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columna del lector

La 'reelección' de Juan Pablo II

Ximena Gutiérrez se pregunta: ¿qué y quién vendrá después de juan Pablo II?

Ximena Gutiérrez*
10 de abril de 2005

Me gustó la emisión que hizo el Canal Caracol del sepelio de Juan Pablo II. Fue ponderada y matizada por la aguda visión del "teocrítico" Javier Darío Restrepo. Valió la pena la trasnochada. Fue uno de los pocos programas televisados que rescató para la historia, el pasaje aquel de la visita del Sumo Pontífice al Departamento del Cauca, cuando debió mediar ante la flor y nata de la curia payanesa para que dejaran hablar al indígena que reclamaba por el asesinato de su líder, el también sacerdote Alvaro Ulcué Chocué. Yo, que apenas había leído algo al respecto, no conocía las imágenes de ese acto, sucedido cuando contaba ocho años. Tengo que decirlo: ¡Me sorprendió la espontaneidad del Vicario de Cristo!

Claro, nunca supe que pasó con la carta que le entregaron los indígenas en el sitio mismo de la denuncia. Y en la cual se resumían las causas del crimen y la problemática social de esos pueblos. Tampoco conozco acerca de un pronunciamiento de El Vaticano al respecto. Al final, todo quedó en una anécdota de los medios, puesta en escena por quien es quizá el artífice de que al Papa lo reconozcan al menos seis de cada diez personas en el planeta: El periodista español licenciado en medicina Joaquín Navarro-Valls, una especie de sombra parlante que acompaña al Papa en sus viajes pastorales y tan

influyente como el secretario privado Monseñor Dziwisz.

Navarro-Valls, ahora en trance de cura, fue impuesto en ese cargo por el Opus Dei, uno de los tres grupos de presión que se disputa el poder al interior de los sagrados muros de El Vaticano. Otro, es la curia masónica , cuya línea es un poco más abierta a la crítica. Diferente a una tercera fuerza que busca extender los principios moralistas y religiosos al resto de la humanidad. Este grupo, por ejemplo, no comparte los vínculos de la Iglesia con otras religiones opuestas a la católica. No está de acuerdo con el aborto, la clonación ni el divorcio. Y, casi a regañadientes, acepta hablar de Derechos Humanos. Esto, los aleja un poco de los dominantes Opus Dei y la curia masónica, cuya línea es la que van a seguir quienes elijan al sucesor de Juan Pablo II.

Nada diferente a una campaña política por la reelección. La diferencia es que esta vez se reelegirá la línea de pensamiento del fallecido Pontífice, que antes dejó ordenado al grupo de Cardenales que perpetuará sus ideas (¿será que el próximo Papa se llamará Juan Pablo III?). Ya incluso Monseñor Pedro Rubiano dijo en Colombia que el nuevo Papa deberá tener corazón grande y espalda fuerte "para cargar la cruz de Cristo". Creo que no habrá un Papa negro, pero no porque el nigeriano Francis Arinze lo demerite. En realidad el Colegio de Cardenales no comulga con la idea de que muchos curas africanos convivan con una mujer. bueno, ¡menos con un hombre!, como sucede con algunos prelados en Estados Unidos.

El sucesor del Trono de Pedro podría ser iberoamericano, pero la tradición del Estado Vaticano es perpetuar la presencia de Italia y no podemos olvidar que para elegir Papa, a los Cardenales los ilumina -además de la paloma del Espíritu Santo- las tedencias del momento. Por eso piensan primero en esas tendencias y después en quienes mejor puedan encarnarlas. En caso de que los 117 no se pongan de acuerdo, uno de los candidatos, Joseph Ratzinger, el panzerkardinal alemán, les dará una charla de inducción. Es muy seguro que con él haya reelección

y... ¡hasta humo blanco!

(*) Ex Edil Localidad Cinco de Cali. Becaria del National Democratic Institute, Washington D.C.