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columna del lector

Solo dos razones

Miércoles 13. Erwin Vargas recuerda dos episodios que muestran la sevicia de las Farc y constatan porqué los colombianos tienen que unirse en contra del grupo armado.

Erwin Vargas
10 de abril de 2005

Navegando por las páginas electrónicas de los principales diarios nacionales, veo las continuas atrocidades que cometen las Farc contra el pueblo colombiano. La última masacre perpetrada por el frente 34 de ese grupo criminal, ocurrió el domingo 10 de abril en el municipio de Urrao (Antioquia) donde fueron asesinados un anciano y dos bomberos voluntarios.

Esta nueva historia de dolor y muerte, tuvo como siempre a las Farc en el papel protagónico y a la población civil como sus antagonistas. Jesús Antonio Higuita, de 74 años, había sido secuestrado en el año 2004, las Farc lo asesinaron sin importarles las súplicas de los familiares de la víctima, que ya tenían listo el dinero exigido por el frente 34 para liberarlo.

Una vez lo asesinaron, con el cinismo característico de las Farc, pidieron la presencia de un familiar del anciano y de alguna autoridad para entregar el cadáver. Alejandro Correa, de 22 años, y Juan Fernando Oquendo, de 18 años, jóvenes bomberos voluntarios de Urrao, acudieron al llamado del grupo. Al llegar al lugar indicado por los terroristas, los acribillaron por la espalda y no entregaron un muerto, sino tres.

En el 2003,a principios de mayo, este mismo Frente dejó su rastro de sangre en Urrao, con la masacre de el gobernador Guillermo Gaviria, el ex ministro Gilberto Echeverri y ocho militares.

Escenas como esta a diario son producidas por ese grupo armado, que dice "luchar por el pueblo" y defender los ideales bolivarianos.

Las Farc no solo asesina por el placer de hacerlo, sino que infringe la normatividad internacional al asesinar a personas protegidas como los bomberos voluntarios de Urrao.

Ante este panorama de muerte, la denuncia y el rechazo, por parte de los colombianos y del mundo es quizás la mejor alternativa.