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Esta foto fue tomada en una reunión que tuvieron los mandatarios Hugo Chávez de Venezuela y Álvaro Uribe de Colombia, el pasado 24 de noviembre de 2005. En esa ocasión también se reunieron en la refinería de Paraguaná. | Foto: FOTO: AP

RELACIONES DIPLOMÁTICAS

¿Borrón y cuenta nueva entre Uribe y Chávez?

Los presidentes de Colombia y Venezuela se reúnen este viernes en el estado venezolano de Falcón. Después de ocho meses de distanciamiento, acusaciones y agresiones verbales los mandatarios buscarán recuperar la confianza perdida. Un nuevo Chávez recibe a Uribe.

César Paredes, periodista de Semana.com
10 de julio de 2008

Después de ocho meses de relaciones tirantes, el Presidente de Venezuela Hugo Chávez y su homólogo de Colombia Álvaro Uribe se reunirán en el Complejo Refinador de Paraguaná, zona occidental venezolana. Es la primera vez que Uribe visita el vecino país, desde que en noviembre del año pasado retirara a Chávez de la mediación para un acuerdo humanitario con las Farc.

Aunque las relaciones comerciales entre los dos países han fluido sin percances, en el campo político los encontrones han alcanzado dimensiones insospechadas. Por esta razón el encuentro entre los mandatarios ha generado una gran expectativa entre ciudadanos de las dos nacionalidades y la prensa internacional.

La agenda divulgada por la Cancillería colombiana indica que Uribe llegará al aeropuerto Josefa Camejo, en el estado de Falcón, a las 11 de la mañana. Allí recibirá honores militares. Luego irá al Complejo de Refinación de Paraguaná, y hará un recorrido por la Refinería Amuay, minutos antes de la reunión que tendrá en privado con el mandatario venezolano.

Chávez aprovechará para mostrar la infraestructura de la planta refinadora de crudo más grande del mundo. Cuando el presidente venezolano se reúne con altos dignatarios fuera del Palacio de Miraflores, acostumbra a llevarlos a los complejos industriales más importantes de su país.

Además de lograr zanjar las desavenencias, la reunión de los dos mandatarios tendrá por objetivo firmar la suscripción de un acuerdo entre el Instituto Autónomo de Ferrocarriles del Estado (IAFE) de Venezuela, y el Ministerio de Transporte de Colombia. Uribe explicó el pasado fin de semana que el acuerdo consistía en un “compromiso de intención” para la construcción de un ferrocarril binacional, que una la costa caribeña con los llanos orientales colombianos.
 
Una vez los gobernantes almuercen y firmen los acuerdos, darán una rueda de prensa. Al final de la tarde Uribe regresará a Colombia.

¿Por qué la expectativa con la reunión?

La reunión entre los dos mandatarios tiene un especial significado para la región pues sus gobiernos representan proyectos políticos disímiles. Por un lado Chávez es la figura de izquierda más radical del hemisferio, cuando esta tendencia política ha ido ganando terreno en el continente. Por el otro, el gobierno de Uribe es el mayor aliado de Estados Unidos en la región, lo que molesta a varios de sus vecinos. Mientras Caracas ve en el intervencionismo estadounidense una amenaza, Bogotá considera que sin ella no sería financieramente viable la lucha contra la guerrilla.

Sin embargo, los dos países tienen intereses en común. Además de los comerciales, ya que la frontera más activa de la región es la colombo-venezolana, una gran parte de la droga que se produce en Colombia sale por Venezuela en dirección a Estados Unidos y Europa, lo que obliga a los dos gobiernos a pensar en una estrategia de vigilancia conjunta.

Pero la historia reciente de las relaciones entre Caracas y Bogotá ha estado llena de diatribas y amenazas. Con un Chávez provocador, amigo de las declaraciones descalificadoras en caliente, y un Uribe parco que prefiere no responder en los micrófono sino actuar.

Un nuevo Chávez recibe a Uribe

Sin embargo, de unos días para acá, Chávez ha cambiado su tono. A principios de junio proscribió la lucha guerrillera como opción de alcanzar el poder en Latinoamérica y pidió a las Farc la liberación de los secuestrados sin condiciones.

Además, este miércoles en transmisión televisiva criticó a los líderes del partido Comunista (una fracción pequeña de la coalición oficialista) que convocaron a una marcha para rechazar la visita de Uribe a Venezuela. Chávez dijo que él era quien había invitado al mandatario colombiano “para darle la mano, para conversar y para buscar la integración, respetando las particularidades, porque Colombia es una patria hermana de Venezuela”.

Ronald Rodríguez, analista del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, explicó a Semana.com a que se debe el cambio de actitud del mandatario venezolano: “Chávez ya no es el mismo del comienzo de año. Su papel en el contexto regional ha cambiado. Los países aliados de su gobierno, como Bolivia y Nicaragua están atendiendo graves problemas internos. El descubrimiento de yacimientos petroleros en Brasil le restó fuerza a sus intenciones de consolidarse en líder regional”.

Pero, según Rodríguez, esto no significa que el jefe del Estado venezolano esté debilitado. “Chávez es el mandatario con más experiencia del continente. Su reunión con Uribe hace parte de la aplicación de la estrategia de ‘revisión, rectificación y reimpulso’ que antes había anunciado”, dijo el analista.

Esta es la historia de amores y desamores entre los gobiernos de dos países hermanos que tienen problemas comunes como la vigilancia y el comercio fronterizo. Por eso se espera que la reunión sea cordial, que los mandatarios evalúen el ejercicio de los cuerpos diplomáticos y que lleguen a acuerdos de cooperación conjunta, que sirvan para dirimir las tensiones e impulsar el desarrollo económico y fortalecer la seguridad entre los dos países.

Crónica de los encuentros y desencuentros

No es la primera vez que Chávez y Uribe se reúnen para tratar de normalizar las relaciones entre los dos países. En los últimos tres años, las relaciones han tenido más momentos borrascosos que de amigable calma.

La primera crisis fue en 2005. El 15 de febrero de ese año, Uribe estuvo en Caracas después de dos meses de tensión generada por la captura del líder de las Farc Rodrigo Granda, a la que Chávez calificó como una violación a la soberanía. Según Caracas, Granda fue capturado en la capital venezolana. El gobierno colombiano, que sostuvo reiteradamente que el líder guerrillero había sido capturado en la ciudad colombiana fronteriza de Cúcuta, acusó a Venezuela de albergar miembros de organizaciones consideradas terroristas. Sin embargo, tras la reunión se relajó el ambiente, tanto como para que a mediados de 2007 Uribe autorizara la mediación de Chávez en el intercambio humanitario para buscar la liberación de los secuestrados en poder de las Farc.

En noviembre del año pasado Uribe retiró abruptamente a Chávez de la mediación por el acuerdo humanitario, dando paso a la crisis más dura de las últimas décadas entre los dos gobiernos.

Fue un “escupitajo en la cara”, llegó a decir Chávez, quien llamó a consultas a su embajador en Colombia. El gobierno colombiano argumentó, sin más detalles, que la decisión fue tomada para defender la seguridad democrática.

En diciembre del año pasado, las Farc anunciaron que serían liberados Clara Rojas, su hijo Emanuel y Consuelo González, pero que los entregarían al gobierno venezolano. Cuando se descubrió que Emanuel no estaba en poder de las Farc sino que su custodia la tenía el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Chávez quedó en una situación incómoda. Fue Uribe quien hizo el anuncio que después fue confirmado.

Sin embargo, las Farc liberaron a las dos mujeres y tras el hecho Chávez dijo que el proyecto de las Farc tenía legitimidad en Venezuela y que les concedería el estatus de beligerancia. Su posición provocó el rechazo, no solo de representantes del gobierno colombiano, sino de mandatarios de otros países. En ese momento la amenaza de un cierre de frontera por parte de Venezuela empezó a preocupar a los sectores económicos que lideran el mercado fronterizo más importante de la región.

Pero otro suceso terminaría por agravar la crisis: El 1 de marzo de este año tropas colombianas atacaron el campamento del segundo de las Farc, Raúl Reyes, en la frontera con Ecuador, en el que el líder guerrillero cayó muerto con otras 25 personas. El hecho derivó en el diferendo diplomático regional más importante de los últimos años. Ecuador rompió las relaciones diplomáticas, que aún no se han restablecido, con Colombia.

Chávez llamó a Uribe “mafioso” y “patrocinador de genocidas”, y en un acto público dedicó un minuto de silencio al guerrillero abatido.

En respuesta, el gobierno colombiano publicó información, presuntamente extraída de los computadores incautados a Reyes, que indicaba que Chávez había patrocinado con armas y dinero a las Farc y que líderes guerrilleros sostuvieron varios encuentros clandestinos con representantes de los gobiernos venezolano y ecuatoriano.

Chávez envió tropas venezolanas a la frontera y dijo que cualquier intento de militares colombianos de entrar en su país sería repelido militarmente. Pero en la Cumbre de Río, después de que el mandatario venezolano diera un discurso que invitaba a la hermandad, de manera folclórica se zanjó el diferendo diplomático, con abrazos entre los mandatarios y sonrisas que no parecieron del todo sinceras.

Pero Chávez volvió a la carga cuando en mayo pasado el embajador de Estados Unidos en Colombia, William Brownfield, dijo que su país podría proponer el traslado de la base militar de Manta (Ecuador) a Colombia. El jefe de Estado venezolano dijo que Uribe estaba jugando con fuego, le sugirió que reflexionara y lo instó a recuperar “el buen sentido”.