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columna del lector

La justicia merece respeto

Lunes 14. El abogado Luis Alberto Gómez explica por qué al país le hace falta un Ministerio de justicia.

Luis Alberto Gómez Angulo*
13 de marzo de 2005

Cuando el entonces candidato a la Presidencia de la República, Álvaro Uribe Vélez empezaba a subir como espuma en las encuestas, su discurso se hacia cada vez fuerte: prometió cambiar las costumbres políticas en un país cansado de las viejas prácticas clientelistas que aun lo tienen sumido en una profunda crisis institucional. En ese momento histórico, Uribe se sintonizo con el clamor nacional y adapto su discurso a los anhelos de la gente común y corriente. En otras palabras, Uribe dijo lo que la gente quería escuchar. Y por eso ganó. Claro que no todo lo que popularmente da votos es lo técnicamente correcto. Uribe prometió borrón y cuenta nueva. Incluso llegó a decir que iba a reestructurar el Congreso y lo convertiría en un órgano unicameral y reduciría sus integrantes a casi la mitad. La gente en su momento lo aplaudió sin entender que eso implicaría "una reducción de la democracia". Menos mal el Congreso en su conciliación del proyecto de ley que convocaba el referendo no le jalo a tamaño despropósito.

En su gobierno hay cuestiones que destacar, como por ejemplo la Política de Seguridad Democrática, que mas allá de lo que digan los críticos ha mejorado la situación de orden público en el país. También son destacables algunos avances en salud como la ampliación de cobertura en Régimen Subsidiado y el Megaproyecto 2500 que pretende pavimentar parte de la deteriorada red vial de nuestro país. En eso aplaudo al gobierno.

Pero como todo no es bueno, hay que decir también lo que considero la peor involución en lo que concierne a la Justicia colombiana en los últimos años: haber dejado a la Justicia sin un Ministerio. Ese cuento chimbo de la fusión de dos Ministerios por reducir el tamaño del Estado y así ahorrar unos pesitos salió mal. Es la verdad así duela: el experimento fracasó.

La Justicia ha perdido en este gobierno; y no hay que olvidar que la Justicia es la base de la democracia. Sin una Justicia independiente y confiable el país va rumbo hacia un despeñadero. Los que defienden la fusión de los Ministerios del Interior y de la Justicia, dicen que para eso hay Viceministro -al que por cierto nadie conoce-. Pero no hay que llamarse a engaños, no es lo mismo un vice que un Ministro. La Justicia perdió a su representante en el Ejecutivo y eso es supremamente grave. Ejemplos para demostrar porque hace falta un Ministerio de Justicia independiente sobran: este gobierno no ha presentado la urgida Reforma a la Justicia.

Los intentos de reforma se reducen a quitarle efectos a la tutela, eliminar el Consejo Superior de la Judicatura y tratar de despojar de poderes a la Corte Constitucional, pero eso no es reforma. Reforma es tratar temas delicados como la congestión en los despachos judiciales, dotar de tecnología el aparato de Justicia y ampliar el acceso a la administración de Justicia.

Temas importantísimos como la reforma a diversos Códigos siguen en el cuarto de san alejo. Este Gobierno no hizo absolutamente nada por tratar de reformar las obsoletas normas electorales, así como de actualizar parte de la legislación civil que cumplen otro año mas de vida.

Son múltiples opiniones de reconocidos juristas, periodistas y estadistas que claman revivir el Ministerio -D'Artagnan, Rodrigo Pardo, Juan Camilo Restrepo, entre otros-. Los colombianos sabemos de las inmensas capacidades de nuestro Presidente, y los que más o menos entendemos de Derecho, sabemos que el Ministerio hace falta. Esperemos que el presidente reconsidere la situación y en un acto de humildad y de grandeza, reviva lo que a gritos solicita gran parte de la comunidad jurídico-académica de este país.

* Abogado