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Martes, 12 de septiembre, 6:00 a.m.

Agentes de la Sijín maltratan a dos policías auxiliares

Dos jóvenes policías auxiliares fueron víctimas de maltrato por parte de miembros de la misma institución. SEMANA.COM publica videos y documentos que respaldan los testimonios de los afectados. El caso está en la Procuraduría y la Justicia Penal Militar.

José Monsalve
11 de septiembre de 2006

Al auxiliar de policía Juan Francisco Herrera Cubillo, de 22 años de edad, no le gusta recordar esa mañana de lunes cuando, según él, fue ultrajado y golpeado en el Área Logística de la Policía, en Bogotá, por agentes de la Sijín con su compañero Milton Linares Durán. A Linares, de 24 años, tampoco, porque cada vez que orina un tinte rojo señala que los golpes le afectaron los riñones.

El infortunio de Herrera y Linares comenzó el 19 de agosto cuando terminaron su turno de vigilancia en el Área de Logística. Eran las siete de la mañana cuando les ordenaron que harían el trasteo privado del coronel Fernando Cárdenas Vélez, quien se cambiaba de casa. Salieron del Área Logística con otros tres auxiliares en un camión policial. A lo largo de la mañana llevaron en dos viajes desde Chía hasta el barrio San José de Bavaria los enseres acompañados por la esposa del coronel. Habían perdido su día de descanso, pero por lo demás, todo parecía haber salido bien.

Pero los esperaban unos problemas insospechados. El lunes siguiente en la mañana el coronel Jaime Ulises Ordóñez mandó llamar al personal que participó del trasteo. En tono enérgico les dijo que se había perdido una caja de electrodomésticos y que tenían que hacerla aparecer antes de que terminara el día. “Nos dijo que no le importaba nuestra dignidad, sino la de él”, afirma Linares. Según el testimonio de los cinco auxiliares implicados, el coronel Jaime Ulises Ordóñez los llamó ladrones y dispuso a una patrulla de la Sijin para que investigara la pérdida.

Al medio día llegó una patrulla de seis hombres de la Sijín al mando del teniente Ricardo Cifuentes Lozano para entrevistar a los auxiliares acusados del robo. Su ingreso quedó consignado en el folio 119 del cuaderno de control interno. A Herrera y Linares, que estaban de uniforme, les ordenaron ponerse una sudadera. Los condujeron a los talleres, desolados por ser lunes festivo. En la portería que da acceso a este sector quedaron bajo custodia de un agente de la Sijin los otros tres auxiliares así como el conductor del camión. SEMANA.COM obtuvo las grabaciones de las cámaras de seguridad en las cuales quedó registrado que Herrera y Linares entraron con cinco miembros de la Sijín vestidos de civil. Ya habían chequeado, en compañía de un policía uniformado, que el lugar estaba completamente solo. (ver video 1). Se dirigieron hacia el sector de los baños (ver video 2).

“Llegamos allá y nos hicieron desnudar. A mí me metieron a la ducha por varios minutos y luego me sacaron del baño de talleres y me rodearon pegándome puños y patadas en la espalda y el estómago. Me esposaron con las manos atrás y me hicieron arrodillar -narra Milton Linares- diciéndome que ‘!dónde está la caja!’. Me botaron al piso, quedé boca abajo y uno se me subió a la espalda y me jalaba la quijada hacia atrás quitándome la respiración”. Según Linares, en el peor momento uno de los agentes de la Sijín se sentó sobre sus nalgas con lo que sus testículos quedaban aplastados contra el piso. “Les gritaba que me dolía y me decían que de malas h.p.”.

Herrera no podía ver lo que estaba pasando pero oía desde el baño, custodiado por uno de los intendentes de la Sijín, los quejidos de su compañero. Cuenta que el teniente al mando de la patrulla entró y le dijo que confesara dónde estaba la caja si no quería que le fuera peor que a Linares. “Le dije que no nos habíamos robado nada. Entraron a Linares y me sacaron a mí. Me hicieron poner de rodillas esposado y me golpearon hasta dejarme vencido”, afirma Herrera.

Los dos auxiliares sostienen que se salvaron porque que en medio de la “entrevista” de Herrera, un agente en traje deportivo llegó inopinadamente a la zona de talleres. Según ellos, en la garita de seguridad el vigilante de servicio le había informado que varias personas estaban en el sector de los baños. Cuando vio lo que sucedía se alejó alarmado por una vía alterna. En las grabaciones obtenidas por SEMANA.COM se aprecia una persona en traje deportivo que sigue el trayecto descrito y que al salir, aparentemente, le hace ademanes de reclamo al vigilante (ver video 3).

Según los auxiliares, cuando los de la Sijín vieron al agente les quitaron las esposas y les ordenaron meterse en la ducha. Y de inmediato los sacaron del sector. (ver video 4). “Dos de la Sijín nos dijeron que si nos quejábamos nos mandaban matar, y que mataba a nuestras familias. Que los muertos no podían pasar informes, que entonces nos quedáramos callados”, afirma Milton Linares. Agrega que el luego del maltrato, cuando él dijo que se quejaría, el teniente de la Sijín le propuso “un pacto de varones” para guardar silencio.

El testimonio de Diego Méndez Niño, otro de los auxiliares que colaboró en el trasteo, señala que los agentes de la Sijín no terminaron de buscar la caja allí. Cuando salieron del área de talleres, Cifuentes le ordenó  ir a su casa para buscar los elementos perdidos: un teléfono inalámbrico, un DVD, un contestador automático y una consola de juegos electrónicos (Game Boy). Méndez lamentó para sus adentros haber comentado en alguna oportunidad que tenía un Game Boy. Dos miembros de la Sijín lo condujeron en un Chevrolet Sprint a su casa en Suba, en donde a pesar de la requisa no encontraron nada sospechoso. A las 12:40 p.m. una cámara y el cuaderno de anotación registran la salida del vehículo (ver video 5). En el vehículo iban el patrullero de la Sijín Jimmy Garavito Serrano, un compañero de éste, el auxiliar Méndez y dos compañeros suyos a los que les pidió que lo acompañaran.

Cuando el capitán Castellanos, del Área Logística, se enteró de lo sucedido llevó a los dos auxiliares lesionados al Hospital Central de la Policía. Sin embargo, los auxiliares se quejan de que solo se les permitió ir a Medicina Legal tres días después de los hechos, luego de que decidieron llamar y presentar la queja ante la Procuraduría. En los informes de Medicina Legal no se registran lesiones externas pero se señala que Linares debe ser valorado por un urólogo y Herrera por un siquiatra.

A la fecha los auxiliares no han tramitado esta diligencia. Según los auxiliares afectados, el miércoles 23 el general Jaime Augusto Vera, Inspector General de la Policía, los entrevistó. Vera admite que se presentó una irregularidad en el Área Logística y que el caso es de conocimiento de la justicia penal militar, pero señala que su diligencia se cumplió el martes 22, un día antes de que los auxiliares acudieran a la Procuraduría.

A los auxiliares les preocupa que la Justicia Penal Militar investiga a todo su curso por la pérdida de una pistola, y temen que ese antecedente los vaya a afectar, aunque el asunto no ha sido resuelto. “Yo tengo un familiar que trabaja con el senador Elmer Arenas y estoy tratando de buscar ayuda por ese lado”, afirma Linares.

El asunto plantea al menos tres cuestiones. La primera es si los auxiliares de la policía, que están prestando su servicio militar al país, deben ser obligados en su día libre, a hacer trabajos particulares para los oficiales. No sólo por el derecho que tienen a su descanso, sino porque se les obliga a cambio de nada a asumir responsabilidades que no les corresponden. La segunda es que, más allá de si son o no culpables del hurto de la caja, las autoridades no tienen ningún derecho de acudir a maltratos para resarcir lo que de entrada ya era un abuso. Y la tercera es la pregunta más inquietante. ¿Qué hubiera pasado si el agente salvador no hubiera llegado inesperadamente al lugar de los hechos?

Semanas después de haber sufrido la golpiza a manos de la patrulla de la Sijín, los auxiliares sienten temor por lo que les pueda ocurrir dentro de un mes cuando terminen el servicio militar que por voluntad propia decidieron prestar en la Policía. "Si un agente le pega a otro aquí en la misma unidad, ¿cómo será cuando agarran a un pobre civil?", se pregunta Linares. Y la respuesta no es tan obvia.