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Jueves 21. El académico Alejo Vargas analiza el futuro de Ecuador después de la destitución de Lucio Gutiérrez.

Alejo Vargas Velásquez*
17 de abril de 2005

Lucio Gutiérrez, hoy expresidente ecuatoriano, instauró la noche del 15 de abril el estado de emergencia en la Provincia de Pichincha y en Quito su capital y ordenó la disolución de la Corte Suprema de Justicia.

La medida de excepción, con tufillo dictatorial, apuntaba a frenar una creciente insurgencia social expresiva del descontento, que tuvo como detonante la absolución -aparentemente por razones más políticas que jurídicas- que la 'nueva Corte Suprema' produjo en relación con el caso del expresidente Abdalá Bucaran -quién se encontraba exiliado en Panamá desde que fue sacado del poder- y de otros dos exmandatarios.

Pero esta expresión de la crisis es la última manifestación de inconformidades sociales y políticas de mediano plazo, de una parte. Y de otra, de debilidades institucionales que han dado como resultado la salida forzada de dos mandatarios en los últimos ocho años, Abadalá Bucaram en 1997 y Jamil Mahuad en el 2000, con un alto protagonismo del movimiento social indígena, expresado en la CONAIE (Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador) y un papel relevante de las Fuerzas Armadas.

Ecuador tiene una configuración regionalizada desde el siglo XIX, entre Costa, con Guayaquil como epicentro y Sierra, alrededor de Quito, la capital. En estas regiones se configuraron las fuerzas políticas, la liberal en la Costa y la conservadora en la Sierra. Tiene una veta populista importante, especialmente en el área de la Costa, que hunde raíces en la herencia caudillista del siglo XIX, pasando por el fuerte arraigo que va a tener José María Velasco Ibarra, el gran líder populista del siglo XX, electo cinco veces Presidente, de las cuales sólo logró terminar en su totalidad un período presidencial y es de esa vertiente que es heredero Abdalá Bucaram y antes su padre Assad Bucaram, exalcalde de Guayaquil.

Pero igualmente la Revolución Liberal de Eloy Alfaro a finales del siglo XIX, marcó mucho los imaginarios políticos ecuatorianos y también el comportamiento de las Fuerzas Armadas, que siempre han contado en su interior con tendencias progresistas y civilistas. Por ello la última dictadura militar (1972-1976), si bien inspirada en la doctrina de la seguridad nacional, fue una 'dictadura blanda' de corte desarrollista y la transición a la democracia implicó darle el monopolio de la representación al sistema de partidos políticos, pero dentro de un escenario de alta fragmentación partidista, con escaso nivel de legitimidad y precaria disciplina interna, lo cual origina una de las fuentes de inestabilidad política; pero adicionalmente, las Fuerzas Armadas guardaron para sí una especie de rol de árbitros o defensores del juego democrático, lo cual les ha dado un alto protagonismo político.

Con estos antecedentes históricos fue elegido Lucio Gutiérrez, luego de participar como Coronel del Ejército en el movimiento que forzó la salida de Jamil Mahuad. Una vez en retiro, Gutiérrez fue visto por los ecuatorianos como una opción política aceptable, en un contexto de profunda incredibilidad en la política y los políticos. Ganó con apoyo del movimiento indígena y unos compromisos de campaña que luego de electo abandonó, por lo que perdió el apoyo indígena, quedando debilitado políticamente en un Congreso altamente fragmentado.

Esto lo llevó a 'negociar' apoyos a destajo con parlamentarios migrantes de sus partidos, y con partidos como el del expresidente Bucaram. Esos hechos lo desestabilizaron políticamente. Por lo que el 8 de diciembre del 2004 decidió destituir la Corte Suprema de Justicia y demás tribunales superiores y nombró una de bolsillo que justamente hizo crisis ahora. Ese fue el principio del fin del debilitado gobierno de Gutiérrez.

El futuro político ecuatoriano es incierto. Si bien la destitución de Lucio Gutiérrez por el Congreso cumple el objetivo central de la protesta en el corto plazo, la situación continuará dentro de un contexto de gran fragmentación, debilidad e inestabilidad política-institucional.

* Profesor Universidad Nacional