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El ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, y el senador Germán Vargas Lleras dialogan durante el debate promovido hace una semana al primero, en el Senado.

Política

Día de fuego para Mindefensa por moción de censura en el Congreso

El futuro de Juan Manuel Santos está en manos de Germán Vargas Lleras, su rival en la puja por las presidenciales de 2010. Sin su apoyo la moción prosperará, pero la temperatura del debate ha bajado y el gobierno confía en sus mayorías.

5 de junio de 2007

Desde la entrada en vigencia de la Constitución de 1991 los entendidos en temas jurídicos aseguran que la moción de censura nació sin dientes. Sus principales dudas giran en torno a las elevadas exigencias establecidas para el retiro de los ministros, las dificultades de aplicar la moción en un régimen excesivamente presidencialista y los obstáculos impuestos a la medida a través del manejo de la burocracia estatal.

Esas mismas dudas son las que tienen ahora los promotores de la moción de censura contra el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, que será discutida este miércoles por el Congreso pleno. No es equivocado advertir que la propuesta está viviendo el mismo vía crucis que anteriores intentos de censura contra otros ministros: Lo que comienza como una tímida propuesta firmada por cuatro o cinco congresistas crece hasta alcanzar el respaldo de una bancada, pero su efervescencia comienza a bajar cuando los líderes de la moción descubren que no tienen la fuerza suficiente para derrotar a las bancadas gobiernistas, generalmente bien aceitadas.

En el caso de los tres temas que se le cuestionan al ministro Santos el Congreso sigue dividido, pero a la hora de las votaciones todo apunta a que se salvará y permanecerá en el cargo. Quienes impulsan la moción sostienen que Santos pone en riesgo las relaciones con Venezuela, que lideró un complot para sacar de la presidencia a Ernesto Samper, en 1997, y que no ha aclarado al país lo que en realidad ocurrió en torno a las interceptaciones ilegales reveladas por Semana.

Es evidente que a Santos no le gusta el modelo chavista, pero parece poco probable que
el Congreso haga rodar su cabeza por haber aplaudido el fallido golpe de Estado de Pedro Carmona. El complot contra Samper tampoco lo va a tumbar. Primero, porque el contradictor de turno tiene una imagen más negativa que Santos. En segundo lugar, porque el presidente Álvaro Uribe ya salió a respaldarlo y a decir que confía en su transparencia. Y tercero, porque el samperismo en el Congreso no es tan grande como para amenazar el ministerio de Santos. Así los hechos relatados por los senadores liberales no dejen a Santos muy bien parado en lo personal, tampoco constituyen delito. Al menos eso es lo que se desprende de la actitud de las autoridades, que en 10 años no consideraron necesario abrir investigación sobre el caso.

El tema de las interceptaciones es el que más dolor de cabeza debe causarle al Ministro. Aun cuando él dijo en el debate de la semana pasada que el escándalo por el espionaje telefónico lo puso al descubierto el gobierno y no Semana, otra cosa piensan los congresistas, para quienes nada habría salido a la luz pública si la prensa se abstiene de contarlo. Además, el gobierno no ha contestado quiénes fueron los autores de las interceptaciones ni qué hacían con ellas.

Pero en el caso de la moción de censura no solo pesan las razones de fondo. Una bancada sólida y alienada a favor del gobierno es una prenda de garantía para salir de afugias como ésta. Así las cosas lo más seguro es que el Ministro pase un mal rato por cuenta de la moción, pero al final se salve. Parece improbable el escenario en que, a usanza de Néstor Humberto Martínez -ministro del Interior de la administración Pastrana Arango- Santos se vea tan presionado por la moción que tenga que renunciar antes de que el Congreso vote en su contra.

Las cifras para Santos están mejor en el Senado que en la Cámara de Representantes. De 102 senadores 28 votarán contra él (17 liberales y 11 del Polo Democrático), mientras que más de 40 ya le ofrecieron su apoyo (Conservadores, la U, Colombia Democrática y Colombia Viva). A este grupo se sumó en las últimas horas Alas-Equipo Colombia, que a través de Óscar Darío Pérez y Gabriel Zapata le declaró su solidaridad. La tensión está por el lado de Convergencia Ciudadana y Cambio Radical, partidos que tomarán su decisión frente al tema minutos antes de la reunión de este miércoles, aunque todo indica que votarán a favor del Ministro.

En la Cámara hay 43 votos fijos contra el ministro: Los 35 liberales y los ocho del Polo. Y están confirmados a su favor los 30 conservadores y los 30 del Partido de la U. Entre las bancadas grandes hay 31 votos cuyo camino aún se desconoce: los 11 de Convergencia y 20 de Cambio Radical. Y las bancadas pequeñas están divididas en torno al tema. En la Cámara se necesitan 84 de los 166 votos para que la moción prospere.

Así las cosas la palabra la tiene Cambio Radical, el partido del senador Germán Vargas Lleras, uno de los competidores de Santos para la carrera presidencial de 2010. Ahí está el verdadero picante de la moción, pues en el Congreso se especula mucho sobre la posición que tomará Vargas, quien parece tener en sus manos el futuro político de su adversario. Interrogado sobre el tema Vargas sostiene que esa decisión la tomará su bancada en reunión de este miércoles. Pero no deja de ser diciente que algunos de sus alfiles en la Cámara, como Roy Barreras, hayan firmado la proposición contra el ministro.

Vargas ha demostrado ser pragmático y nadie duda de su ascendiente sobre parte del Congreso. Su antecedente de jugar aparte de la bancada uribista para ganar un escaño más que el Partido de la U en el Consejo Electoral demuestra que en determinados momentos puede desafiar las directrices de Palacio y salir airoso. Sin embargo, en este caso tiene que jugar con cuidado, pues un mal movimiento podría agrietar sus relaciones con el presidente Álvaro Uribe y hacer que zozobre la barca uribista en el Congreso.

Mientras los partidos deciden qué rumbo tomar, el otro punto clave será el del mecanismo a utilizar para la votación. Normalmente las votaciones de moción son secretas, pero el gobierno sabe que eso alentaría los intentos de ataque al ministro y por ello buscará que sea pública y nominal. La solicitud respectiva la hará el representante Nicolás Uribe este miércoles, cuando comience el debate en Congreso pleno. Aunque la votación será diez días después del debate, todo quedará definido este miércoles, apenas Vargas siente su posición.