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La portada de 'In bed with David & Jonathan' de Tom Bouden.

Polémica

"Ningún gay se ha vuelto heterosexual viendo películas de Hollywood"

Ante el furor que han desatado los falsos manuales de educación sexual, y el debate sobre la homosexualidad que ha suscitado, 'Arcadia' habló con varios expertos sobre el tema de género para descifrar que hay, realmente, detrás de todo esto.

Redacción Arcadia
9 de agosto de 2016

En las redes sociales colombianas se viralizó una imagen de la supuesta cartilla que sería repartida en los colegios del país, que muestra la relación sexual entre dos hombres. De inmediato, personas, políticos y otras figuras rechazaron el manual de educación sexual de menores y denunciaron a la ministra de Educación, Gina Parody. 

La cartera encabezada por Parody respondió con un video en el que desmiente la existencia del manual y califica las acusaciones como absurdas e ilógicas. La imagen que se difundió por las redes es en realidad del libro In bed with David & Jonathan, una obra erótica belga de 2006. En una rueda de prensa la ministra, además, manifestó que la difusión "hace parte de una maquinaria política que quiere una Colombia dividida, pues incluso funcionarios de la Procuraduría se encargaron de difundir la imagen en redes".

El procurador, Alejandro Ordóñez, respondió que la "ministra miente" y que con "el pretexto de dar cumplimiento a una sentencia y una ley se están utilizando unas cartillas y manuales para adoctrinar a nuestros hijos en la ideología de género". Aseguró que el Ministerio de Educación utilizará la nueva ley sobre orientación sexual en los colegios para "disolver la familia, corromper la niñez y quitarles la pureza". Su comenatario recuerda al polémico juicio sobre la "colonización homosexual" que hace poco pronunció la diputada de Santander Ángela Hernández y, al tiempo, parece recoger la controversia que sucitó las modificaciones a los manuales de convivencia de los colegios con el fin de impedir la discriminación implementando baños mixtos.

Mauricio Albarracín, investigador de Dejusticia, un centro de estudios de derecho, justicia y sociedad, ve esta polémica como "una estrategia de matoneo general, es un buen ejemplo de cómo funcionan las campañas de linchamiento público. Tiene todos los elementos: mentiras (la supuesta cartilla), verdades tergiversadas (sí hay un  proceso de reforma en pedagogía), y mucha exageración. En un clima de discriminación los políticos evangélicos utilizan esto como trampolín para atacar a la ministra por homofobia, tal cual es el matoneo en el colegio. Es una acumulación de cosas: una homofobia institucional en la Procuraduría, la resistencia que ya existía frente a los derechos de las personas LGBTI y el hecho de que la educación es el origen de la discriminación. Es el sistema educativo que reproduce los prejuicios de discriminación, entonces esos actores moralistas reaccionan para proteger esa fuente".

El antropólogo Fernando Serrano, que ha investigado extensamente la interacción de política y sexualidad, tiene una visión similar a la de Albarracín: "En este momento vemos una tormenta perfecta de cosas no coyunturales que se vuelven coyunturales porque se quiere caldear más el tema. Es un problema que tiene una historia de otro orden, pero ahora quieren echarle leña al fuego con este tema porque mueve una cantidad de fuerzas. Uno mira los comentarios de Facebook y se pregunta: "de dónde sale semejante ola de preocupación por estas cosas". Y no es preocupación por los niños, olvídense de eso, es un tema de política".

Para Serrano, hay cuatro ejes en torno a esta polémica. El primero es la “gran resistencia a la educación sexual” que ya existía en el país desde hace por lo menos de dos décadas. A eso se le suma el segundo tema: la reacción que despertó el suicidio de Sergio Urrego, que llevó a "una mirada inclusiva e innovadora, de entendimiento de sexualidad, inclusión y enseñanza sobre la homofobia". El tercer tema es un prejuicio homofóbico contra la ministra, quien es lesbiana. Por eso, para Serrano, hay que situar esta polémica dentro de "un contexto político muy complicado, con un elemento claro de misoginia y homofobia contra una funcionaria de alto nivel". Por último, el antropólogo considera que la polarización del plebiscito permite que el uribismo y otros sectores busquen eventos para decir "miren para dónde llevan el país".

Una página de In bed with David & Jonathan

El crítico de arte Halim Badawi crítica un elemento crucial del escándalo: las dinámicas de las redes sociales. Sin ello, nunca hubiera alcanzado las dimensiones a las que llegó. Para Badawi, “las falsas cartillas sobre educación sexual, supuestamente elaboradas por el Ministerio de Educación, ponen en cuestión dos problemas medulares de nuestra época: el primero, la credulidad de la gente frente a todo lo que ve en Internet: rara vez se constatan fuentes primarias o se verifica la información que se pone a circular en redes sociales. Y lo peor es que los medios masivos de comunicación recogen la confusión para generar ‘polémica’, para pescar en río revuelto. Y los políticos conservadores hacen lo suyo, capitalizando la discusión en el marco del plebiscito por la paz. Todos quedamos reducidos a bobos útiles de diversas agendas que desconocemos. Por desgracia, la gente no está formada en lectura de imágenes, y parece incapaz de distinguir, al menos intuitivamente, entre una imagen verosímil y una trucada".

"En segundo lugar -continúa Badawi-, se trata de una polémica pírrica: nadie se vuelve homosexual por ser formado en la aceptación de las diferencias. Incluso, para los más apocalípticos, nadie se vuelve homosexual viendo una escena de sexo entre dos hombres o dos mujeres. Si se fijan, ningún gay se ha vuelto heterosexual viendo las historias de amor de Hollywood, comúnmente entre heterosexuales. Así mismo, los países con mayor aceptación social de la homosexualidad, son paradójicamente los más civilizados: Holanda, Suecia, Dinamarca, Finlandia, Noruega. Y en ellos, estadísticamente, el número de personas estrictamente homosexuales es el mismo que en países como Colombia, en donde la aceptación de la diversidad humana es una asignatura pendiente. Esto quiere decir que nadie se vuelve homosexual por ser formado en identidades de género o por leer sobre la homosexualidad. La diferencia entre Colombia y Noruega, por ejemplo, no es la cantidad de homosexuales, es la violencia hacia ellos, y eso es lo que intenta resolver el Ministerio de Educación".

La bióloga y directora del Instituto de Alexander von Humboldt, Brigitte Baptiste, quizá la transgénero más conocida de Colombia, rescata el corazón olvidado del asunto: la educación de género: "Quien teme que sus hijas o hijos sean “robados” por un sistema educativo es quien cree que educar es transferir cierta cultura a través del tiempo con suficiente “disciplina”, léase violencia, y supone que toda educación es programática y que opera igual, imponiendo una creencia: de allí el uso de pornografía en la calumnia que circula. Hoy sabemos que la disciplina de género se ha constituido en una de las peores fuentes de maltrato, origen de incontable sufrimiento, frustración y más violencia. Por ello la única educación en género posible (y la única educación en general) no es la que busca implantar normas al respecto, ortodoxas o no: es la que promueve y garantiza el respeto a las manifestaciones que cada persona construye en su búsqueda de sentido social a partir de sus afectos, sus relaciones y su infinita capacidad creativa".  

Baptiste considera que "la evolución de los símbolos y manifestaciones del género en una comunidad respetuosa seguirá dándose a través de la innovación tecnológica y artística, que incluye todas las formas del lenguaje y el diseño, incluido el del cuerpo y la anatomía. Algunas serán más divertidas como la moda en el vestir o la pintura corporal, otras más trascendentales como la estructuración de las familias. Todas pasarán por la casa y por la escuela, de una u otra forma. Nuestras identidades virtuales basadas en el perfomance podrán ser interpretadas como frivolidades o expresiones genuinas de innovación y adaptación al cambio de los tiempos, pero el debate acerca de la naturalidad de las mismas será cada vez más irrelevante, ante la complejidad creciente de la cultura como acto esencial de lo humano. Por todo ello necesitamos un proyecto educativo incluyente, un espacio de convivencia y confianza en el que cada quien encuentre una manera satisfactoria para expresar lo que siente, necesita y desea proponer a los demás sin más intención que incrementar el bien común".