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El ganadero Juan Bernardo Caicedo y los toreros Luis Bolívar, Julián López 'El Juli' y José María Manzanares salen en hombros por su fantásfica actuación en la Plaza de Toros de La Santamaría. | Foto: Daniel Reina

TOROS

Con broche de oro cerró la temporada taurina

Con un buen encierro de Juan Bernardo Caicedo, bravo y noble El Juli, y Manzanares cortaron cuatro orejas. Bolívar indultó al último de la tarde.

Hernán Miranda T.
19 de febrero de 2007

Los directivos de la Corporación Taurina de Bogotá, a la cabeza del doctor Felipe Negret, estaban el domingo al finalizar el festejo rebosantes de alegría. Y no era para menos, pues aparte de la excelente entrada –casi lleno completo– los tres diestros que hicieron el paseíllo estuvieron hechos unos maestros y la afición salió contenta y satisfecha de la plaza.
 
Hay que comenzar por decir que el ganadero Juan Bernardo Caicedo llevó un encierro bravo y noble, además de bien presentado, con un promedio de 520 kilos que permitió el lucimiento de los tres espadas.
 
El madrileño Julián López, El Juli, por enésima vez mostró sus excelsas cualidades. A su primer ejemplar lo toreó con temple y mando ejecutando series con ambas manos con mucho poder. Y como el toro era noblote se metió entre la cuna de los pitones para realizar circulares lentos y con mucha quietud. La afición bogotana lo quiere mucho y todo su trasteo muleteril fue premiado con largas ovaciones. Mató de media estocada y descabello y cortó las dos primeras orejas de la tarde.
 
No obstante a su segundo toro, el garbanzo de la corrida, que embestía con la cabeza arriba y con las manos por delante, quiso sujetarlo con su poderosa muleta pero el toro se rajó, buscó las tablas y el madrileño, con cara de disgusto lo mató de estocada trasera y tendida. Sevillano de 485 kilos fue pitado en el arrastre.

José María Manzanares

Qué bien estuvo este joven diestro español. Con un toreo exquisito, componiendo la figura, sacando la muleta de atrás, nos regaló los naturales y derechazos más artistas de la tarde. A pesar de que su primer toro tenía una embestida un tanto descompuesta, le aguantó las tarascadas y finalmente lo metió en la muleta. Sin embargo una parte de la plaza, muy pequeña, no le entendió o mejor no le quiso entender, pero Manzanares hizo caso omiso y se creció llevando la faena de menos a más. Mató al volapié y le fue concedida una oreja y cambiar unos cuantos pitos de los tendidos altos de sol por unos sonoros aplausos.
 
Posteriormente en el quinto de la tarde, de 514 kilos, nos mostró su faceta de lidiador consumado. Qué manera de llevar el ejemplar, con un toreo despacio, que parecía en cámara lenta. Naturales con hondura y exquisitez. Volvió a echarse encima de Ralea, y lo mató de un estocada hasta la bola. De nuevo una oreja y rematar así una muy buena tarde.

Luis Bolívar

¿Hay guardián en la heredad? Pues pareciera que sí por lo que ejecutó el diestro vallecaucano. En el de la confirmación de alternativa ejecutó lances a la verónica cargando la suerte rematados con una revolera para dejar al toro en los medios.
 
Pero lo sublime vino en el sexto de la tarde, de nombre Maestro, de 522 hilos. Un jabonero sucio, con una cabeza de respeto y que Bolívar recibió con dos faroles, después verónicas a pie junto, intercaladas por una chicuelina apretadísima y rematadas con verónica invertida. Y ya se sentía que en la faena de muleta iba a venir algo grande.
 
Y efectivamente así ocurrió: un toro con una fijeza impresionante que iba tras la muleta que le ofrecía el matador nacional, para construir una faena que hacía mucho pero mucho rato no disfrutaba la afición bogotana. Maestro se portó como tal y embestía y embestía, metiendo la cabeza y haciendo el avión en cada uno de los pases de Luis. Formidable, grandioso, inmenso estuvo el diestro, entendiendo que tenía el mejor toro de la temporada. La afición, por supuesto, estaba pletórica de emoción y al finalizar se desbordó con pañuelos blancos para solicitar el indulto, que afortunadamente tuvo eco en el palco presidencial y dejar con vida a Maestro y volver de nuevo a su ganadería.
 
Qué más se puede pedir. Una temporada que tuvo unas excelentes entradas. En la parte artística hubo de todo como en botica y la satisfacción y el deseo de toda la afición por volver a la plaza a pesar de ciertos personajes que están en contra de la fiesta a los que con mucho respeto invitamos para discutir con respeto y señorío y explicarles por qué esta fiesta en una de las más bellas del mundo.
 
Solamente queda la corrida del domingo en Medellín con Rincón, Tejela y Andrés de los Ríos, que lidiarán un encierro de Agualuna y así cerrar con broche de oro esta temporada, que nos llevó por toda la geografía nacional: Cali, Manizales, Medellín, Cartagena, Bucaramanga, Duitama, Armenia y por supuesto Bogotá. Nos queda la satisfacción del deber cumplido y hasta una próxima oportunidad.