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"El reality explora nuestra sensibilidad"

Juan Esteban Sampedro sostiene que los realities sirven para generar empleo y mostrar la buena cara del país

Juan Esteban Sampedro*
6 de febrero de 2005

Desde el momento en que los holandeses decidieron convertir el libro 1984, de George Orwell, en un reality llamado Big Brother, generaron un fenómeno tan impresionante que en tan sólo un año ya hablaban de más de 1.000 millones de televidentes alrededor del mundo. Hoy, la descendencia es grande, y al lado de Big Brother puede haber más de dos mil formatos en las franjas prime de las principales cadenas de televisión del planeta. La CBS con Survivor, la NBC con el El aprendiz producido y conducido por Donald Trump o la Fox con American Idol, son muestra de ello.

Colombia es un país que avanza vertiginosamente en la industria de la televisión y no se ha abstenido a la hora de innovar frente a estos formatos. La calidad de sus producciones y el hecho de estar a la vanguardia, le ha permitido entrar en importantes mercados internacionales derribando fronteras y posicionándose en horarios importantes. Es justamente esa internacionalización la que ha hecho que los canales busquen no solamente llevar lo mejor de lo nuestro al exterior sino también producir para los colombianos formatos que son exitosos en otras latitudes.

Fue justamente ese intercambio de productos el que trajo a Colombia los reality shows. El Canal Caracol fue pionero en esta experiencia y su primer reality de aventura logró captar con creces el interés de los televidentes. El análisis de la sintonía dio como resultado que los colombianos estaban dispuestos a ver otro tipo de programación en sus pantallas y fue por ello que se continuó en la búsqueda de nuevos formatos que lograran satisfacer sus demandas.

Además estas producciones en el caso del Canal Caracol tienen un valor agregado, ya que al realizarse en nuestro país se convierten en generadoras de empleo, ejemplo de ello son La Granja y el Desafío 20.05 Cabo Tiburón, grabados en territorio colombiano y que emplean en buena parte de su producción talento nacional y mano de obra de la zona.

Las discrepancias acerca del fenómeno en que se han convertido los realities, radica básicamente en la discusión acerca de los sentimientos que afloran en los concursantes al vivir una experiencia diferente a su cotidianidad y que son vistos por miles de televidentes.

Por ello, es importante partir de una consideración esencial y es que estos formatos no pretenden reflejar la idiosincrasia de ningún país, sólo reúnen una muestra de la población que se le apunta al reto de vivir situaciones diferentes a las normales y que ponen a prueba su ingenio, haciendo que su naturaleza humana explore nuevas sensaciones y potencialice ciertos rasgos de su personalidad.

El objetivo claro de un reality es entretener y así deber ser considerado. Es poner al frente de las pantallas personajes reales que vibran y que a través del juego van armando pequeñas historias que los muestran tal y como son.

Está comprobado, por declaraciones de ex concursantes, que si bien es cierto al inicio de la competencia son conscientes de que están siendo seguidos por las cámaras, llega un momento en el que logran olvidarlas y se dedican a vivir la experiencia a cabalidad, asumiendo las victorias y las derrotas tal y como lo hacen cuando deben ponerse al frente de las responsabilidades en su vida lejos del juego.

El reality es un concurso al que se le suma la convivencia, el día a día y que además requiere de la cohesión de grupo para poder avanzar hasta la meta final y en esa búsqueda de la victoria estas personas dejan ver sus debilidades y fortalezas y no por ello se está explotando lo más "bajo del ser humano", es sólo que aquellos que se le miden al reto, no tienen miedo de dejarse ver.

Todos competimos día a día por un premio, que puede ser económico como el que recibimos en la quincena fruto de nuestro trabajo o la sonrisa al final del día de nuestros hijos, sólo que las personas que se le miden al reto del reality se exponen frente a miles de televidentes y no podemos señalar al formato por ello, más bien podríamos decir que es un llamado a sensibilizarnos y a no tener miedo de ver cómo sentimos y la forma como lo expresamos.

*Director de entretenimiento de Caracol