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El inmortal

La única esperanza para reestablecer la democracia en Serbia son las elecciones parlamentarias del próximo 28 de diciembre que, como ingrediente adicional, tienen a Slobodan Milosevic como cabeza de la lista del Partido Socialista.

15 de diciembre de 2003

El ambiente político en Serbia está revuelto. No solo porque fracasaron las elecciones presidenciales, sino porque el 28 de diciembre podría salir electo como parlamentario Slobodan Milosevic, quien a pesar de su sonado juicio por crímenes de guerra y genocidio, encabeza la lista de su partido y nada, ni siquiera la Corte Penal Internacional, podrá impedir su eventual elección.

Nadie en el mundo duda que Slobodan Milosevic es uno de los políticos más astutos de este tiempo. A pesar de su consternada juventud y su intrincado camino hacia a las esferas del poder en Serbia, logró consolidarse como uno de los sucesores del Mariscal Tito, fue presidente de la república yugoslava más fuerte en ese entonces, exacerbó el nacionalismo que con éxito Tito había dormido y emprendió una guerra contra las demás comunidades, con el apoyo de su pueblo. Y ahora está sacando provecho del más grande de sus tropiezos: logró convertir su juicio en espectáculo, él mismo tomó su defensa y comenzó una lucha contra la OTAN -a la que acusa de los crímenes que a él se le imputan- y ahora vuelve al escenario político por cuenta de las elecciones de Parlamento.

En cuanto anunció su candidatura, la atención se volcó hacia lo que en respuesta haría la justicia internacional para impedirlo. Pero definitivamente no hay nada que hacer. Él no ha sido condenado y por ello no hay recursos legales para evitar su posible elección. Pero no por eso se han quedado quietos. El pasado 11 de diciembre, un juez de La Haya ordenó incomunicarlo a él y a Vojislav Seselj, su antiguo aliado que se entregó hace pocos meses y cabeza de lista de otro de los partidos más opcionados, el Radical.

La determinación del juez David Tolbert surge en respuesta al cubrimiento que los medios le han dado a la candidatura y a su favoritismo en Serbia. Según el decreto expedido, no podrán tener contacto alguno con los medios de comunicación ni con nadie diferente a sus familiares más allegados y a sus abogados por 30 días, cuando las elecciones ya hayan pasado. Al cierre de la edición, la defensa no se había pronunciado al respecto.

Pero no es solo su eventual victoria lo que pone a Milosevic en el ojo público. También lo hace su brillante defensa, cuya segunda fase tendrá que estar lista para esta semana, su precario estado de salud y la llegada de la semana número 50 del juicio.

Desde el inicio del proceso en el Tribunal Penal para la Antigua Yugoslavia (TPIY) en febrero de 2002, Milosevic se declaró su propio defensor y en repetidas ocasiones se ha negado a nombrar una abogado que lo represente. "Supongo que alguien que se tiene que defender tiene el derecho a contactar a los testigos y supervisar todos los contactos", dijo en el pasado mes de septiembre, cuando se enteró que solo tendría tres meses para preparar su defensa. El tiempo asignado le pareció injusto y argumentó que la Fiscalía tuvo dos años para prepararse y así llamar a los 250 testigos y presentar casi medio millón de páginas de documentos. Además cuestionó el no contar con libertad condicional, trabajar sin asesores legales y desde la cárcel en la que está recluido en La Haya. Pero el tribunal rechazó su objeción y el plazo está a punto de concluir.

Ahora se espera que el ex presidente continúe su arremetida contra la OTAN y las potencias occidentales, a las que ha acusado de ser los verdaderos responsables de la miseria de Yugoslavia y los crímenes de guerra. Según él, las políticas de Occidente avivaron las llamas del odio étnico, por lo que los serbios solo reaccionaron ante esos hechos, más que haberlos instigado. Al final, murieron más de 900 albano-kosovares y otros 800 mil fueron expulsados.

Él mismo aseguró en una audiencia que su defensa tiene dos ventajas: que los argumentos apelan a los serbios y sus aliados que piensan que ellos están pagando por el fracaso de una política internacional que buscó evitar la tragedia de los Balcanes. Por ello se presume que insistirá en llamar a rendir testimonio a algunos políticos occidentales, como Bill Clinton y Madeleine Albright, para que entiendan el contexto en el que se produjeron los eventos. Sin embargo algunos analistas coinciden en que si bien atacar a la OTAN es una buena estrategia, no debe descuidar el frente de sus acusaciones y responder a ellas.

El fin del juicio -que resultó más largo de lo que se esperaba- está previsto para el 2005. Pero las partes sostienen que podría alargarse, pues el delicado estado de salud de Milosevic, de 62 años, es una bomba de tiempo.

Mientras tanto, la atención del público en las próximas dos semanas estará centrada en las elecciones, que al contrario de lo que pasó en los comicios presidenciales del 16 del noviembre, cuando sólo votó el 38,7 por ciento de la población, prometen tener asistencia masiva a las 8 mil mesas de votación instaladas en el país. Pero si al contrario fracasan, sería el cuarto intento fallido del Gobierno por recuperar la democracia perdida desde que en la llamada a elecciones del 2000, Milosevic fracasó y comenzó el caos de una república nacionalista y el viacrucis de un político inmortal.