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Entre 1400 y 2800 vidas se habrían salvado gracias a la desmovilización de AUC

Un estudio reciente afirma que la desmovilización de los paras ha reducido los homicidios en un 13 por ciento en las zonas bajo su influencia.

22 de junio de 2006

En la mayoría de regiones donde se han desmovilizado los paramilitares la gente se queja de una creciente inseguridad. Los reporteros judiciales también se quejan, pero por una razón diferente: ya no tienen suficientes historias de muertos para llenar la página judicial.

Desde que las autodefensas abandonaron las armas, los homicidios han bajado un significativo 13 por ciento en las zonas de desmovilización, según un estudio realizado por Michael Spagat, un académico del departamento de economía de la Universidad de Londres y el Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac). El estudio estima que entre 1400 y 2800 homicidios se han evitado hasta el momento dado el efecto acumulado de estas desmovilizaciones. “La desmovilización paramilitar ha rendido sus frutos para Colombia”, asegura.

Para realizar el estudio, los investigadores analizaron el impacto de las desmovilizaciones usando técnicas estadísticas que explotan el hecho que diferentes grupos, operando en areas diversas, se desmovilizan en momentos diferentes. “Es una comparación sofisticada antes y después, revisando los cambios en las tasas de homicidio en las areas inmediatamente después de que se desmovilizan”, explica Spagat, quien ha realizado otros estudios sobre la violencia en Colombia, por lo general con una óptica más positiva que la de otros investigadores.

El analista advierte que los datos cambian considerablemente de región a región. En Nariño, por ejemplo, el CERAC encontró que hubo un aumento significativo de los homicidios después de la desmovilización del bloque Libertadores del Sur (ver artículo relacionado). También dice que todavía es demasiado temprano para concluir que es un éxito rotundo pues la desmovilización es muy reciente y evoluciona rápidamente.

“Más allá de estas consideraciones, debemos reconocer que gran parte de las críticas al proceso de desmovilización han sido injustas”, dice Spagat. En particular, cree que la crítica a la baja proporción de armas entregadas en las desmovilizaciones es absurda. Según él, las 17 mil armas devueltas por los paras representan un porcentaje alto si se compara con las entregadas por otros grupos armados en el pasado, tanto en Colombia como en el mundo. “Además, la alta cualidad de las armas recolectadas no tiene precedente en una escala internacional”, agrega.

Spagat afirma que la desmovilización en Colombia ha empezado con el pie derecho y que ahora que la Corte aprobó y mejoró la Ley de Justicia y Paz tiene una base legal que merece un decidido apoyo internacional. Advierte, eso sí, que la “batalla por una desmovilización exitosa hasta ahora arranca y que aún no es tiempo para cantar victoria”.

Aunque el CERAC no hace alusión al último informe de la Misión de Verificación de la OEA (ver artículo relacionado), sobre cómo varios de los grupos desmovilizados han retoñado en las regiones o no se desmovilizaron totalmente, lo cual podría restarle cierto optimismo a sus resultados, este estudio es interesante porque demuestra que pese a las muchas fallas en el proceso de desmovilización, la más importante se ha logrado: salvar vidas.