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Bionegocios. ¿Es posible?

Los negocios ecológicos se están convirtiendo en una opción para quienes buscan trabajo y además quieren generar empresa. Medicamentos naturales, panela pulverizada o condimentos para alimentos hacen parte de la variada gama de "bionegocios" que están comenzando a gestar un nuevo sector.

Andrés Felipe Osorio*
30 de mayo de 2004

Al igual que otros hombres que se dedican a trabajar la caña, a don Cipriano Salgado le hace falta un dedo. Es un campesino convencido enraizado, afecto a los dichos populares y poseedor de un admirable lenguaje. Su discurso no tiene nada que envidiarle al de los estudiantes de primer semestre de cualquier facultad de economía.

Desde 1997 se dedica a una empresa de producción de panela orgánica. Su negocio es uno de tantos basados en la ecología y el cuidado al medio ambiente, que aspiran ganar plata en una época en que todo el mundo sabe que el planeta sufre y necesita ser explotado con precaución y desarrollo sostenible.

Su producto se llama Servisiro, una panela pulverizada elaborada sin ningún tipo de químico. La empresa genera 30 empleos directos, 60 indirectos, produce de 7a 8 toneladas mensuales, y logró entrar a importantes distribuidores como Colsubsidio y Carrefour.

Como esta empresa hay muchas en Colombia que le apuestan a la aventura de los negocios ecológicos a pesar de los riesgos, la ausencia de una política de Estado sobre el tema y la dificultad para conseguir fuentes de financiación.

Más ejemplos: Labfarve es una empresa que produce medicamentos con base en extractos naturales que reducen la posibilidad de toxicidad y de efectos secundarios, además de que los medicamentos de síntesis química son más baratos. La marca hace presencia en Carulla, Merquefácil, se exporta a Estados Unidos, Ecuador, genera 131 empleos directos y en 2003 facturó 3.700 millones de pesos en ventas.

Aproplast se dedica desde hace 17 años al reciclaje de plásticos. Su labor prolonga la vida del relleno sanitario de Bogotá (el plástico tarda 200 años en descomponerse), además de evitar, al impedir que los envases se depositen en la tierra, que los líquidos contenidos en estos lleguen al subsuelo y contaminen las aguas residuales.

Las empresas de este tipo son interesantes alternativas de negocio, no sólo por su rentabilidad, su capacidad de generar empleo, sino también porque se basan en una materia prima en la que el país es líder: la biodiversidad.

¿En qué invertir y a quién acudir?

Sin embargo, una aventura empresarial de este corte, como cualquier otra, debe hacerse con mucha prudencia. En un artículo publicado en El Espectador (marzo 7 de 2004), un empresario del sector dice que "no se puede olvidar que las bioempresas son muy demandantes de capital y además cuentan con períodos largos de maduración de la inversión general".

Estos negocios son caros. Además, Colombia, por su posición de país en vías de desarrollo, con déficit fiscal, con inversiones mínimas en el área tecnológica, está en desventaja en comparación con otros países, así que antes de invertir debe investigarse en qué nichos del mercado internacional es competitivo el país.

Myriam de Peña, jefe del programa nacional de biotecnología de Colciencias, advierte que en este momento su institución está adelantando una investigación para determinar en qué sectores del mercado el país podría ser competitivo. Se esperan resultados para finales de 2004.

Con la misma prudencia, José Antonio Gómez, coordinador de biocomercio del Instituto Humboldt, se arriesga a decir que las dinámicas empresariales en Colombia se dirigen a cuatro cadenas productivas: plantas medicinales, flores y follajes (plantas decorativas), ecoturismo, producción de guadua y producción orgánica.

Por su parte, Miguel Lozano, asesor del Instituto de Biotecnología de la Universidad Nacional, cree que en los sectores agroindustrial y agroalimentario pueden encontrarse las fortalezas del país. Y, según Rafael Sabogal, coordinador de manufactura y servicio del Dama, en el reciclaje hay interesantes alternativas de negocio.

Para empezar una empresa de este perfil, los interesados tienen a su disposición toda una red de instituciones que pueden orientarlos.

Orlando Granados y Sady Alfonso Castro son un par de emprendedores jóvenes que quieren montar una fábrica de colorantes naturales. Necesitan 100 millones de pesos para arrancar, tienen un plan de negocios tan voluminoso como cualquier novela de aventuras y dan fe de que en materia de gestión hay entidades que trabajan con responsabilidad: Innovar, Ministerio de Comercio Exterior, Instituto Humboldt, Ministerio del Medio Ambiente, Cinset, Cámara de Comercio, Ministerio de Agricultura, Sena, Fundación Restrepo Barco, entre otras.

Estos jóvenes egresados de la Universidad Nacional llevan tres años trabajando en la constitución de su empresa, han invertido plata y sólo hasta ahora han logrado las primeras ventas. Pero cuando hablan, remitiéndose siempre al grueso libro que es su plan de negocios, dicen que la aventura ha valido la pena porque aspiran participar de estadísticas tan tentadoras como las que siguen:

España (ellos apuntan a exportar sus productos a Europa) importó, en el año 2001, 24 millones de dólares en pigmentos naturales y Alemania, 30 millones.

Inconvenientes y sugerencias

El primer inconveniente a la hora de arrancar es obtener los recursos. Todas las empresas anteriormente citadas dan testimonio de que conseguir los recursos es una odisea. Al unísono reclaman capitales de riesgo para los bionegocios, así como una política de Estado en el tema.

Granados y Castro, los emprendedores de colorantes, están a la espera de obtener diversas fuentes de financiación para consolidar su proyecto. Los inversionistas privados nacionales o extranjeros, programas de cooperación Internacional y créditos para creación de empresa están en su agenda como aspirantes a ser dadores de recursos.

Otra interesante fuente de financiación empresarial es el Fondo Emprender del Sena. Sus recursos no son crédito sino capital semilla, y podrán ser condonados en un 100 por ciento si el proyecto cumple con los indicadores de gestión que se acuerden con los beneficiarios.

El fondo aún no está listo, pero los empresarios que estén en proceso de formación pueden aspirar obtener dinero de esta iniciativa que pone a su disposición entre 5 y 80 millones de pesos. Entre los requisitos figuran que sea una iniciativa en formación, que su nómina incluya 50 por ciento de aprendices, practicantes universitarios o profesionales que no superen un año de haber recibido su primer título profesional.

Otras instituciones que respaldan con créditos blandos a los bionegocios son la Fundación Restrepo Barco, Fundación Corona, Colciencias, FES, Fondo para la Acción Ambiental y Ecofondo. En julio, el Instituto Humboldt también pondrá en marcha un sistema de crédito blando.

Los emprendedores deben tener en cuenta que los recursos iniciales deben provenir de su bolsillo. Además del asunto de la financiación, los bionegocios requieren algunas estrategias más complejas. El ministro de Agricultura, Carlos Gustavo Cano, resume en cinco las acciones pendientes para estimular las bioempresas:

1. Proteger la propiedad intelectual. Hoy en día, las grandes multinacionales se apropian a través de patentes de los códigos genéticos de alimentos básicos y de especies animales y vegetales que nacen en el Tercer Mundo. Según Naciones Unidas, "el valor anual -escribe Cano- de las plantas y los animales de los países tropicales empleados por las grandes empresas farmacéuticas asciende a más de 20.000 millones de dólares anuales (.) Según la organización Christian Aid, la biopiratería le estaría costando al Tercer Mundo no menos de 4.500 millones de dólares por año".

2. Los organismos internacionales deben equilibrar las grandes diferencias que existen entre los países ricos y pobres en el acceso a la investigación y la tecnología.

3. Hacer consorcios para la innovación tecnológica entre instituciones públicas y privadas.

4. Elaborar planes para la explotación de la biodiversidad, con responsabilidad ambiental, desarrollo sostenible y competitivo.

5. Lograr que el marco jurídico para la explotación y la investigación de los recursos de la biodiversidad sea ágil y confiable.

Lo que queda de camino

Se sabe que en el país hay potencial para hacer este tipo de negocios. Existe la biodiversidad y el talento humano. El embajador de Estados Unidos en Colombia, William B. Wood, lo resumió hace poco en una entrevista con la revista SEMANA: "Si Bill Gates hubiera sido colombiano quizá no existiría Microsoft. Eso quiere decir que hoy en una escuela o universidad o garaje puede haber un Gates colombiano esperando la oportunidad".

O mejor, ese empresario soñado puede ser Cipriano Salgado, que consciente del riesgo de iniciar una empresa, se echó al agua sin miedo y resume su cruzada levantando su mano de cuatro dedos, y con uno de los tantos dichos populares que suele citar: "Las cargas se miran por el camino, a Santa Rosa o al charco".

*Periodista