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El silencio demócrata frente al TLC evidencia que la batalla en el Congreso de EU para su aprobación será muy difícil

Los esfuerzos del presidente Álvaro Uribe no lograron sacarle una declaración de apoyo a la líder de la bancada demócrata, Nancy Pelosi, quien, en cambio, le exigió resultados en las investigaciones por la ‘parapolítica’, impulsar las condenas de los funcionarios y de los militares con nexos con las autodefensas y trabajar más por la defensa de los derechos humanos.

Élber Gutiérrez Roa
3 de mayo de 2007

Sin muchas sorpresas trascurrieron las reuniones más importantes de la visita del presidente Álvaro Uribe a Estados Unidos. En medio de la polémica desatada tras los debates en los que la oposición en el congreso de Colombia lo vincula con los paramilitares, Uribe tenía claro desde el principio que en Washington encontraría dos grandes escenarios: el cordial y amistoso del presidente Bush y el crítico y duro de la bancada demócrata. Y así fue.

El primer turno fue con el mandatario norteamericano. La fase de las mieles. Respaldo ratificado, total apoyo para la política de seguridad democrática, solidaridad frente a las críticas de la oposición y el compromiso de redoblar esfuerzos con miras a la aprobación del TLC en ese país.

Pero luego vinieron las críticas, que una vez más lograron desencajar al mandatario colombiano. Él mismo confeso este jueves, en entrevista con Caracol Radio, que su impresión no fue la mejor cuando vio a un grupo de manifestantes esperándolo en las calles de Washington para gritar que no a sus políticas. “Si yo estuviera por allá de joven, como era, con los arrestos de la juventud, seguramente me liaría a puños. Pero recuerdo que soy el Presidente de Colombia, que tengo que representar la dignidad del país. Hay que acudir con valor civil y con prudencia y con toda la firmeza”, dijo Uribe.

Los asesores del presidente, la embajada de Colombia en Washington y hasta algunos funcionarios estadounidenses le advirtieron que no debería salir a confrontar a los manifestantes. (Ni siquiera las protestas contra Uribe fueron sorpresa en esta gira). Pero dado el carácter del jefe de Estado colombiano lo más lógico era que saliera a tratar de controvertirlos.

Pese al mal rato de las protestas, el peor momento vendría este jueves, día de la tan esperada reunión con Nancy Pelosi, líder de la bancada demócrata y considerada hoy por hoy una de las mujeres más importantes de EU. A decir verdad, la reunión había sido vendida en Colombia como el cara a cara entre Uribe y Pelosi, pero no fue así. Loo que en verdad ocurrió fue que Uribe tuvo que responder a un bombardeo de preguntas de cinco congresistas entre los que estaban Pelosi y otros demócratas con los cuales él ya se había reunido el día anterior, todos ellos muy interesados por el caso colombiano y conocedores de la situación del país.

La cita concluyó con una exigencia al gobierno colombiano para que esclarezca los casos de la parapolítica y la violación a los derechos humanos en los que están vinculados miembros de la Fuerza Pública. Pelosi demandó que las condenas deben ser ejemplares y que no se pueden quedar solo en sanciones a los mandos inferiores. El Tratado de Libre Comercio, principal preocupación y razón de la visita de Uribe a Estados Unidos, ni siquiera fue mencionado en la declaración oficial de los demócratas.

Los reclamos no fueron solo de Pelosi. “No necesitamos más palabras, reportes o crear unidades de la Fiscalía para investigar, sino de resultados y condenas. Requerimos progresos verdaderos”, dijo también el representante James McGovern.

En vez de respaldo al TLC, los líderes de la bancada demócrata hicieron una elocuente advertencia: “Si no hay progresos sustanciales” no podrá haber firmas de acuerdos comerciales. Como era de esperarse, se limitaron a advertirle a Uribe lo mismo que en las reuniones del día anterior. En el caso de Pelosi, la idea de emitir un comunicado oficial sobre la reunión también llevaba implícito el mensaje a su bancada de que la posición frente al tema colombiano no ha cambiado.
 
Así las cosas, todo apunta a que el Congreso de EU seguirá dividido frente al tema y será muy difícil lograr un consenso. Tal y como lo advirtieron columnistas de prensa en ambos países, para que sea aprobado el acuerdo hace falta más una decisión política de EU. El tema depende más de la percepción que en ese país haya sobre la incidencia tratado en el interés nacional de ese país. Las dudas sobre los avances en el caso colombiano serán difícilmente superadas en un tiempo tan corto.

Sin embargo, el mensaje para el gobierno uribista no es tan desalentador. De un lado, cuenta con un aliado incondicional en el gobierno y la bancada republicana. Y por otra parte, tiene claro qué es lo que piensan los demócratas y sabe hacia dónde debe enfilar el lobby durante las próximas semanas y alistar, por si es necesaria, una estrategia destinada a pedir una nueva prórroga de las preferencias arancelarias vigentes.