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Las víctimas de los paramilitares no paran de llorar sus muertos y de pedirle a los desmovilizados que les informen el paradero de los desaparecidos y les devuelvan las tierras robadas.

EL AÑO DE LA VERDAD

El comandante paramilitar Salvatore Mancuso sí tiene quien le escriba

El Fiscal de la Unidad de Justicia y Paz de Medellín recibe a diario cientos de misivas con destino al líder de las AUC. A mano, en trozos de papel y en todos los tonos, le escriben para que informe sobre familiares desaparecidos, robo de ganado y apropiación de tierras.

29 de enero de 2007

La inusitada escena es cada vez más común en las audiencias del ex jefe paramilitar ante la Fiscalía. Decenas de personas redactan afanosas cartas para Salvatore Mancuso, el hombre que durante varios años comandó el ejército paramilitar encargado de sembrar el terror por todo el país. A muchas les tiembla la mano de solo recordar los hechos de barbarie que sufrieron. A las que ya hicieron el duelo por los parientes perdidos les embarga el miedo de encontrarse casi frente a frente con uno de los responsables de su tragedia. Sin embargo, unos y otros superan por un momento su desasosiego y finalmente dejar fluir su desesperada queja.

“Exijo saber qué hicieron con mi hijo el día que se lo llevaron a la fuerza dizque para una investigación”.... “Cuéntele al Fiscal por qué fue que sus hombres entraron a la fuerza a la casa de mi mamá”.... “...Hoy es mi cumpleaños...por favor, cualquier información que tenga sobre mi primo Cristian Camilo y sobre todos los desaparecidos es de gran ayuda”.

El cuarto contiguo a la sala de audiencias del Palacio de Justicia de La Alpujarra es por esta época el centro de desahogo de centenares de personas afectadas por el ejército de Mancuso y sus hombres. En letra imprenta y muchas veces en medio de sollozos, los campesinos de Antioquia, Córdoba, Chocó y otras regiones le escriben pidiendo claridad sobre cada una de sus tragedias. No exigen dinero ni bienes materiales, pero reclaman la verdad sobre lo ocurrido. Escriben lo que se les ocurre, lloran, consultan fechas y detalles. Punto final.

Entre tanto Mancuso, cabeza inclinada hacia el suelo, hace una mueca de dolor cada vez que viene al caso una tragedia, una orden de asesinato dada, una confesión sobre el complot para una masacre. Su atuendo impecable y sus finas maneras hacen imposible de creer que ese sea el hombre que comandó las autodefensas. Parece más bien un ejecutivo rindiendo informe sobre el balance del mes. Mientras tanto, él sigue contando su gesta: ordenó 336 muertes, participó en más de 80 crímenes.

Las personas en el cuarto contiguo han seguido las tres sesiones de su declaración gracias al circuito cerrado de televisión que les permite apreciar cada detalle de lo que el ex jefe paramilitar le habla al fiscal al otro lado del muro. La tensión aumenta cada vez que sienten que Mancuso le está echando la culpa a personas muertas, se va por las ramas o evita dar detalles claves que conduzcan a la verdad de lo ocurrido.

“Exijo saber dónde está mi hijo desaparecido el día 6 de abril de 2002 en el barrio la Unión del municipio de Puerto Libertador, Córdoba”. La queja fue de Neila Rosa Durango, quien indaga por la suerte de Rodrigo José Oviedo Durango. Su carta llegó a manso del fiscal en la audiencia del 15 de enero pasado. Está escrita en el formato estándar que los familiares acordaron para hacer sus solicitudes. En los tres primeros renglones se escribe el nombre de quien hace la solicitud, el de la víctima y la fecha de solicitud. Luego se expone el caso en unos ocho o diez renglones. Como queriendo resumir en una sola frase el cansancio que tiene por tantos años de infructuosa búsqueda, Neila Rosa incluyó una pequeña frase adicional: “Quiero la verdad y solo la verdad”.

La misiva quedó sobre el escritorio del funcionario investigador junto a una que no tiene remitente ni corresponde al modelo acordado. Está fechada en Medellín y le pide al Fiscal: “pasarle este comunicado a don Salvatore Mancuso con el fin me informe (sic) sobre el paradero de mi hija Ángela Torres, más conocida como ‘la Monita’, acompañante sentimental de un integrante de la banda “la Terraza” y desaparecida el 14 de agosto de 2001 en la notaría 12 del Poblado, en Medellín”.

Las cartas de los familiares no solo reclaman información sobre personas. Eduardo Santos le pide a Mancuso que “haga un pronunciamiento expreso sobre el delito de hurto de 674 animales de la finca Alemania”, en San Onofre, Sucre, por parte del frente Héroes de los Montes de María. Según el remitente, los paramilitares de Diego Vecino y alias Cadena desplazaron a 52 familias propietarias de la mencionada finca.

Por el momento Mancuso no se ha referido a los casos referidos en los centenares de cartas enviadas al Fiscal. Se han cumplido tres sesiones de su declaración y aún no termina de rendir su versión, por lo que aún no empiezan las preguntas del fiscal. Las familias que viajaron hasta Medellín para entregar sus misivas cuentan cada vez con menos recursos para costearse la vida en la ciudad. Ý la transmisión por televisión de las diligencias de indagatoria, opción que les evitaría gastarse lo poco que les queda después de perder sus tierras, está enredada por el cambio de posición de las autodefensas frente al tema.

Esta semana Mancuso volverá envuelto en su fino traje hasta el palacio de justicia de Medellín. Esta vez, esperan los campesinos, terminará la parte relacionada con su confesión voluntaria y el fiscal le mostrará las adoloridas cartas de sus víctimas a la espera de una respuesta satisfactoria para cada una de ellas.