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Tres propuestas

Si a alguno de los candidatos a la Presidencia le importa el voto de Mauricio Martín Delvasto, tiene que leer esta columna. El autor incluye los tres puntos que considera imprescindibles para solucionar los problemas más importantes del país.

Mauricio Martín Delvasto
20 de agosto de 2005

En mi calidad de ciudadano del común, votaré para presidente de la Republica de Colombia, para el período 2006-2010, por el candidato que incluya en su programa de gobierno, prioritariamente y de manera detallada, lo siguiente:

1. Desmitificar la corrupción. Es decir, construir un modelo detallado (no será fácil) que desanime la voluntad para realizar acciones corruptas de los ciudadanos colombianos (me atrevo a afirmar que es una enfermedad endémica y como tal podría tratarse). Que desanime, entre otros, la voluntad de congresistas y senadores para poner por encima de todo la satisfacción de sus propios intereses antes que los de la Nación. El modelo debe ser estricto, ejemplarizante, radical y libre de todo relativismo moral.

2. Empowerment (no traduzco) del sistema judicial. Es decir, construir un programa que restituya la confianza, credibilidad y respeto frente a las decisiones judiciales. Tampoco será fácil desarrollar un programa con el que se logre transparencia, competencia profesional de los jueces, celeridad y genere, por decir lo menos, fallos inobjetables.

Es oportuno observar que este mismo programa conduce inexorablemente a restablecer la confianza en las instituciones -ya que sobre ellas y quiénes las dirigen también debe recaer el peso de la justicia-, aspecto en el cual hago énfasis porque difiere de los planteamientos que realizan hoy los diferentes programas de los partidos políticos.

Desde mi perspectiva, la confianza en la institucionalidad no se logra cambiando o reestructurando las instituciones, sino fortaleciendo el imperio de la ley y el orden (Rama judicial). Paradójicamente podría decirse que, como lo he experimentado en el transcurso de mi experiencia profesional, hay muchos programas de computación que aunque no son lo mejor, funcionan muy bien gracias a que los usuarios respetan las reglas de su funcionamiento. Por supuesto y desde luego, porque también los usuarios tiene la voluntad de usarlo correctamente con esas reglas (sin corrupción).

3. Construir un programa de gobierno que brinde oportunidades a sus ciudadanos. Así de simple pero así de complejo también. Me refiero exactamente a "ese sueño", ya no digamos americano, sino a ese sueño de aspirar a un futuro mejor si "yo quiero". Aclaro, las oportunidades están ahí, las crea el programa de gobierno, por ejemplo: oportunidades de trabajo con remuneración justa (¿reforma laboral?), oportunidades de construir y financiar empresas (¿reducir las tasas impositivas? o ¿tratados de libre comercio?), oportunidades para ascender y obtener riqueza (¿seguridad jurídica para la inversión?) y dependerá de mi voluntad, de un poco de orientación y hasta de olfato, seleccionar las que considere me permiten lograr los resultados. Entre otras cosas porque en este esquema "de las oportunidades", los fracasos solo se pueden atribuir a mi capacidad de elegir o de optar por el "yo no quiero" y no a la imposición de un gobierno, los intereses de un congreso, ó las trabas que impone una institución.

Tal vez parece una retórica populista. Pero en realidad no entiendo ningún programa de gobierno que no este dirigido a lo social, es decir a lo popular --y dice el diccionario de la RAE: "propio de las clases menos favorecidas"--, independiente de las etiquetas ideológicas que se quieran imponer: centro-izquierda, centro-derecha, social-democracia, etc. Eso es lo de menos.

Obsérvese igualmente que los temas de seguridad, y con todo respeto lo observo, llámense democrática, urbana o rural, no fueron una prioridad en mis planteamientos. Sin embargo debo reconocer que no pueden descartarse. El asunto es que mi mayor preocupación y creo no estar equivocado al afirmar que de una importante proporción de colombianos (aunque las encuestas no parecen evidenciar lo mismo) es la corrupción y eso se explica porque en el caso del "conflicto armado" se conocen los interlocutores (Farc, ELN, AUC y delincuentes comunes hasta con apodos reconocidos, etc); mientras el mayor problema con la corrupción es que sus protagonistas son prácticamente invisibles para nuestro sistema democrático y específicamente para la rama judicial.

Pero igualmente obsérvese que la propuesta esbozada anteriormente no utiliza un componente que hoy mencionan todos los programas que hasta ahora he observado: la pobreza. Primero porque usarla me parece politiquero (diferente a populista). Y segundo, todos sabemos que existe la pobreza, que es un problema muy grave. El asunto es que al mencionarla se espera de ese candidato una propuesta que la solucione sin que implique esfuerzo alguno y menos desembolso. Es decir espero que venga del cielo, en este caso, del gobierno.

Y como eso hoy es imposible, entonces tal propuesta de erradicar la pobreza se convierte en un boomerang que rebota posteriormente en fuertes críticas, por decir lo menos, hacia el gobierno. Por esta razón no hablemos de pobreza, hablemos de oportunidades, hablemos de orientación. Si hay oportunidades y hay orientación, el pobre solo existirá por su propia elección y no por exclusión.

Por ultimo, tampoco me he referido al tan deseado "crecimiento" económico necesario para reducir la pobreza. Soy pragmático en este aspecto. Si hay la demanda se crea la oferta. De nada sirve crear un programa de crédito, por ejemplo, para estimular a que las Pymes actualicen sus infraestructuras productivas cuando no hay quien compre. ¿Producir para mantener stocks? Y si bien es cierto hay que estimular la demanda interna (en mi opinión bastante reducida y retrasada en los últimos cinco años) no me queda ninguna duda que si existe y es muy grande la demanda externa. Puede ser, como indiqué antes, muy pragmático y hasta considerarse de simplista, pero el crecimiento es un resultado y no un objetivo económico. Tan es así y parece una ironía, que todos los meses tenemos que esperar los resultados estadísticos para saber si el PIB creció, con la inevitable sorpresa de que no fue así.

Apuesto doble a nada a que no hay un solo programa, ni del Polo, ni de la social democracia Liberal, ni siquiera de la centro derecha Uribista que intente plantear la solución a estos tres temas.