en su intento de promover el progreso y la eliminación de la pobreza, opina el abogado Rafael Rodríguez-Jaraba.

Rafael Rodríguez-Jaraba*
3 de abril de 2005

Adam Smith, Padre de la Economía, en su búsqueda de las mejores formas de progreso, examinó los aranceles y otras restricciones al comercio internacional y en su obra, La Riqueza de las Naciones, escribió: "Lo que en el gobierno de toda familia particular constituye prudencia, difícilmente puede ser insensatez en el gobierno de un gran reino. Si un país extranjero puede suministrarnos un artículo más barato de lo que nosotros mismos lo podemos fabricar, nos conviene más comprarlo. En cualquier país, el interés de la población estriba en comprar cuanto necesita a quienes más baratos se lo venden. Esta afirmación es tan patente, que parece ridículo tomarse el trabajo de demostrarla."

Por su parte, Milton Friedman, Premio Nóbel y líder natural de la Escuela de Chicago comento al respecto: "Las palabras de Smith son tan válidas hoy como eran entonces. Tanto en el comercio interior, como en el exterior, es de interés de la población comprar al que vende más barato y vender al que compre más caro. Con todo, la retórica de los sectores protegidos ha dado lugar a una asombrosa proliferación de restricciones sobre lo que podemos comprar y vender, a quiénes podemos comprar y a quiénes podemos vender y en qué condiciones, a quiénes podemos dar empleo y para quiénes podemos trabajar, dónde podemos residir, y qué podemos comer y beber".

La percepción visionaria de Adam Smith y la postura contemporánea de Friedman, han sido acogidas con subordinación y esperanza como estrategias para promover el progreso mundial.

Sin embargo, los postulados axiomáticos de Smith y Friedman contrastan con la "declaración de principios" del Instituto Libertad y Democracia, uno de los "Think Tank" más importante de nuestros días, que preside el peruano Hernando de Soto, y quien es firme candidato al Premio Nóbel de Economía: "Cuatro mil millones de personas en los países en desarrollo y ex-soviéticos -dos tercios de la población mundial- han sido excluidos de la economía global; obligados a operar fuera de los parámetros del Estado de Derecho, no tienen identidad legal, ni crédito, ni capital, y por lo tanto no tienen los medios para prosperar".

Esta vergonzosa realidad propalada por Hernando de Soto, sentencia el fracaso de la Economía y del Derecho en el intento de promover el progreso armónico del mundo.

Economistas y abogados no hemos encontrado fórmulas, ni normas, para sitiar la pobreza. La esperanza del progreso, está condicionada a la gestión de líderes inspirados en la obsesión de hacer del mundo un lugar más justo e igualitario, sin caer en la maravillosa utopía marxista.

Pero, ¿dónde están esos lideres capaces de incluir a los pobres en las formulas de Smith, Ricardo, Keynes y Friedman? Yo creo, que aun permanecen en las aulas.

*Abogado & Consultor Empresarial. Profesor Universitario de Globalización y Derecho del Comercio Internacional