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Aquí no hay valla pa' tanta gente

Miércoles 25. La reglamentación de la publicidad política, por parte del Consejo Nacional Electoral, puede convertirse en uno de los principales factores de discordia entre los candidatos al Congreso y sus partidos políticos.

Juan Pablo Ossa
2 de febrero de 2006

Aunque la reforma política de 2003, con disposiciones como los umbrales electorales y las listas únicas, busca promover la agrupación de los candidatos bajo la bandera de un partido, en la práctica, el personalismo sigue triunfando. En las próximas elecciones, al igual que en el pasado, los candidatos han tenido que armar sus propios equipos de campaña, conseguir su propia financiación y desarrollar individualmente una estrategia de medios para que la gente los reconozca. Sin embargo, este último punto, determinante en cualquier campaña, recibió un duro golpe por parte del Consejo Nacional Electoral.

La reciente resolución del CNE sobre publicidad política castiga las campañas individuales y premia a los partidos, al entregarles el control sobre la propaganda política. El Consejo Electoral decretó que cada partido sólo puede pasar en las ciudades capitales 50 cuñas radiales diarias, publicar 5 avisos en los medios escritos y fijar 5 vallas. En estas circunstancias, para divulgar su mensaje, los candidatos que compitan en una misma agrupación tendrán que ponerse de acuerdo para repartirse los pocos espacios que la ley permite. Por eso cuando haya pocas personas de un mismo partido disputándose los votos de una región, no existirán mayores problemas. Pero en las grandes ciudades, especialmente Bogotá, donde muchos buscan capturar el voto de opinión, la repartición de la publicidad ocasionará más de un inconveniente.

Este es el caso del Polo Democrático Alternativo, pues la mayoría de sus candidatos son fuertes en los grandes centros urbanos. Para Gustavo Petro, la decisión del Concejo Nacional Electoral es un error porque no diferencia entre las listas con voto preferente y las listas cerradas para establecer los topes de propaganda. El representante considera que en el Polo la repartición es una labor imposible, pues para Senado hay 100 candidatos que quieren que sus nombres sean reconocidos por la ciudadanía. Para no enfrascar al Polo en otra interminable discusión, Petro propone que los cupos con los que cuenta el partido sean utilizados únicamente para promocionarlo.

Para las agrupaciones uribistas, como La U, Equipo Colombia y Cambio Radical, que han conseguido un equilibrio regional en la composición de sus listas, la reglamentación del Consejo Electoral no es tan problemática. La mayoría de los candidatos de estos partidos tienen sus fortines electorales bien definidos y las listas se elaboraron respetando estas divisiones. Por ejemplo, el ex director del Partido Liberal, Luis Guillermo Vélez, quien aspira al Senado con el Partido de La U, afirma que en Antioquia sólo tendrá que compartir los espacios publicitarios con el candidato de origen conservador, Juan Carlos Vélez. En cuanto a Equipo Colombia, el senador Gabriel Ignacio Zapata Correa reconoce que en la conformación de las listas se han cuidado de no "pisarse los callos". Pero ante un eventual conflicto, el partido cuenta con el firme liderazgo de Luis Alfredo Ramos, quien tiene la última palabra.

En ese mismo sentido, el representante Germán Varón afirma que Cambio Radical va a respetar los espacios para que las personas que sean oriundas de cada región puedan adelantar sus campañas publicitarias. Sin embargo, reconoce que no han podido llegar a un acuerdo en Bogotá, ya que la mayor parte de los aspirantes al Senado esperan sacar una alta votación en esta ciudad. Por eso han contemplado la posibilidad de turnarse los tiempos de las vallas y las cuñas radiales.

Pero además de la milimetría regional que siguen los partidos uribistas, la publicidad en los medios masivos no es algo tan importante para algunos de sus candidatos, ya que son grandes caciques que dependen más de sus redes políticas, que del electorado de opinión. En estas condiciones, la campaña institucional que adelanten sus agrupaciones, apelando a su apoyo irrestricto al presidente Uribe, se convierte en un valor agregado para ensanchar su caudal electoral.

Para los conservadores y liberales, la situación tampoco será tan difícil, pues sus apoyos están principalmente en las pequeñas ciudades y en la zonas rurales, donde la competencia por la publicidad no será tan fuerte. Y si hay algún conflicto, ahí están Gaviria y Holguín para resolverlos. Así mismo, sus banderas ya están bien grabadas en la memoria de todos los colombianos, lo que representa una gran ventaja si se tiene en cuenta que en el nuevo tarjetón electoral sólo aparecerán las insignias de los partidos. Por lo tanto, el director del liberalismo, César Gaviria, espera que su partido recoja muchos votos, en medio de la confusión que puede causar entre los ciudadanos el estreno de las nuevas normas electorales.

Pero sin duda, el partido más favorecido con la reglamentación del Consejo Nacional Electoral es el País que Soñamos, de Enrique Peñalosa. Éste será uno de los pocos movimientos que competirá a través de listas cerradas. Por esta razón, mientras que los demás tendrán que preocuparse por repartirse los escasos espacios entre sus candidatos, Peñalosa tendrá todo lo que necesite para posicionarse.

En la medida en que se acerquen las elecciones, veremos lo que harán los candidatos para sacarle el cuerpo a la reglamentación, pues a pesar de la reforma política de 2003, lo que se ha visto es que el personalismo sigue triunfando. Saldrá a flote lo más ingenioso de nuestra malicia indígena. Algunos pondrán vallas móviles, otros pendones en los postes de la luz y no faltará quien utilice un avión para divulgar su propaganda. Nuestras tradicionales "leguleyadas" también aparecerán. Ya se ha oído de candidatos que están pensando en utilizar los cupos publicitarios de los movimientos ciudadanos que adhieran a sus campañas y no será raro que aparezcan partidos dispuestos a venderlos. Por eso, aunque la intención del Consejo Nacional Electoral va en la dirección correcta, el inagotable poder de adaptación de nuestra clase política demuestra que aún falta recorrer un largo trecho para consolidar unas instituciones partidistas, que estén por encima de sus figuras.