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¿Derrota de al-Qaeda, victoria del Talibán?

El séptimo aniversario de los atentados del 11 de septiembre de 2001, punto de partida de la llamada guerra contra el terrorismo, presenta un panorama paradójico. Informe de BBC Mundo.

Marcelo Justo, BBC Mundo
11 de septiembre de 2008

Hace siete años, al-Qaeda parecía una oscura fuerza impenetrable que había golpeado el corazón de la superpotencia planetaria.

En cambio, el movimiento Talibán, que gobernaba Afganistán y hospedaba en esos días al personaje más buscado del planeta -un tal Osama Bin Laden-, parecía tener los días contados.

Hoy esa situación se ha revertido.

Al-Qaeda está en una situación de repliegue y fuerte disenso interno mientras que el Talibán se está convirtiendo en una seria amenaza para el gobierno pro-occidental de Hamid Karzai.

El corazón de las tinieblas
 
Entre los atentados del 11 de septiembre y la violencia que se desató en Irak con la invasión en 2003, al-Qaeda pareció entrar en un proceso de expansión permanente.

Organizaciones que reivindicaban a al-Qaeda realizaban atentados en Filipinas y Chechenia, Arabia Saudita y Egipto, Madrid y Londres, y convertían a Irak en un país ingobernable.

Las evaluaciones de los servicios de inteligencia aseguraban que al-Qaeda podía derrocar gobiernos con estructuras estatales precarias, como Etiopía y Sudán, y alzaban el temible espectro de que tuviera en un futuro muy cercano armas químicas y hasta atómicas.

Según le comentó a BBC mundo Mustafa Hamarneh, director del Centro de Estudios Estratégicos de la Universidad de Jordania y del semanario "al-Sijdil", la colaboración de los servicios de seguridad de todo el mundo y la derrota de al-Qaeda en Irak han cambiado radicalmente el panorama.

"Es muy claro que hoy al-Qaeda está en retirada. Debe ser la primera vez en la historia que distintas organizaciones de inteligencia del mundo, desde Estados Unidos hasta Irán, han cooperado para el mismo fin. Esto ha sido fundamental, entre otras cosas, porque les secó sus fuentes de financiamiento. A lo que hay que sumarle la derrota en la zona sunita de Irak, en la que la población colaboró plenamente para erradicar a al-Qaeda", dijo Hamrneh.

Con esta evaluación coincide Bob Eye, ex agente de inteligencia de Estados Unidos y analista de seguridad en la región de Chatham House, un instituto de relaciones internacionales en Londres.

No obstante el mismo Eye opina que hubo un sobre dimensionamiento del poder que se le atribuía a al-Qaeda por algunas características específicas de la organización.

"Al-Qaeda funcionó siempre como una marca o sello, como un ícono que sostenía un marco de creencias en la búsqueda de un estado islámico. Muchas organizaciones en el mundo sin vínculos orgánicos con al-Qaeda realizan atentados en su nombre dando la impresión de una estructura formal que en realidad no existe", aclaró Bob Eye.

Divisiones internas

En el interior de al-Qaeda ha habido claras señales de diferencias internas.

Uno de los fundadores de la red junto a Osama Bin Laden y Alman al-Zawahiri, Sayyid Imam al-Sharid, más conocido por su nombre de guerra, Doctor Fadl, cuestionó duramente la violencia indiscriminada de los atentados de al-Qaeda.

"¿Qué bien puede surgir de destruir uno de los edificios de tu enemigo cuando él destruye uno de tus países?", se preguntaba el Doctor Fadl en un libro que escribió en su celda en Egipto y que el gobierno le permitió publicar.

En Irak, los atentados suicidas contra civiles y el degüello de secuestrados extranjeros difundidos por internet produjeron un profundo rechazo en muchos sectores del mundo musulmán opuestos a la ocupación de Irak.

"Siempre hubo una mayoría silenciosa musulmana a la que horrorizaba este tipo de violencia. Lo que pasa es que en un principio, con la ocupación, había una situación muy confusa y difícil, con mucha oposición a las fuerzas extranjeras. Esta situación ha cambiado", opina Mustafa Hamarneh.

Mientras tanto el Talibán...

Cuando a fines de 2001, el gobierno del movimiento fundamentalista Talibán se batió en retirada y sus huestes se refugiaron en Tora Bora, una zona montañosa en el este de Afganistán, la organización parecía tener los días contados.

Pero el movimiento consiguió reagruparse, apoyándose en su conocimiento del terreno y la porosidad de la frontera con Pakistán.

Según algunos analistas, a esto se sumó un error estratégico del presidente estadounidense George W. Bush: desviar su atención del Talibán y concentrarse en Irak.

Lo cierto es que en 2003, el Talibán volvió a operar militarmente en la región, gracias a una política subterránea de reclutamiento tanto en las madrassas (escuelas religiosas) de Pakistán, como en Afganistán.

De acuerdo con observadores, hoy la organización cuenta con unos 10.000 combatientes y ha incorporado tácticas usadas por insurgentes iraquíes, como las bombas contra objetivos en carreteras y atentados contra bases militares extranjeras.

La mayor eficacia militar se ha traducido en un elevado número de bajas de la fuerzas extranjeras: casi 1.000 muertos desde la invasión de 2001 hasta la fecha.

A mediados de agosto, un enfrentamiento con las fuerzas del Talibán, dejó un saldo de 10 soldados franceses muertos.

Pero, para muchos, el dato militar más significativo no fue el número de bajas sino el lugar donde ocurrió: a una hora de la capital, Kabul.

Reflejo de esta nueva situación en el terreno, es la decisión de Bush de retirar unos 8.000 soldados de Irak para febrero de 2009 y enviar más efectivos a Afganistán en los próximos meses.

El futuro

A pesar de este panorama, Bob Eye, considera que el Talibán no tiene posibilidades de recuperar el poder.

"La OTAN siempre ganará una guerra con un enemigo que no tiene fuerza aérea, sin artillería ni alta tecnología. Que es, fundamentalmente, una fuerza insurgente", dijo Eye.

En esta evaluación coincide Mustafa Hamarneh.

"El movimiento Talibán estaba en retirada, pero el fracaso del gobierno central para imponer su autoridad le ha permitido renacer. No pueden reconquistar el poder. Lo que sí pueden hacer es desgastar al gobierno"

En cuanto al futuro de al-Qaeda, los dos analistas opinan que, a pesar de estar debilitada, no desaparecerá a corto plazo.

"Siempre podrán ejecutar atentados aislados para dar señales de vida. Para que desaparezcan por completo, se necesitará una generación o dos. No es algo que se solucione dando clases de educación cívica en Pakistán. Se necesitan cambios económicos y sociales que no se dan de la noche a la mañana", dijo Eye.