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columna del lector

TLC, medicamentos y tutelas

Lunes 21. Las negociaciones del TLC con Estados Unidos volvieron a poner en evidencia "las andanzas de las multinacionales farmacéuticas y de lo que son capaces con tal de lograr sus objetivos", opina Guillermo Maya.

Guillermo Maya Muñoz*
12 de febrero de 2006

De acuerdo a dos informes de El Tiempo, "Tutelas por droga son un negocio" (octubre 18) y "18 empresas reciben el dinero de tutelas por medicamentos" (Octubre 19), el Seguro Social y varias empresas prestadoras de servicios de salud (EPS) han denunciado que numerosos colombianos vienen exigiendo a través de fallos de tutela cerca de 40 medicamentos de marca que no están contemplados en el plan obligatorio de salud (POS), con un costo altísimo para el Fondo de Solidaridad y Garantías (Fosyga), que se alimenta de las contribuciones por solidaridad de los trabajadores colombianos.

En total se calcula que la compra de 20 de estos medicamentos, los de mayor demanda, cuesta cerca de 350.000 millones de pesos anuales. Si estos 20 medicamentos fueran incluidos en el POS, como algunos expertos, y el Ministerio de Protección Social recomiendan, costaría igual que afiliar dos millones de personas al régimen subsidiado de salud, que es la única alternativa de salud para millones de colombianos, y que todavía tiene por fuera de su cobertura al 30% de la población colombiana.

En algunos casos, estos medicamentos tienen un substituto genérico, pero los pacientes -convencidos por sus médicos que son la mejor opción- exigen a través de las tutelas a las EPS el medicamento de marca. Se afirma, que los mismos laboratorios o los médicos de las EPS alientan a los pacientes a exigir estos medicamentos, que no están incluidos en el POS.

Los grandes beneficiarios de este fenómeno son las compañías multinacionales farmacéuticas, que al tener la exclusividad de la patente logran marcar con altos precios  estos medicamentos. Los laboratorios Roche, Schering PL, Novartis, Wyeth, Glaxo y Aventis son las compañías que más facturan los medicamentos que no están incluidos en el POS.

Esta problemática pone de presente la importancia de las negociaciones sobre propiedad intelectual en el marco del TLC a firmarse con los EE.UU. Mientras EE.UU. quiere que las reglas de propiedad intelectual relacionadas con el comercio (ADPIC) se endurezcan aún más, reclamando patentes para segundos usos, alargando la vigencia de las patentes, limitando el otorgamiento de patentes obligatorias a los laboratorios de genéricos, mediante el pago de las regalías correspondientes solo a casos de fuerza mayor, protegiendo los datos de prueba por cinco años adicionales, el interés de Colombia, que no es un país rico, descansa en pedir condiciones mas benignas en el tema de las patentes de los medicamentos.

Sin embargo, EEUU viene por todo, y seguirá el mismo comportamiento que ha venido teniendo en la firma de los tratados de libre comercio con los países que lo ha hecho, como Tailandia, Chile (25 años de vigencia de las patentes), los países centroamericanos, etc.

La firma de un TLC, en las condiciones que quiere EEUU, significará  mayores costos en medicamentos para los colombianos. Se ha calculado, que bajo las condiciones exigidas por EEUU, se pagarán 750 millones de dólares adicionales por los medicamentos a las multinacionales.

Ahora mismo en EEUU, ante la posibilidad de una pandemia mundial y la escasez del fármaco, la farmacéutica suiza Roche, que tiene los derechos de la patente del tamiflu, único medicamento capaz de combatir la gripa aviar en humanos (Virus H5N1), ha tenido que ser forzada a ceder la licencia de producción del tamiflu, como genérico, a cuatro farmacéuticas americanas. Hay otras cien a la espera de la licencia.

En este sentido, Sir John Sulston, británico y premio Nóbel de medicina, ha hecho un llamado para reformar el sistema de patentes de las medicinas, para facilitar el acceso más amplio al tamiflu, y así evitar la pandemia que amenaza al mundo. "Pienso que si podemos reformar la propiedad intelectual, separando el proceso creativo de investigación y desarrollo de la producción de medicinas, haciéndolas más baratas, estaremos mucho mejor", dijo. (Boseley, Sarah, 2005, "Nobel laureate calls for reform of drug patent system to save lives", The Guardian, October 15).

Algunos lectores, de mi artículo TLC: los pobres, más cerca de la tumba (www.semana.com.co), han insistido en que los genéricos, es decir los fármacos hechos con los mismos componentes químicos del fármaco original, y que se venden con el nombre del componente principal u otro nombre que no sea el nombre original de la marca registrada, no son tan buenos como el original. Sin embargo, éste no es el problema en discusión, que tiene que ver con la diferencia de precios entre las medicinas de marca y los genéricos, que en algunos casos es muy elevada. El problema de los genéricos versus los fármacos de marca es un asunto entre consumidores, que somos todos, y las compañías multinacionales, que con un comportamiento éticamente reprobable, que desborda toda legitimidad económica, obstaculizan el acceso a los medicamentos no solo a la mayoría de la población en el mundo pobre, sino también a gran parte de la población del mundo rico, afectando su bienestar, su calidad de vida y poniendo en peligro la vida misma.

Para ilustrar lo anterior está el siguiente caso. En 2001, un grupo de 17 organizaciones de consumidores, hicieron varias demandas legales contra Barr Laboratories y AstraZeneca, en los EEUU, bajo el cargo de que estas dos compañías, de manera ilegal, mantenían la versión genérica de una importante medicina contra el cáncer, por fuera del mercado, con un sobrecosto de cientos de millones de dólares a los consumidores. En 1992, Barr Laboratories obtuvo una victoria en un tribunal, al dictaminar que éste laboratorio podía producir una versión genérica de bajo precio de tamoxifen, el fármaco más utilizado para cáncer de seno, y que es vendido bajo el nombre de Novaldex. Sin embargo, el precio diminuyó muy poco, mientras la mayoría de los genéricos se venden con descuentos de 30% u 80% sobre el precio de la medicina de marca. El precio de tamoxifen era apenas 5% menor que el precio de Nolvaldex, que era producido por AstraZeneca. El magro descuento, decían los grupos de consumidores, era producto de un acuerdo secreto entre los dos laboratorios, pactado después que salieron del tribunal. Bajo ese pacto secreto, Zeneca le pagó a Barr US$ 21 millones y Barr acordó producir para Zeneca el fármaco, en vez de producir su propia versión genérica. Posteriormente, Zeneca después de una fusión en 1999 se convirtió en AstraZeneca. Este pacto "obligó a las mujeres con cáncer a pagar altos precios al mismo tiempo que tenían que luchar con su enfermedad", decía Kim Shellenberger, Directora de Prescription Access Litigation Proyect, la organización que hizo las demandas. Las compañías multinacionales han logrado, en base a resquicios legales, retrasar la salida de genéricos al mercado, no solo por meses sino también por años (NYT, "Suits Accuse Drug Makers of Keeping Generics Off Market", May 10, 2001).

Igualmente, con el Lipitor, un fármaco para bajar el nivel del colesterol, producida por Pfizer, en EEUU "los aseguradores y las agencias del gobierno tendrán la oportunidad de ahorrar miles de millones de dólares, desplazando los pacientes que toman Lipitor a una versión genérica de Zocor, un fármaco similar, pero menos potente hecho por Merck, en junio próximo, cuando se le vence la patente". Mientras, la dosis diaria de Lipitor cuesta 2 dólares o más por día, el genérico de Zocor costará  probablemente 35 centavos de dólar o menos. (NYT, "Lipitor or Generic? Billion-Dollar Battle Looms", october 2005).

Obviamente, el asunto de la calidad tiene que ver con las agencias que regulan la calidad de los fármacos, que tienen que ser muy estrictas, técnica y científicamente. En los EEUU las compañías que producen genéricos tienen que probar ante la FDA (Food and Drug Administration) que la versión que producen es idéntica a la del fármaco original. En nuestro caso, al Invima le toca rendir cuentas de sus funciones ante la opinión pública, si es que hay fallas de calidad en los genéricos.

No hay que olvidar que las multinacionales son un lobby poderoso. En los EEUU han financiado las campañas políticas, tanto por la presidencia como por las curules del congreso, de manera muy generosa. Igualmente, los médicos y científicos son cortejados con prebendas económicas, de muchas clases, como invitaciones a congresos y seminarios con todo pago, en hoteles de primera clase, etc. En este sentido, por último, a los lectores, les recomiendo la película El Jardinero Fiel, del cineasta brasileño Fernando Meirelles, sobre la novela de John Le Carré, que trata de las andanzas de las multinacionales farmacéuticas en África y de lo que son capaces con tal de lograr sus objetivos.

*Profesor Titular, U. Nacional de Colombia.