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"Bajo la mugre que desluce a Cali, dos razones brillan como las causas estructurales del problema: Emsirva, la empresa de aseo, y Navarro, el basurero a cielo abierto". FOTO: FABIO POSADA / SEMANA.COM

INFORME ESPECIAL

Cali vive una emergencia sanitaria por las toneladas de basura que inundan sus calles

La capital del Valle es hoy un mar de basuras a cielo abierto. La situación se presenta por la incapacidad de su empresa de aseo para recoger las 1.800 toneladas diarias de basura que produce y porque el basurero de la ciudad, hace nueve años se debió cerrar.

Fabio Posada
26 de enero de 2007

La capital del Valle del Cauca se ahoga en basura. Como si fueran parte del mobiliario urbano, desperdicios de toda clase inundan lotes, puentes, separadores, intersecciones y hasta sus principales avenidas. Los desechos y escombros son el telón de fondo de una ciudad que por estos días anda sin brújula. En algunos barrios hace rato que no le ven la trompa a un camión recolector. Las que sí aparecen son unas volquetas viejas y destartaladas en las que los empleados de Emsirva (Empresa de Aseo de Cali) intentan llevarse la basura, pero lo que hacen es regarla por toda la ciudad, pues los líquidos se filtran por las grietas del platón y los residuos sólidos caen nuevamente a las calles, dejando una estela maloliente y desagradable.
 
En sectores comerciales, donde a diario pasa el carro recolector cumpliendo una ruta exclusiva para clientes de alto volumen, algunos usuarios, desesperados por la cantidad de basura represada frente a sus casas, amenazaron con agredir a los operarios de Emsirva durante el fin de año. Una situación anormal, que deja claro que el sistema de recolección y disposición en Cali colapsó.
 
Gente persiguiendo el carro recolector, y los desperdicios creciendo en postes y semáforos; dos imágenes increíbles que sorprendieron a los miles de turistas que visitaron la Sultana del Valle en diciembre, y que, aún hoy, incomodan a dos millones y medio de caleños. ¿Cómo se llegó a semejante caos?
 
Historia sin fondo

Bajo la mugre que desluce a Cali, dos razones brillan como las causas estructurales del problema: Emsirva, la empresa de aseo, y Navarro, el basurero a cielo abierto. La primera es una entidad del orden municipal, creada en 1969 y entre cuyas funciones está la recolección de los residuos sólidos, el barrido de las calles y el mantenimiento de las zonas verdes, que en Cali son abundantes. Esa es su razón de ser; sin embargo, a partir de 1989, cuando entró en vigencia la elección popular de alcaldes y corporaciones públicas, la empresa se convirtió en un botín de la burocracia local.
 
Esta situación facilitó la creación de nóminas paralelas, sobrecostos operativos y dio pie para que el sindicato negociara onerosas prebendas con los gerentes de turno. Lo anterior, sumado a las prácticas delictivas, investigadas por las autoridades y que SEMANA denunció en 2005, llevó la empresa a la ruina.
 
Una comisión especializada de la Procuraduría General investiga el presunto tráfico de influencias que un grupo de concejales, funcionarios, el alcalde de Cali, Apolinar Salcedo, y una de sus hermanas, habrían realizado aprovechando el sistema de contratación del personal en Emsirva.
 
El caso salió a la luz pública en octubre de 2005, cuando la entidad fue intervenida por la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios, y el gerente de la época, Álvaro Ortega, decidió contratar directamente el personal para barrer las calles de la ciudad. Algo que, desde 1999, se hacía a través de las famosas Empresas Asociativas de Trabajo (EAT).
 
Entonces se supo que los sindicados eran los dueños en la sombra de las EAT. La nómina de estas empresas estaba conformada por personas que ellos recomendaban, en su mayoría gente humilde. El precio que debían pagar por este palancazo era bastante alto: quedaban obligados a conseguir votos para la causa de los políticos.
 
Esta práctica ha sido de uso común en Emsirva y otras entidades del municipio, pero nadie la denunció antes por miedo a quedar sin trabajo. Durante la administración de Salcedo, la ambición de los caciques de las EAT se desbordó. Ya no se trató sólo de utilizar el mecanismo para perpetuarse en el poder con los recursos públicos, ahora, a los empleados de las EAT se les despojaba del 60 por ciento de su salario.
 
La Procuraduría ha dicho que está cerca de entregar los resultados de la investigación, otra más que compromete al cuestionado alcalde, Apolinar Salcedo. (Ver artículo relacionado: ¿Qué pasa con Cali?)
Para explicar las dificultades en el manejo de las basuras también hay que remitirse a la historia de Navarro, el basurero de la capital vallecaucana. Una montaña que alcanza los 50 metros de altura y avergüenza a los caleños, pues está hecha con residuos sólidos que se han arrojado allí desde el final de la década del 60.
 
Este repugnante montículo fue clausurado en 1998 mediante una resolución emitida por la Corporación Autónoma del Valle (CVC), que es la autoridad ambiental en la región. Sin embargo, durante los últimos nueve años esta decisión ha sufrido constantes aplazamientos.
 
La medida de cierre fue tomada luego de conocer los resultados de un estudio que demostró que la acumulación de desperdicios de todo tipo, durante más de 40 años, sin cuidado o manejo técnico algunos, permitió que los venenosos líquidos que genera la basura se filtraran hasta llegar al río Cauca. Manantial de donde se saca el agua que luego bebe el 80 por ciento de los caleños, algo así como dos millones de personas.
 
La concentración de estos líquidos contaminantes, conocidos como Lixiviados, es tan alta, que en algunos casos las plantas de potabilización del acueducto no logran eliminarlos en su totalidad. Esto es un secreto a voces entre el gremio médico de la región, que, alarmado, ve cómo se deteriora la calidad del agua en la ciudad.
 
Su preocupación se fundamenta en un caso sin precedentes en la historia médica del occidente colombiano, y que aún es materia de investigación. En un lapso de dos meses, diciembre de 2004 y enero de 2005, nacieron en la capital vallecaucana varios niños con el síndrome de Sirenas y Cíclopes (Rara malformación congénita que se caracteriza por la fusión de los miembros inferiores y la aparición de un solo ojo en el centro de la frente, que son incompatibles con la vida).
 
Aunque las Secretarías de Salud de Cali y Valle se apresuraron a decir que este foco epidémico no tenía relación con la calidad del agua, nadie ha podido explicar por qué, ocho niños de un mismo sector del oriente caleño padecieron enfermedades cuyo promedio mundial habla de un sólo caso entre cada 100.000 personas, en períodos de tiempo no inferiores a 10 años.
 
Paños tibios


Como se ve, el tema del aseo es prioritario para Cali y su futuro como plataforma de servicios, vocación económica de esta urbe. Aun así, las respuestas oficiales a la actual situación parecen inferiores a los requerimientos.

Apolinar Salcedo se comprometió, durante la campaña que lo llevó a ganar la Alcaldía, a solucionar el problema del basurero de Navarro durante los primeros seis meses de su mandanto. Ya han pasado 37 meses desde ese entonces y aún no hay una solución definitiva.
 
En su defensa, Salcedo dice que no pudo unir las voluntades de las distintas autoridades sobre el tema y asegura que detrás del nuevo sitio para disponer las basuras existen demasiados intereses y presiones.
 
Sobre el caso de Emsirva tiene una particular visión del asunto, la cual le expresó a Yamid Amat en una entrevista en diciembre pasado. “Emsirva nació muerta, pues a los seis meses ya tenía jubilados y una carga pensional aterradora.
 
Tiene un parque automotor obsoleto, lleva un año y dos meses intervenida. Es el problema de una ciudad que se deterioró, que vivió el fenómeno del narcotráfico y luego la recesión económica, que perdió el civismo, que estaba a punto de ser intervenida por ley de quiebras. Yo la tomo y terminan diciendo mis detractores que todo ese desastre ocurrió en estos tres años”.
 
Pese a los graves problemas que genera la corrupción al interior de Emsirva y el peligro de contar con un basurero sin controles eficientes, el mayor impacto de la falta de aseo en Cali lo produce la basura esparcida en sus calles.
 
Una semana después de terminadas las fiestas decembrinas, la ciudad era un chiquero, al menos eso es lo que se desprende de las múltiples quejas que recibió la Personería. “Hubo sectores de la ciudad donde los vecinos cerraron el tránsito vehicular con bolsas llenas de basura, presionando por una solución”, señaló Adolfo León López, personero de Cali.
 
En medio del desorden de los primeros días de 2007, los recicladores y los carretilleros de la ciudad hicieron su agosto, pues llegaron a cobrar hasta 3.000 pesos por recoger bolsas con basura.
 
La crisis por la alta suciedad con que comenzó este año la capital vallecaucana trajo consigo una dura controversia sobre el papel que ha desempeñado la Superintendencia de Servicios Públicos, en los meses que lleva a cargo de Emsirva. Lo que tuvo en vilo a los caleños por la posible liquidación de su empresa de aseo.
 
“El gobierno nacional es quien debe responder por el deterioro del servicio de recolección y tratamiento de las basuras, ya que Emsirva está intervenida desde hace 15 meses por la Superintendencia”, advirtió Angelino Garzón, gobernador del Valle.
 
El dirigente seccional recordó que hace un par de meses ofreció un crédito blando por 3.000 millones de pesos, para mejorar el parque automotor de esa entidad, pero hasta la fecha nadie le ha contestado. Sus críticas recayeron en la superintendente de Servicios Públicos, Eva María Uribe, quien salió al paso anunciando un plan de choque y explicando la raíz de esta debacle.
 
“La actividad económica y comercial de Cali en el fin de año tuvo un repunte importante, especialmente en los centros comerciales, lo que incidió en la proliferación de desechos”. Esto habría originado un inusitado incremento en la cantidad de basura que se observó en las calles, al pasar de 1.800 a 2.400 toneladas por día.
 
Agregó que detrás del problema también hay intereses oscuros que buscan enlodar las acciones de la entidad que ella lidera, “iniciamos una investigación porque conocimos de algunos vehículos que llegan a Cali cargados de basura y la dejan botada en sus calles”. También dijo que recibió quejas sobre los carretilleros que recogen desechos en las casas y los arrojan en cualquier parte.
 
Uribe aseguró la semana pasada que la contingencia por la acumulación de basuras en Cali fue superada y explicó que, en parte, el retraso se debió a que el primero de enero no trabajaron los operarios de Emsirva. Entre las medidas de choque mencionó el alquiler de 62 vehículos para recoger los desechos y una nueva modalidad de recolección, contratada con empresas privadas.
 
Negocios limpios

Más allá de los anuncios de la Superservicios, expertos en el tema consideran que las basuras son una inmejorable oportunidad para establecer un negocio que, bien manejado, es muy rentable. Por eso ven con preocupación que Emsirva, la entidad estatal, día a día pierde terreno frente a la competencia que proponen los inversionistas privados que han llegado a la región.
 
Esto coincide con la entrada en vigencia del nuevo modelo de recolección, liderado por la Superservicios, y con su anuncio de la imperiosa necesidad de renegociar la convención colectiva con el sindicato. De lo contrario, dice Uribe, la empresa no será viable y habrá que liquidarla.
 
La propuesta para mejorar el servicio de aseo consiste en reorganizar la contratación. La compañía cuenta con 22 carros recolectores, además, con 10 volquetas y 690 empleados, lo que representa que Emsirva cubre, con equipos propios y trabajadores oficiales, el 41 por ciento de la demanda, el resto se subcontrata.
 
Igual pasa con el barrido y el mantenimiento de las zonas verdes de la ciudad. Susana Correa, gerente interventora de la compañía, ha dicho que lo que se está diseñando, y se pondrá en marcha en los próximos días, es un plan de trabajo por zonas, que se apoyará en la contratación con terceros, pero de manera integral.
 
“Lo que significa que la empresa o cooperativa que se ocupe de una zona cumpla la tarea de recolección, barrido y mantenimiento de zonas verdes”, explicó Correa.
 
Esta propuesta no ha sido bien recibida en todos los sectores y se teme que sea el comienzo de la privatización total del servicio de aseo en la Sultana del Valle. El alcalde, Apolinar Salcedo, manifestó a la prensa local su preocupación, “estamos en un libre mercado de servicios donde si Emsirva no se pone a la par con la competencia, va a terminar perdiendo clientela y podría ser liquidada, no por la Superintendencia, sino por las fuerzas del mercado”.
 
Y es que aparte de Emsirva, en la ciudad operan 11 empresas privadas de aseo que le están haciendo un hueco de casi mil millones de pesos mensuales a la estatal. La pelea es por los mejores clientes, ubicados en sectores residenciales de estratos 5 y 6, y en las zonas comercial e industrial, que generan gran cantidad de residuos y, por ende, son los que más facturan.
 
En algunos círculos se habla de competencia desleal y de estar favoreciendo a las empresas privadas de aseo, pues estas pueden proponer una tarifa más barata por el servicio de recolección, ya que no contribuyen con el Fondo de Solidaridad. Un aporte que hace Emsirva y que permite al municipio de Cali subsidiar un porcentaje de la tarifa para los sectores más pobres de la población.
 
“Vamos a tomar las medidas necesarias, porque la obligación del Estado es proteger una competencia leal y con reglas de juego que no pongan a Emsirva en inferioridad de condiciones frente al sector privado”, ha dicho el alcalde Salcedo. Representantes de los operadores particulares, quienes pidieron no ser nombrados en este artículo, sostienen que a ellos los amparan la Constitución y la Ley 142 de servicios públicos domiciliarios.
 
Fuera de la polémica, lo que sucede es que los grandes competidores ven una oportunidad dorada en las debilidades por las que atraviesa Emsirva. Las dificultades en el tema de vehículos y personal, sumadas al incumplimiento en los horarios de recolección, pueden llevar a que sus mejores clientes miren hacia esos operadores.
 
Hasta ahora la empresa oficial ha perdido 12.921 clientes, de los 512.270 que existen en la ciudad. Cifra que aún es baja y que no preocuparía tanto, si no fuera porque entre esos usuarios fugados y cautivados por la competencia privada, hay 2.426 grandes clientes, que son los que más pagan.
 
Bien sea por zonas o por franjas, cualquier modelo de recolección que adopte Emsirva estará condenado al fracaso, si primero no moderniza y completa su equipo, porque el actual se ha quedado obsoleto y no cumple a cabalidad las rutas y las frecuencias.
 
“La llegada de operadores privados, pujando por una tajada de las basuras de Cali, certifica que el negocio produce muy buenos dividendos y no nos debería dar miedo pelear por conservarlo para todos los caleños”, apuntó finalmente a SEMANA.COM el ex gerente de Emsirva Álvaro Ortega.

Nuevo rumbo

Bajo estos parámetros, lo que le piden los caleños a la Superservicios es que les ayude a sanear y preservar rentable su empresa de aseo. La entidad y su directora, Eva María Uribe, estarán en el ojo del huracán. Lo que haga en los próximos meses será crucial para el futuro de Emsirva y para levantar la moral de la ciudad. Así mismo, para desvirtuar las suspicacias que hacen carrera ante la falta de resultados durante los 15 meses en que ha manejado las basuras de Cali.
 
Sobre Navarro, la montaña de la ignominia, hay buenas noticias. José William Garzón, el recién posesionado director de la CVC, dijo ayer que este año será el último para el basurero a cielo abierto. “No vamos a tolerar ese adefesio y la pérdida de autoridad de la CVC frente al tema, aunque nos toque hacer vaca, tenemos que cerrar Navarro”, señaló el ambientalista.
 
El reto es complejo y pone a prueba una ciudad que enfrenta el señalamiento nacional por distintos temas negativos. Se espera que, en un año electoral, los caleños se capaces de comprometer a su nuevo alcalde con los dos temas más importantes en materia de medio ambiente y calidad de vida.