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MEDIO AMBIENTE

Arde Salamanca

Una zona de la Isla de Salamanca habitada por colonos, campesinos y desplazados arde desde quince días. El viento lleva el humo hasta Barranquilla que se encuentra a cuatro kilómetros de la zona de los incendios.

17 de abril de 2008

Desde hace quince días el olor a enea quemada invade a Barranquilla. Por espacio de varias horas y dependiendo hacia dónde se dirija el viento, los habitantes de la arenosa respiran el olor a hierba quemada.

En esta época ocurren varios fenómenos: los campesinos queman los rastrojos para hacer la roza, cultivos de maíz y otros productos de estación. También puede ser que los mismos campesinos queman las zapales, zonas cenagosas, para que la hicotea salga y capturarla. Es la liga de la temporada: arroz con guiso de hicotea. Otro fenómeno bastante probable y ocurrente es la quema de mangle para vender la leña en el mercado público de Barranquillita. Y una última razón para los incendios es que de esta manera los campesinos preparan la tierra: queman los pastizales secos ante la inminencia de la temporada de lluvias y así hacen que germine la hierba fresca al llover.

Cualquiera de estos fenómenos que esté ocurriendo, el daño es incalculable por las emisiones de humo a la atmósfera y el daño sobre el suelo. La Isla de Salamanca tiene una zona destinada para el arque
Natural que son 52.600 hectáreas y otra parte ocupada por invasores, presuntos propietarios, terratenientes y durante años refugio de militantes de la guerrilla del Eln y de las Farc. También ha sido lugar de caletas de narcotraficantes, desde Salamanca salían lanchas rápidas.

La Isla de Salamanca es un estuario de aguas dulces y marinas, ubicada en la margen derecha de la desembocadura del río Magdalena, más o menos en los últimos 30 kilómetros. Es el delta del río Magdalena. A la izquierda está la ciudad de Barranquilla. De la Sierra Nevada bajan una docena de ríos que alimentan su ecosistema, en especial el río Aracataca. Durante la temporada de verano, diciembre a marzo, miles de aves migratorias anidan en ella. Es célebre la afirmación del fotógrafo Leo Matiz que, para explicar su vocación de viajero incorregible, dijo en una ocasión cuándo le preguntaron por qué se fue de Aracataca: "Porque desde acá no se ve tierra firme, sólo el mar infinito, yo tengo que saber de dónde vienen esas aves". Matiz se fue y más nunca volvió.

Salamanca arde desde hace días ante la mirada impotente de las autoridades ambientales del Atlántico y de Barranquilla, pues aunque está al otro lado del río, a dos kilómetros, en la orilla opuesta, quienes tienen jurisdicción sobre la parte de la isla que no corresponde a Parques Nacionales, es Corpamag y su sede está en Santa Marta, a cien kilómetros, donde no se siente el humo de la enea, el mangle y la hicotea chamuscada al final de esta temporada de verano.