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No es por ser aguafiestas

El profesor Mario Morales cuestiona el crecimiento económico en Colombia del que hablan muchos en el país

Mario Morales
12 de febrero de 2006

No es por ser aguafiestas pero resulta más que ostentoso, grosero decir que hay crecimiento económico sin más. El crecimiento económico tiene que servir para algo, más que engordar cuentas en Suiza y para alguien distinto a los dueños de capital, a los especuladores y a la banca multilateral, que normalmente son los mismos.

Digamos que el crecimiento debería revertirse en mejor salud, mejor educación y mejor vivienda para la mayoría de los colombianos. Pero no. No es así. Lo prueba el recientemente publicado índice de Desarrollo educativo, elaborado por Oxfam Internacional. Ese índice clasifica a todos los países en función de su rendimiento en tres áreas: matriculación en la escuela, terminación de estudios y equidad entre sexo. Y claro, nos rajamos.

Colombia ocupa el puesto 68 entre 104 naciones. Muy por debajo de Zambia, Papua Nueva, Mongolia, Namibia, Trinidad Tobago y Sri Lanka para señalar algunos nombres bastante dicientes. Pero más allá del dato que sabemos, que está aquí al alcance de la vista de todos, y que según el informe, está por debajo de la línea de privación extrema, el Indice de Desarrollo Educativo permite establecer que el crecimiento por sí solo es incapaz de generar avances hacia la educación primaria universal y que hay países con serias dificultades económicas que sin embargo tienen logros educativos muy superiores a los de otros, como el nuestro, que tienen un mejor nivel de ingresos.

Desde esa óptica se puede inferir, por ejemplo que el puesto que Colombia ocupa en educación está 45 posiciones por debajo del que debería ocupar de acuerdo con el crecimiento que dicen que tenemos y con el cual se alardea por estos días. Entonces ¿Dónde está la falla? ¿Acaso en la política nacional de educación que se esconde en los presupuestos? No. Si Jamaica, Ghana, Zaire y Burundí, con su extrema pobreza, nos superan de lejos, quiere decir que los primeros damnificados en matriculación y deserción son los que han manejado esas políticas por estos lados. ¿O no?