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"El 80 por ciento de la zona rural del país quedaría desvinculada del TLC y eso puede favorecer el narcotráfico y el terrorismo"

El representante independiente Guillermo Rivera cuestiona el papel marginal que ha tenido el Congreso en las negociaciones con el TLC y alerta sobre la importancia de incluir los productos tropicales de la Amazonia, la Orinoquia y el Chocó.

30 de octubre de 2004

"En principio, los congresistas creemos que la negociación se ha adelantado de manera muy exclusiva por el gobierno. Nosotros creemos que un evento de la naturaleza de un tratado de libre comercio, que va a definir el futuro de nuestro país durante todo el siglo, debería convertirse en un asunto de Estado. Creo que el gobierno debió haber convocado las diferentes fuerzas políticas y las fuerzas vivas del país a concertar el tipo de tratado que Colombia quiere lograr.

Obviamente, el gobierno nos ha permitido estar muy presentes de manera paralela en las negociaciones y ha venido recibiendo algunas de nuestras ideas. Pero lo ideal es que el Congreso hubiera podido establecer un escenario amplio de concertación, de tal manera que el TLC o la negociación del TLC sea una política de Estado y no una política del gobierno.

Hay que aclarar que creo que la negociación en sí misma es competencia del gobierno. Pero el modelo de negociación y sus contenidos sí deberían haber estado precedidos de una gran concertación nacional. A estas alturas eso ya es imposible, porque la negociación ya está adelantándose.

Nosotros incluso estamos planteando la idea de ampliar los plazos de negociación y queremos discutirla con el Congreso norteamericano. Porque se supone que en enero concluiría la negociación, en parte porque en julio del próximo año se vencen los plazos que el Congreso les dio a los negociadores en el TPA y antes de ese momento hay que tener el tratado listo. Pero hemos estado explorando el TPA y éste permite prórrogas bajo algunas cláusulas.

Entonces creemos que se podría plantear la posibilidad de una prórroga en los plazos del TPA y en consecuencia, unos plazos de negociación de Colombia. Es que nosotros somos el país que más rápido ha negociado un TLC con Estados Unidos. Los chilenos tuvieron dos años de negociación con cerca de 17 rondas. Nosotros vamos a tener menos de un año y creo que no van a ser más de siete u ocho rondas.

Ahondando en los temas que contempla el TLC, tengo dos preocupaciones enormes: la primera, la salud pública. Por lo que pudimos observar en Puerto Rico, los negociadores colombianos están renuentes a reconocer la declaración de Doha en materia de salud pública. Si esa declaración no es reconocida, significará que la negociación girará en torno a ampliar los plazos de protección de patentes de los nuevos medicamentos y eso implicaría un problema de financiación enorme para el sistema de salud pública en Colombia y un problema para la población más pobre. Además generaría un problema financiero muy grande para el sistema de régimen subsidiado, porque los costos se elevarían.

La segunda preocupación es el sector agropecuario, sobre todo en aquellas zonas del país que no están representadas por ningún gremio. En las rondas están presentes los cafeteros, la SAC en representación de los arroceros, a los algodoneros, etcétera. Todos esos sectores tienen unos gremios que están al tanto de sus intereses y tienen toda una tradición en las negociaciones comerciales que les permiten defender sus intereses.

En ese sentido, el gobierno ha desprotegido a una parte de la población, por lo que se ha presentado una paradoja. Según los estudios del propio gobierno, los productos rurales más competitivos de Colombia en el mercado de Estados Unidos son los tropicales. Justamente esos son todavía sistemas productivos muy incipientes en Colombia que no tienen infraestructura productiva, ni gremios que los representen, sin experiencia en los mercados internacionales, que tendrían problemas de tipo sanitario para acceder a los mercados internacionales, y que no tienen una infraestructura de comunicaciones para poder vincularse al mercado externo.

Es decir que en todos estos productos que somos competitivos no tenemos ni vías de comunicación ni gremios, y esos temas no han sido relevantes en la negociación. Entonces, el 80 por ciento de la zona rural del país quedaría desvinculada del tratado, y esas son precisamente las zonas donde hay cultivos ilícitos y en donde hay actores armados ilegales. En esa medida nosotros no creemos que el TLC se convierta en un factor real de crecimiento económico equitativo en todo el país.

Me baso, entre otras, en la experiencia mexicana. Aunque el centro y el norte de México mejoraron y las cifras globales muestran una mejoría, el sur se empobreció aún más con el Nafta. Y eso podría pasar en Colombia con la Amazonia, la Orinoquia y el Chocó.

Por eso creo que el TLC puede favorecer el narcotráfico y el terrorismo. Eso, porque si estas zonas del país no se insertan en los escenarios de comercio exterior, van a quedar relegadas del crecimiento económico que podría generar el tratado. Entonces se aumentaría el desempleo rural y la pobreza, caldo de cultivo para los actores armados y terreno abonado para el reflorecimiento de los cultivos ilícitos donde han logrado erradicarse, y entonces eso sería nuevamente fortalecer actores armados y el narcotráfico.

Pasando al asunto político, la falta de consenso que ha tenido el TLC para constituirse en una política de Estado podría generarle riesgos en el Congreso. Y en términos de cronograma, seguramente el tratado entraría al legislativo en el segundo semestre del próximo año, que es justamente el semestre en el que el Congreso estará en campaña por su reelección. Entonces imagínese si el asunto no tiene una buena ambientación en la opinión pública, muchos congresistas van a sentirse presionados a no aprobar el tratado.

En ese sentido, veo un ambiente sin pronósticos en el Congreso. No podría atreverme a decir que va a ser aprobado o rechazado"