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Columna del lector

Sistema Electoral Colombiano: Al borde del colapso

Luis Alberto Gómez Angulo, lector de SEMANA.COM, señala la necesidad de una nueva legislación que agilice el procedimiento de impugnación y resolución de conflictos electorales.

Luis Alberto Gómez Angulo
3 de abril de 2005

Ustedes se imaginan que podría pasar en Colombia si las próximas elecciones por la Presidencia de la República estuvieran reñidas y la diferencia entre los dos candidatos fuera mínima (20 mil votos) y el candidato perdedor demandara la credencial del ganador argumentando fraude en algunas mesas (como sucedió en las elecciones de Congreso en marzo de 2002) y el Consejo de Estado se tomara dos años estudiando dicha demanda y al final del proceso accediera a las pretensiones del demandante y el nuevo escrutinio arrojara como ganador al que inicialmente era perdedor.? La verdad produce escalofrío pensar que podría pasar el día en que el Presidente en ejercicio tuviera que irse de Palacio para que entrará ese mismo día la persona a la que aparentemente había vencido dos años atrás.

Algunos me dirán peliculero y me recomendarán dedicarme a la ciencia ficción. Pero solo hay que recordar dos hechos recientes que son un campanazo de alerta para la sociedad colombiana:

1.En el Departamento del Atlántico, en las elecciones realizadas en octubre de 2000 para escoger Gobernador 2001-2003 se enfrentaron Ventura Díaz Mejia y Alejandro Char Chaljud. De acuerdo con los resultados, Díaz obtuvo 259.000 votos, mientras que Char sacó 257.387. Como pueden observar la diferencia escasamente alcanzó los 2.000 votos. Ante este panorama, Char demandó ante el Consejo de Estado los resultados por fraude en algunas mesas y solo después de 2 años y 4 meses el alto tribunal se pronunció dándole la razón y por lo tanto despojando a Ventura Díaz de su investidura como Gobernador para dársela al "perdedor" Alejandro Char. Este solo pudo gobernar 8 meses, mientras que Ventura Díaz que en realidad había perdido las elecciones gobernó más de 2 años.

2.Este segundo ejemplo es más reciente: han pasado tres años de las elecciones de marzo de 2002 y aun no se sabe la verdadera composición del Senado de la República. Se dice que habrá cambios en por lo menos el 10% de la composición de dicho órgano.

La verdad esto no es justo con el pueblo Colombiano. Los dos ejemplos reseñados son muy graves, pero sería supremamente delicado donde esto pasara en una competencia por la Presidencia de la República. Sería funesto para el país. Las consecuencias institucionales tendrían una magnitud que no me atrevo a predecir. Eso daría al traste con las políticas públicas de Estado. Aparte de la desinstitucionalización que eso conllevaría, la violencia que se generaría ese día no tendría nada que envidiarle a la que se produjo el 9 de abril de 1948.

El Congreso tiene que interpretar el momento histórico que vive el país y producir una nueva legislación que modernice no solo el Sistema Electoral para evitar fraudes, sino que además agilice el procedimiento de impugnación y resolución de conflictos electorales.

Demostración de madurez política y de presión fue la que le dio al mundo en meses pasados el pueblo ucraniano. Ante un fraude manifiesto protestaron pacíficamente y lograron sus objetivos. Esperemos que en Colombia no tengamos que llegar a esas instancias. El Congreso tiene la responsabilidad histórica de impedir que eso suceda.

Recordemos que en nuestro país los fraudes no han sido pocos. Hay demasiados elementos de juicio para afirmar que en las elecciones en que resultó presidente Misael Pastrana ocurrieron hechos extraños. Ese día, 19 de abril de 1970 el país se acostó con Rojas Pinilla como presidente por una ventaja notoria sobre su competidor. Al otro día, unos sesenta mil votos le dieron la victoria a Pastrana. Aunque Rojas no impugnó los resultados, y Pastrana se posesionó sin mayores inconvenientes, el grupo guerrillero M-19 justificó su origen en dichos sucesos. Y todos sabemos lo que significó el "eme" en la historia de nuestro país.

Por el bien del país y del hemisferio, el Congreso de la República tiene el imperativo moral de actuar rápidamente antes de que ocurran hechos que lamentar.