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Los 11 de septiembre: efectos

Viernes 17. El 11 de septiembre de 2001, terroristas tumbaron las Torres Gemelas de Nueva York. El 11 de septiembre de 1973, 28 años antes, Augusto Pinochet tumbó al presidente Salvador Allende. El académico Alejo Vargas encuentra similitudes y señala las razones por las que los dos hechos cambiaron al mundo.

19 de septiembre de 2004

El 11 de septiembre de 2001, diecinueve suicidas le cambiaron la agenda al mundo. Con los actos terroristas contra las torres gemelas de New York y el Pentágono en Washington, colocaron como la primera prioridad de la hiper-potencia norteamericana al terrorismo de alcance global y por ahí mismo del resto del mundo.

A partir de este hecho la seguridad se coloca como el tema de mayor relevancia en la agenda global, pero al mismo tiempo se evidencia que la seguridad total es una utopía, que todas las sociedades, aún la de la potencia global, deben convivir con ciertos niveles de riesgo; recordemos que los terroristas suicidas convirtieron elementos de la vida cotidiana, como los aviones de transporte de pasajeros en armas profundamente letales. Esto trae dos consecuencias, una positiva, poner a las sociedades a pensar en el tema de la seguridad y valorarla como un elemento básico para la vida en comunidad, pero igualmente otra negativa, securitizar la agenda global y creer que todo se le debe subordinar, con efectos importantes en el gasto público al sacrificarse el gasto social para destinarlo a la defensa, igualmente termina restringiendo derechos civiles fundamentales en aras de la seguridad. Pero adicionalmente hay la tendencia a considerar que todos los viejos conflictos se deben re-situar en la llamada 'lucha contra el terrorismo' y de esta manera se comienza a tolerar como válidos métodos de guerra sucia. También se produce un efecto en la opinión al interiorizar tendencias autoritarias, e incluso influye en elecciones como la del Presidente Uribe en Colombia; igualmente el efecto del atentado terrorista del 11 de marzo del 2004 en España, influye en la derrota del Presidente Aznar al tratar de manipular la información al respecto.

El 11 de septiembre de 1973 en Chile, el general Augusto Pinochet encabezó un golpe militar contra el Presidente Constitucional Salvador Allende y dio origen a dos decenios de gobierno autoritario, en los cuales hubo miles de detenidos ilegalmente, detenidos-desaparecidos y se instaura el terrorismo de Estado de carácter internacional con el asesinato en Buenos Aires por agentes del gobierno Pinochet, del general retirado Carlos Prats y su esposa con una bomba en su carro y de Orlando Letelier en Washington, para mencionar sólo dos de los casos más sonados de lo que se conoció como la Operación Cóndor -alianza de las dictaduras militares del cono sur de América Latina para eliminar a sus opositores políticos acudiendo a métodos ilegales-, por lo cual hoy día está siendo enjuiciado Pinochet en Chile y los miembros de la Junta Militar Argentina, encabezada por el general retirado Rafael Videla.

El gran legado de los 11 de septiembre ha sido colocar el terrorismo como prioridad en las preocupaciones globales, en un caso el terrorismo de Estado y en el otro el terrorismo de alcance global. El terrorismo, entendido como el uso desproporcionado e indiscriminado de la violencia para causar impacto, miedo y pánico en las sociedades, es algo que ha estado presente en la historia de la humanidad. El terrorismo es un método disponible para ser utilizado por distintos tipos de actores, grupos nacionalistas, organizaciones guerrilleras, grupos contrarrevolucionarios, mafias delincuenciales y desafortunadamente, también los Estados.

Por ello los 11 de septiembre nos deben llamar a reflexionar y tener claro que además de condenar y rechazar verticalmente cualquier acto terrorista, venga de donde venga, entender que la seguridad es prioritaria pero que las políticas públicas que se ocupan de ella deben contar con amplio control -político, jurisdiccional y social- y aceptar que la combinación de seguridad y desarrollo es la mejor manera de contar con sociedades con menores niveles de riesgo y mayores estándares de respeto a los derechos fundamentales.