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Comenzó la era Correa en Ecuador

El entrante presidente del vecino país dejó claras las cosas desde su primer día de mandato: Su gobierno será de izquierda y mantendrá las tesis sobre que lo distancian del gobierno colombiano. ¿Cuáles son los aspectos claves para la relación binacional?

15 de enero de 2007

Ni siquiera la banda presidencial recién impuesta lograba tapar el mensaje que Rafael Corea quería enviar este lunes a los más de 15 mandatarios presentes en su acto de posesión: Priorizará la solución a la crisis de su país con un estilo nacionalista similar al de su colega venezolano Hugo Chávez y en contravía de los postulados de la banca multilateral. Los vivos indígenas de la camisa y la ausencia de corbata fueron su primer mensaje de rebeldía tras asumir el poder.

Según dijo, Correa dará prioridad a la búsqueda de salidas por métodos distintos a los del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) y se integrará cuanto antes al llamado eje de izquierda que gobierna gran parte de Latinoamérica.

En teoría su llegada al poder no debería inquietar a Colombia, pues pese a las actuales diferencias en cuanto a la concepción del Estado, los dos países tienen una larga historia de relaciones de hermandad y colaboración mutua.

Sin embargo, los recientes desacuerdos por la fumigación en la zona limítrofe parecen vaticinar una que otra desavenencia en aspectos fundamentales de la cooperación binacional, a la vez que ayudan a inclinar la balanza en el contexto regional, en el cual son pocos los gobiernos considerados de derecha, entre ellos los de Colombia y El Salvador.

Por eso conviene revisar con atención las propuestas del nuevo mandatario ecuatoriano tanto para su política interna como para los asuntos exteriores. Y en su discurso de posesión de este lunes dio puntadas sobre algunas de ellas.

En primer lugar, Correa no comparte la fumigación con glifosato en la zona fronteriza porque se atiene a los conceptos técnicos de expertos internacionales y a las denuncias de sus conciudadanos según los cuales el químico está acabando los sembrados de pan coger de los habitantes de la zona de frontera, contamina el medio ambiente y hasta afecta la salud humana.

Aún cuando en los círculos de expertos quedó la sensación de que Correa cedió por el momento ante la idea colombiana de fumigar los cultivos de coca, el entrante gobierno ecuatoriano también dejó claro que enviará una misión de expertos a la zona para cerciorarse de que las fumigaciones no sobrepasen el lado colombiano de la frontera. Con tantas advertencias y teniendo en cuenta el grado de tensión que alcanzó la más reciente discrepancia, un nuevo roce podría ser determinante para las relaciones de los dos países.

Más allá de cuáles científicos tengan razón (los que dicen que el glifosato es nocivo para la salud humana y los que sostienen lo contrario) lo cierto es que el tema despierta bastante pasión en ambos lados de la frontera y así lo pudo comprobar el presidente Álvaro Uribe, quien a su llegada a Quito para la posesión de Correa fue recibido con chiflidos y gritos que repetían “glifosato, glifosato”.

El segundo aspecto de la política de Correa que afecta directamente a Colombia es su la reticencia a llamar terroristas a las Farc. Su decisión de no involucrarse en asuntos de otros países y el antecedente de que no haya acuerdo en la comunidad internacional para incluir a las Farc como terroristas han sido suficientes para que Ecuador rechace las solicitudes colombianas cada vez que se le ha pedido de reconsiderar su posición. Con Correa será aún más difícil este viraje, que va más allá de lo semántico.

Un tercer aspecto importante para Colombia tiene que ver con los cerca de 500 mil colombianos que viven en el vecino país y que, según Correa, en su gran mayoría están en condición de “irregulares”, es decir, ingresaron ilegalmente o no tienen la documentación requerida para vivir o trabajar en ese país. Entre ellos hay desde prestantes empresarios hasta desplazados por la violencia (la gran mayoría) quienes fueron a buscar fortuna atraídos por la dolarización del país. En los días más críticos de la reciente tensión por el glifosato, Correa, aún sin posesionarse, anunció que revisaría las condiciones de residencia de estos colombianos y adoptaría las medidas del caso.

En materia económica también hay mucha expectativa desde Colombia respecto a la política ecuatoriana. Correa reiteró este lunes que su prioridad es generar confianza, empleo y bienestar para los ecuatorianos y ya se sabe que no es muy amigo de las inversiones extranjeras en ciertos sectores. De cómo decida buscar esos objetivos depende el futuro de buena parte de las exportaciones nacionales, que en 2005 superaron los 1.300 millones de dólares. No en vano ecuador es el segundo socio comercial más importante de la región para Colombia, después de Venezuela.

En últimas, cualquier cosas que suceda en Ecuador puede terminar afectando intereses colombianos y por eso es bueno que después de casi cuatro semanas de controversia ambos países hayan llegado a un acuerdo sobre las fumigaciones en la frontera. Esa es la demostración de que se pueden tener relaciones armónicas así se piense diferente. El que Colombia acate los lineamientos del FMI y el BM mientras Ecuador propone crear un Banco del Sur para que las reservas internacionales de Latinoamérica no salgan de la región, no tiene por qué afectar la armonía entre ambas naciones. Máxime cuando ambos gobiernos apenas están comenzando.