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Según el registrador delegado en eso estuvo la base del problema. “Por la cantidad de personas que se abalanzaron a pedir citas, el sistema se bloqueó y cuando encontraron que no se estaban asignando más turnos, todos empezaron a llegar masivamente a las registradurías.”

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Crónica de un colombiano tratando de renovar su cédula de ciudadanía

Para cambiar el documento el caos se ha impuesto en muchas partes del país. SEMANA.COM acompañó a un ciudadano que deseaba cambiar su cédula. La Registraduría dice que ya se están tomando las medidas para corregir las deficiencias.

Juliana Bedoya Pérez
30 de enero de 2007

Dagoberto es un hombre precavido. Odia las filas y los tumultos, por eso en cuanto supo que las registradurías de nuevo estaban abiertas para la renovación de la cédula de ciudadanía, corrió a averiguar qué debía hacer. Aunque el plazo para hacer esta diligencia va hasta el 31 de diciembre de 2009, él prefirió hacer la vuelta en las primeras semanas del año, pero descubrió que más habría valido esperar.

Y es que como él, unas 9.000 personas en Bogotá decidieron sacar su cédula ya. Todo esto solo causó un gran colapso. El registrador delegado de identificación, Jaime Hernando Suárez explicó a SEMANA.COM que “de recibir unas 5.000 llamadas al día pasamos a recibir 9.000, y de atender en nuestras registradurías a 2.400 personas todos los días, pasamos a atender 6.500”.

Hasta ese momento Dagoberto había corrido con suerte, tal y como decía la información de la página de Internet de la Registraduría, con solo una llamada le darían automáticamente una cita en el lugar más cercano a su casa y todo arreglado. Él tuvo que insistir más de tres veces en la llamada, hasta que por fin una operadora le asignó el concebido turno: martes 8 de la mañana, la primera cita del día.

Llegó el día. Por fin iba a dejar de tener ese pedazo de papel en blanco y negro, plastificado y amarillento de hace casi 40 años. Llegó muy juicioso a la Registraduría de Usaquén media hora antes “por si cualquier cosa”, y ahí vino la sorpresa.

Había una fila de una media cuadra. Viejitas envueltas en pañolones, ancianos con sus bastones y algunos cincuentones y cuarentones aguardaban a que abrieran las puertas del lugar. Allí se enteró que como él, todos iban tras la nueva cédula. Pero solo algunos habían pedido cita. “Yo estoy acá desde antes de las 5, porque no están asignando citas, hay que venir directamente” afirmaban estos, mientras aquellos aseguraban que a ellos sí les habían dado la cita.

Según el registrador delegado en eso estuvo la base del problema. “Por la cantidad de personas que se abalanzaron a pedir citas, el sistema se bloqueó y cuando encontraron que no se estaban asignando más turnos, todos empezaron a llegar masivamente a las registradurías.”

Ante este panorama, durante la semana pasada, “para evitar congestiones”, también se impuso el ‘pico y placa’ según el último número del documento.

SEMANA.COM pudo comprobar que esta medida tampoco funcionó, pues las personas seguían llegando a las sedes de la Registraduría sin saberlo y luego de hacer la fila se enteraban de que ese día no era su turno y que tendrían que volver cuando atendieran al número en que terminaba su documento.

Ante la gran demanda de citas y para que los dos millones novecientos mil bogotanos puedan sacar su cédula sin contratiempos, a partir de esta semana funcionará un nuevo call center con capacidad para recibir las nueve mil llamadas diarias que bloquearon el sistema actual.
 
Un problema mayor
 
Sin embargo en la cita no está el único problema. Como Dagoberto, miles de personas mayores de 50 años tuvieron que devolverse para sus casas sin el documento. Todo por que el paso de los años hace mella, incluso en los dedos.

Cuando se abrieron las puertas, vino el caos. Los funcionarios llamaban a quienes tenían cita y al tiempo le daban paso a los que no la tenían. Ya adentro las cosas solo podían empeorar. La última orden que le dieron a Dagoberto fue que, ya que tenía las fotos, era mejor que sacara su cédula por duplicado. Ya un poco aturdido, accedió. Pero en vez de que la modernísima máquina le tomara foto, huellas y firma, él tuvo que untarse los 10 dedos con tinta y llenar la carta dactilográfica.

Esa carta es la que están tratando de eliminar con la digitalización de la información, según Sánchez “El sistema de identificación dactilar automatizado AFIS, es para archivar digitalmente la información dactilar de todos los ciudadanos. Este proceso empezó con los más jóvenes en 2000. Con esta medida podremos cotejar los datos de 60.000 personas en un día, y no de seis como ocurre manualmente”.

Parece que quien atendió a Dagoberto no sabía el objetivo del AFIS. Además, el funcionario le informó que sus huellas no eran claras, que no se podían leer y que iba a tener que llevar un certificado de un dermatólogo que explicara la razón de la ausencia de las líneas en sus dedos.

En este caso el procedimiento normal era pedir un certificado médico que explicara esta situación, tal y como le informaron a Dagoberto. Pero la Registraduría encontró que la falta de huellas se estaba presentando en mayor cantidad que antes, pues por el desgaste normal de la piel, las huellas dactilares se van borrando con el paso del tiempo.

Situaciones inhumanas

Ante este panorama, se cambió la norma y ahora, en el nuevo registro se hace una anotación sobre la ilegibilidad de las huellas. Pues como admitió el registrador, “hacer a un pobre viejito ir y venir más de una vez con certificados y cosas es inhumano”.

Ahora, sin el requerimiento de este papel y el nuevo call center, en la Registraduría esperan que las cosas empiecen a marchar. Aunque como dice Suárez, “si no hubiera problemas sentiríamos que nuestra convocatoria no está siendo atendida”.

Por eso desde ya están pensando un plan B para que el caos no vuelva a la ciudad. A ver si por fin Dagoberto, sin necesidad de certificados dermatológicos, deja de tener esa cédula plastificada, vieja y amarillenta. Claro que esta vez, él prefiere esperar unos meses, finalmente, tiene tres años para hacer la vuelta.


Las recomendaciones del registrador

Jaime Hernando Suárez, registrador delegado de identificación, hizo las siguientes recomendaciones para quienes deben renovar sus cédulas.

“No hay por qué afanarse, en las principales ciudades vamos a estar masivamente 22 meses, es decir hasta agosto de 2008”. Después de esta fecha, el trámite se hará con el equipo que de costumbre trabaja en las registradurías.

“Todos los trámites de la cédula son gratis. No hay necesidad de papeles extra”. En pocas palabras, no les siga el juego a los tramitadores.

“El ciudadano se quedará con la cédula antigua hasta que le informemos que su nuevo documento está listo”.