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Foro Social Mundial, con eco socialista

En el IV Foro Mundial Social en Caracas, Venezuela, los antiimperilalismo, antiglobalización, anti-Bush y antimachistas deñ continente se reunieron para discutir su utopía para el nuevo mundo.

Juan Diego Restrepo E. *
2 de febrero de 2006

, en las que se debatieron temas de especial significación para América Latina, confluyeron en un tema central: la construcción del socialismo en el siglo XXI.
 
Si bien en este evento, que congregó durante una semana a por lo menos 100.000 activistas sociales de diversos países del mundo, la agenda de trabajo estuvo nutrida de análisis referidos a la globalización, el imperialismo, la economía, el sindicalismo, la educación, la reforma agraria, el indigenismo, la ecología, el capitalismo, el militarismo, la salud, los procesos informativos alternativos y las luchas de los movimientos sociales, las discusiones mantuvieron un eco socialista, reforzado por Chávez en su encuentro con los participantes, a quienes invitó a la acción bajo la consigna "¡Socialismo o muerte!".
 
El proceso que vive Venezuela desde que Hugo Chávez Frías asumió el poder en 1998, calificado como "revolucionario" por sus medidas sociales y más aún por su constante discurso de carácter socialista, así como por su enconado acento antiimperialista y antineoliberal, fue el marco ideal para imponer en el FSM ese tinte político que tantas críticas recibe por parte de diversos sectores sociales venezolanos. 
 
Las concentraciones públicas en distintos escenarios de la ciudad y la participación de los movimientos sociales venezolanos permitieron que los visitantes extranjeros recibieran constantes dosis de ideología bolivariana, lo que a juicio del antropólogo e investigador colombiano Alfredo Molano, presente en el evento, "fortaleció el Foro, pues vimos un pueblo venezolano activo que mostró vitalidad y energía para llevar adelante propósitos sociales que siempre hemos tenido y por los cuales hemos luchado, lo que demuestra que no estábamos tan derrotados".
  
Pero a la situación "revolucionaria" de Venezuela se sumaron dos hechos ocurridos en lo que va corrido del año que también influyeron en el Foro: los triunfos en las elecciones presidenciales de la socialista Michelle Bachelet en Chile y Evo Morales en Bolivia.
 
¿Y cómo lo ven?
 
Más allá de los balances que hagan los movimientos sociales presentes en el FSM, la discusión que quedó gravitando en el ambiente caraqueño es cómo construir el socialismo.   
 
Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba, dice que "ve un socialismo renovado, renacido en cierto sentido, que cada vez más es capaz de movilizar grandes mayorías". No obstante, señala que los procesos revolucionarios, entre los que ubica al liderado por Chávez, enfrentan debilidades semejantes a las vividas por el pueblo cubano en los inicios de la revolución castrista: "La herencia maldita que recibe todo revolucionario, los años de explotación y de injusticia que se refleja en el subdesarrollo; las grandes lagunas que tienes que resolver en materia de educación, salud y educación, y, por supuesto, la hostilidad norteamericana".
 
Temas como la reforma agraria, nuevas economías, fortalecimiento de los movimientos sociales, redistribución de la riqueza, inclusión social y la preservación del ecosistema fueron vistos bajo la óptica de su posible aplicación sólo en aquellos gobiernos de corte socialista.
 
Al respecto, la historiadora venezolana Margarita López Maya, quien valoró el triunfo electoral del indígena Evo Morales en Bolivia, explica que la fuerza del cambio está llegando a través de los votos, lo que plantea un dilema tanto difícil como inaceptable para las elites: "La experiencia venezolana sirve para advertirnos sobre la enconada y feroz resistencia que se va a desarrollar entre las viejas elites que comienzan a perder el poder. Vamos a ver burocracias que acentúan su inercia operativa y tecnocracias que desarrollan sabotajes en distintas dependencias del Estado para impedir políticas de cambio".
 
A su juicio, esta permanente resistencia de los intereses vinculados al viejo orden y a la hegemonía neoliberal puede llevar, "como ha sido el caso de Venezuela, a la emergencia de movimientos sociales de derecha, de resistencia a la revolución, al cambio, y se vivirán exacerbaciones de prejuicios sociales y racionales, así como insurrecciones contrarrevolucionarias y violencia".
 
Plantea que si bien no hay métodos claros para construir el camino que diversos movimientos sociales proponen -" igualitario, solidario, democrático y diverso"- es crucial la formación política e ideológica de quienes quieren apoyar e impulsar estas ideas. "Es necesaria esa formación porque los cambios pueden significar reconstruir las instituciones estatales al mismo tiempo que reinventarlas para que sirvan a esa nueva hegemonía que busca trascender el capitalismo y llevar a un mundo de vida más justo, pluricultural, más humano, democrático y ecológicamente sostenible".
 
Al respecto, el pensador egipcio Samir Amin, uno de los neo-marxistas más reconocidos en los círculos académicos mundiales y presente en el FSM, dice que se requiere la construcción de políticas internacionales y regionales que se funden sobre el predominio de conceptos como solidaridad y no de competencia de los individuos y pueblos, asociando el progreso social a la democracia, el respeto y el refuerzo de las autonomías de las naciones y los pueblos. "Esa es la perspectiva del socialismo", reitera.
 
Pero también hay críticos. John Holloway, intelectual marxista escocés, autor del libro "Cambiar el mundo sin tomar el poder", advierte que el socialismo del siglo XXI carece de significado. "Si uno observa el movimiento altermundista, el movimiento zapatista o el movimiento piquetero, repara en que la gente no está hablando de socialismo. Y no lo hace porque socialismo significa una forma de oficialización estatal, y estos movimientos no están interesados en eso".
 
En opinión de Holloway, "el socialismo implica una forma de Estado para la cual no hay mucho espacio en el mundo. Hace 30 años quizás había espacio para Estados de bienestar en el sentido clásico, pero con la dinámica actual del capitalismo ya no hay espacio para eso. Para mí, el anticapitalismo del siglo XXI debe ser antiestatal. Tal vez haya que hablar de comunismo, aunque esa palabra esté muy lastrada históricamente", concluye el académico marxista, ofreciendo una visión novedosa a la discusión del fondo vivida en el VI Foro Social Mundial. El debate queda abierto.

(*)Corresponsal del IPC. Caracas, Venezuela

Vea otros análisis:

, en las que se debatieron temas de especial significación para América Latina, confluyeron en un tema central: la construcción del socialismo en el siglo XXI.
 
Si bien en este evento, que congregó durante una semana a por lo menos 100.000 activistas sociales de diversos países del mundo, la agenda de trabajo estuvo nutrida de análisis referidos a la globalización, el imperialismo, la economía, el sindicalismo, la educación, la reforma agraria, el indigenismo, la ecología, el capitalismo, el militarismo, la salud, los procesos informativos alternativos y las luchas de los movimientos sociales, las discusiones mantuvieron un eco socialista, reforzado por Chávez en su encuentro con los participantes, a quienes invitó a la acción bajo la consigna "¡Socialismo o muerte!".
 
El proceso que vive Venezuela desde que Hugo Chávez Frías asumió el poder en 1998, calificado como "revolucionario" por sus medidas sociales y más aún por su constante discurso de carácter socialista, así como por su enconado acento antiimperialista y antineoliberal, fue el marco ideal para imponer en el FSM ese tinte político que tantas críticas recibe por parte de diversos sectores sociales venezolanos. 
 
Las concentraciones públicas en distintos escenarios de la ciudad y la participación de los movimientos sociales venezolanos permitieron que los visitantes extranjeros recibieran constantes dosis de ideología bolivariana, lo que a juicio del antropólogo e investigador colombiano Alfredo Molano, presente en el evento, "fortaleció el Foro, pues vimos un pueblo venezolano activo que mostró vitalidad y energía para llevar adelante propósitos sociales que siempre hemos tenido y por los cuales hemos luchado, lo que demuestra que no estábamos tan derrotados".
  
Pero a la situación "revolucionaria" de Venezuela se sumaron dos hechos ocurridos en lo que va corrido del año que también influyeron en el Foro: los triunfos en las elecciones presidenciales de la socialista Michelle Bachelet en Chile y Evo Morales en Bolivia.
 
¿Y cómo lo ven?
 
Más allá de los balances que hagan los movimientos sociales presentes en el FSM, la discusión que quedó gravitando en el ambiente caraqueño es cómo construir el socialismo.   
 
Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba, dice que "ve un socialismo renovado, renacido en cierto sentido, que cada vez más es capaz de movilizar grandes mayorías". No obstante, señala que los procesos revolucionarios, entre los que ubica al liderado por Chávez, enfrentan debilidades semejantes a las vividas por el pueblo cubano en los inicios de la revolución castrista: "La herencia maldita que recibe todo revolucionario, los años de explotación y de injusticia que se refleja en el subdesarrollo; las grandes lagunas que tienes que resolver en materia de educación, salud y educación, y, por supuesto, la hostilidad norteamericana".
 
Temas como la reforma agraria, nuevas economías, fortalecimiento de los movimientos sociales, redistribución de la riqueza, inclusión social y la preservación del ecosistema fueron vistos bajo la óptica de su posible aplicación sólo en aquellos gobiernos de corte socialista.
 
Al respecto, la historiadora venezolana Margarita López Maya, quien valoró el triunfo electoral del indígena Evo Morales en Bolivia, explica que la fuerza del cambio está llegando a través de los votos, lo que plantea un dilema tanto difícil como inaceptable para las elites: "La experiencia venezolana sirve para advertirnos sobre la enconada y feroz resistencia que se va a desarrollar entre las viejas elites que comienzan a perder el poder. Vamos a ver burocracias que acentúan su inercia operativa y tecnocracias que desarrollan sabotajes en distintas dependencias del Estado para impedir políticas de cambio".
 
A su juicio, esta permanente resistencia de los intereses vinculados al viejo orden y a la hegemonía neoliberal puede llevar, "como ha sido el caso de Venezuela, a la emergencia de movimientos sociales de derecha, de resistencia a la revolución, al cambio, y se vivirán exacerbaciones de prejuicios sociales y racionales, así como insurrecciones contrarrevolucionarias y violencia".
 
Plantea que si bien no hay métodos claros para construir el camino que diversos movimientos sociales proponen -" igualitario, solidario, democrático y diverso"- es crucial la formación política e ideológica de quienes quieren apoyar e impulsar estas ideas. "Es necesaria esa formación porque los cambios pueden significar reconstruir las instituciones estatales al mismo tiempo que reinventarlas para que sirvan a esa nueva hegemonía que busca trascender el capitalismo y llevar a un mundo de vida más justo, pluricultural, más humano, democrático y ecológicamente sostenible".
 
Al respecto, el pensador egipcio Samir Amin, uno de los neo-marxistas más reconocidos en los círculos académicos mundiales y presente en el FSM, dice que se requiere la construcción de políticas internacionales y regionales que se funden sobre el predominio de conceptos como solidaridad y no de competencia de los individuos y pueblos, asociando el progreso social a la democracia, el respeto y el refuerzo de las autonomías de las naciones y los pueblos. "Esa es la perspectiva del socialismo", reitera.
 
Pero también hay críticos. John Holloway, intelectual marxista escocés, autor del libro "Cambiar el mundo sin tomar el poder", advierte que el socialismo del siglo XXI carece de significado. "Si uno observa el movimiento altermundista, el movimiento zapatista o el movimiento piquetero, repara en que la gente no está hablando de socialismo. Y no lo hace porque socialismo significa una forma de oficialización estatal, y estos movimientos no están interesados en eso".
 
En opinión de Holloway, "el socialismo implica una forma de Estado para la cual no hay mucho espacio en el mundo. Hace 30 años quizás había espacio para Estados de bienestar en el sentido clásico, pero con la dinámica actual del capitalismo ya no hay espacio para eso. Para mí, el anticapitalismo del siglo XXI debe ser antiestatal. Tal vez haya que hablar de comunismo, aunque esa palabra esté muy lastrada históricamente", concluye el académico marxista, ofreciendo una visión novedosa a la discusión del fondo vivida en el VI Foro Social Mundial. El debate queda abierto.

(*)Corresponsal del IPC. Caracas, Venezuela

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