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columna del lector

La ecuación

Los que creen que el periodismo es fácil no conocen su verdadera dimensión y las dificultades a las que se enfrenta a diario, opina el periodista Mario Morales.

Mario Morales
12 de febrero de 2006

Dicen que los que no gustan o no tienen afinidad con las matemáticas estudian ciencias sociales y, en el peor de los casos, Comunicación Social y periodismo. Debe ser porque desconocen que el periodismo, por lo menos el periodismo que se hace hoy, está atravesado por una serie de ecuaciones entendidas como las trabajan los astrónomos. Esto es, como el promedio de error en las observaciones o en las mediciones de precisión y que difieren de unos observadores a otros, no obstante que la terca realidad imponga temas como ese del camino expedito a la reelección. Y ecuación que se respete tiene por lo menos una incógnita. Despejarlas es la misión del periodista. Así la ecuación de la información instantánea (eso que en nuestro medio se califica como inmediatez) ha conformado un axioma dramático, difícil de rebatir: ver es igual a comprender. No importa qué haya detrás o qué se pueda inferir, es la imagen y lo que ello suscita linealmente lo que importa. Así, la masacre no aparece, no se ve pero sí sus victimarios reclamando con el arma en la mano juego político. Sin que medie argumentación se han trasladado al terreno de víctimas del conflicto armado. Y reclaman como tales. Hoy se ha impuesto la ecuación de la verdad mediática. Repetir es demostrar. No hay espacio para la razón. El eco es el amo. Los tiempos del loro. Hoy todo lo consume la ecuación de la presencialidad. Estar basta para saber. Opera el síndrome del enviado especial. Los peones y los alfiles se creen los estrategas y los analistas. Desde afuera del tablero alguien ríe a carcajadas. Hoy nos envuelve la ecuación del mimetismo mediático. Un medio afirma citando a otro. Los demás esgrimen por toda sustentación lo que han dicho otros. La teoría del rumor corre rampante. Desprecio por la prueba. Hoy asistimos al divorcio entre los medios y la opinión pública. Una cosa perciben los productores de contenidos y otra muy distinta sus audiencias. Paradójicamente ambos se citan para reafirmarse en sus posiciones inexorablemente distintas. Hoy estamos delineados por la ecuación de las emociones extremas. Es suficiente el momento, el impacto, la adrenalina, el orgasmo sensitivo que adormece hasta una nueva excitación. Hoy el común denominador es la ecuación de la sobreexposición que deforma la valoración y el buen juicio. Si algo aparece mucho, es bueno; si no se ve, no existe. Lo que no es, porque no registra, es malo. La moda sacraliza. Esa es la magia de las matemáticas y las ecuaciones, que como el noni o las gotitas bioenergéticas parecen servir para todo, incluso para concluir que cuatro más cuatro pueden ser doce, o más si no se despejan las incógnitas. www.mariomorales.info
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