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Aunque jefes paramilitares desmovilizados advirtieron con cifras y zonas sobre la presencia de nuevas generaciones de autodefensas, el Ministro del Interior poco cree en que el problema sea tan grave. (Foto: LEÓN DARÍO PELÁEZ / SEMANA)

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El panorama de la desmovilización de los paramilitares se llena de sombras

Una serie de factores oscurecen la negociación con las AUC. Primero Mancuso advirtió sobre el rearme de 5.000 nuevos paras; después ‘Macaco’ sentenció que hay 300 mandos medios sin “control alguno” y, ahora, un consejero presidencial acepta que no sabe dónde están 4.700 desmovilizados. ¿Qué va a pasar con el proceso? Análisis de SEMANA.COM

Andrea Peña
13 de febrero de 2007

El asta de la principal y más ambiciosa bandera de paz de la administración Uribe, el proceso de desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), presenta varias fisuras que de no sanar a tiempo puede terminar en una fractura con consecuencias impredecibles.
 
Primero fue la voz de Salvatore Mancuso, quien desde la cárcel de Itagüí advirtió sobre el rearme de 5.000 nuevos paramilitares. Esta información, entregada por el líder desmovilizado a través de un comunicado, hubiera tenido en otro momento un eco monumental. Pero pasó casi inadvertida porque fue hecha en la semana en que el país asistía expectante al cruce de dardos entre el presidente Álvaro Uribe y el senador Gustavo Petro.
 
Luego vino la advertencia de 'Macaco', quien –también a través de un comunicado pero en esta ocasión enviado a la Fiscalía– dijo que en Colombia hay 300 mandos medios “respecto de los cuales no existe rastro por parte nuestra y menos, control alguno”. Y que, por si fuera poco, quería recordar que de los 40 dirigentes nacionales de las AUC, más del 50 por ciento no se han sometido a la justicia “por razones que ampliamente conoce la opinión”.
 
No se trata de un anuncio cualquiera. Quien hace la advertenecia es Carlos Mario Jiménez Naranjo, considerado por los agentes de inteligencia del Estado como la mano de hierro de los paramilitares. Su revelación fue hecha el lunes en la tarde, horas antes de que trascendiera otra información de gravedad: que el gobierno no sabe dónde están 4.700 desmovilizados a quienes, sencillamente, se les perdió el rastro.
 
Estos hechos vienen con otros antecedentes que llenan de sombras el panorama de la desmovilización como el asesinato, en dos semanas, de tres víctimas y de la líder de una de ellas que buscaban la reparación de bienes arrebatados por parte de los paramilitares.

Aunque el ministro del Interior, Carlos Holguín Sardi, informó que las cifras suministradas por los líderes desmovilizados eran “exageradas” también sorprendió al decir que él no sabía “cuál era la estrategia que estaban buscando” los paramilitares con estos anuncios.
 
Además, cada vez se notan más acciones de las nuevas generaciones de autodefensas conocidas como las Águilas Negras, que tienen como epicentro a Norte de Santander (ver reportaje de SEMANA: ‘El Nido de las Águilas’).

De Mancuso a ‘Macaco’

Aunque la Policía Nacional no calcula en más de 3.000 los integrantes de nuevos ejércitos que han venido formando antiguas autodefensas, el ex comandante del Bloque Catatumbo, Salvatore Mancuso, aseguró que son más de 5.000 los hombres que se están rearmando.
 
“También los grupos de autodefensas que no negociaron siguen creciendo. Grupos armados emergentes los hay, como los hubo antes también, y han venido creciendo de forma exponencial, sólo que resultaba más cómodo para muchas personas calificarlos como pertenecientes a las autodefensas (...) El calificativo de ‘Águilas Negras´ tampoco puede ser ahora utilizado a la ligera sin ton ni son”, señaló en el comunicado hace dos semanas.
 
A la voz de Mancuso le siguió la de ‘Macaco’ esta semana, quien precisó los lugares, en donde según su testimonio, operan los nuevos ‘paras’: en el Caribe, el oriente y sur del país, y en el Urabá antioqueño y chocoano. “Deambula por el país una población ociosa de 20.000 desmovilizados (de las Autodefensas Unidas de Colombia), completamente marginados de alguna opción laboral o educativa, que les facilite la reincorporación a la sociedad”, dice la carta que el desmovilizado le envió al Fiscal General de la Nación, Mario Iguarán.

El rastro perdido
 
La controversia pasó enseguida a instancias del gobierno, cuando Frank Pearl, alto consejero para la Reinserción, reveló que de los 31.000 paramilitares desmovilizados no se tiene noticia de 4.731.

Estas situaciones, a primera vista, crean una alarma que Holguín Sardi trata de amortiguar. Por eso, reitera que no cree que la dimensión del problema sea tan grande como, según él, quieren mostrarlo los ex paras que están recluidos en Itagüí.

Por ejemplo, sobre las Águilas Negras, un engendro del que se ha comprobado por diferentes fuentes que existen en lugares como Ocaña y Puerto Santander, Holguín dijo a Caracol Radio que “estas no son un movimiento nacional, sino tres o cuatro grupos que actúan de la mano con el narcotráfico en la Costa Atlántica y en los Llanos Orientales”.

Además, según él, sí hay algo raro. Para citar un caso cuestionó a Mancuso y a ‘Macaco’ por el hecho de no haber denunciado a tiempo que más de 300 mandos medios y 40 comandantes quedaron por fuera del proceso de Justicia y Paz. Es decir que para el funcionario hay "gato encerrado", aunque como él mismo reconoce, no sabe con precisión qué es.

El meollo del problema

SEMANA.COM averiguó con entidades que siguen de cerca el proceso y la conclusión es desalentadora. Sencillamente las cosas están más graves de lo que hasta ahora se ha filtrado. ¿Por qué? La raíz del problema hay que buscarla en las precisiones que hizo la Corte Constitucional sobre la Ley de Justicia y Paz.

El tribunal le puso dos condiciones muy duras con el que tanto los paramilitares y el gobierno no contaban. Primero dejó por fuera el delito político lo cual hace que cualquiera de las personas detenidas en Itagüí pueda ser extraditada de un día para otro. Es una espada de Damocles que no les permite a los comandantes desmovilizados respirar tranquilos.

Y también la Corte hizo obligatoria la confesión. El hecho es valioso para recobrar la verdad y reconstruir la memoria de lo ocurrido pero no para los desmovilizados, quienes sienten que así actúen de buena voluntad y se les olvide algo en su relato la justicia puede cobrarles eso y sentenciarlos a condenas que jamás imaginaron cuando firmaron sus acuerdos.
 
Estos dos hechos minaron la confianza de los paras. La confusión es tal que por ejemplo SEMANA.COM pudo confirmar que Mancuso ha preferido encerrarse en su celda y salir muy poco, porque sencillamente no confía casi en nadie. Además, a la gran mayoría de su familia ya la sacó hacia el exterior para blindarla en caso de que le pase algo.

La vaca vieja

Y entonces, ¿qué van a hacer los paras? Al parecer estarían aplicando la sabiduría campesina de la vaca vieja. Según ésta, cuando los labriegos llevan su ganado a pastar de un lado a otro y saben que tienen que atravesar un río con pirañas, pasan primero la vaca vieja para que todas las pirañas se aglutinen allí y la devoren pero, entre tanto, ellos pueden pasar el ganado tranquilo.

“Eso fue lo que hicieron con las armas y los guerreros”, señaló un investigador que ha seguido de cerca el proceso. Esto significa que si bien el país vio miles de armas y de curtidos hombres en los actos de desmovilización, los jefes 'paras' dejaron intacta gran cantidad de material bélico y a sus hombres de mayor confianza en la confrontación militar libres por si algo no salía bien.

Parece que eso es a lo que están acudiendo. Primero Mancuso y ahora ‘Macaco’. Por eso, es preferible tomar sus palabras en serio porque éstas reflejan las fisuras de un asta de la bandera que se puede romper. El problema es que en este momento no hay camino expedito para que las partes lo tomen y recompongan la negociación. Lo único cierto es que la situación es más delicada de lo que hasta ahora se había filtrado.