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¿Gaviria, candidato en ciernes?

Jhon Mario González explica por qué Gaviria sería el mejor contendor de Álvaro Uribe en las próximas elecciones

John Mario González *
19 de junio de 2005

Al ex presidente César Gaviria se le puede recriminar fallas de gobierno de hondo calado. Se le puede recordar que buena parte de la ingobernabilidad del país en los últimos años obedece a la atomización de los partidos y al debilitamiento de la figura presidencial en la Constitución del 91. También se le puede señalar que muchos de los problemas económicos y fiscales por los que atraviesa el país tienen su origen en los desaciertos de la apertura económica y la disparada del gasto público de comienzos de los 90. Y, así sucesivamente, varios otros problemas y nubarrones de su administración.

Sin embargo, y a pesar de ello, el ex mandatario tiene hoy grandes posibilidades de convertirse en el más fuerte contendor de Uribe, en caso de que la Corte Constitucional avale la reelección.

El asunto pasa lentamente del campo de la mera especulación al ámbito del realismo y el cálculo político. Las razones son numerosas y tienden paulatinamente a aumentar.

En primer lugar, el ex presidente no ha dicho rotundamente que no aspirará a la Presidencia en 2006. Ha dejado incluso una hendidura para impulsar una eventual candidatura cuando afirma que ello sólo podría suceder si circunstancias excepcionales a ello lo condujeran.

Como un hombre con avezado olfato y que como pocos tiene el don de la oportunidad política, Gaviria sabe que, tal como están las cosas, un terremoto político puede ocurrir en cualquier momento o que pequeños temblores pueden modificar las circunstancias.

Es allí donde se le encuentra fundamento a las dudas del ex presidente Samper respecto de si el ahora jefe único del Liberalismo aspiraría a la Presidencia, dudas que, a pesar de la aparente sincronía política entre los ex mandatarios y con desayuno a bordo, no han podido ser despejadas.

En segundo lugar, Gaviria tiene un manejo de medios que ninguno de los contendores de Uribe podría lograr. Tiene a su favor directores y editores políticos de los más importantes medios de comunicación del país, y en otros casos neutraliza resistencias, lo cual explica en buena medida el amplio despliegue mediático que recibe.

Una tercera razón es que con las polémicas de las últimas semanas, el presidente Uribe está graduando al ex presidente Gaviria como su contradictor natural, título que corroboró con honores al pronunciar su discurso en el pasado Congreso Liberal y al obtener la jefatura única de su partido. De paso, le está haciendo un favor.

Los dardos de Uribe contra Gaviria para ganar puntos contra los "impopulares ex presidentes" lo que están logrando es que la opinión pública asimile las críticas y el corte de cuentas a la administración de este último, lo cual, por motivo de la Secretaría de la OEA no hubo tiempo de hacer, cuentas que por la complejidad del país y su política no resulta claro que favorezcan al actual inquilino de la Casa de Nariño. Ello con el agravante que Uribe es el Presidente y es quien en los meses por venir tiene que asumir responsabilidad política. En otras palabras, Uribe está quemando las naves de las críticas a su posible más fuerte contendor.

Como cuarta razón, Gaviria puede concitar el apoyo de los otros precandidatos y liderar una alternativa a Uribe con mayor facilidad que cualquiera otro de los visibles actuales aspirantes. El ex presidente ya tiene una tradición de acuerdos con el M-19, y el mismo Antonio Navarro fue su ministro de Salud.

Adicionalmente, la empatía personal y política con el ex presidente Andrés Pastrana ha sido grande, lo cual facilitaría el apoyo por parte de los conservadores que no quieren ver morir a su partido en un segundo mandato de Uribe o en manos de indoctrinarios parlamentarios, más preocupados por su cuota burocrática que por convertir a éste en una alternativa de poder.

Incluso no sería sorprendente que un disminuido Peñalosa, o Serpa se sientan más cómodos endosando su apoyo al ex presidente liberal, antes que a uno de ellos.

Peñalosa y Serpa

Razones adicionales para una probable candidatura de Gaviria son el franco declive de un Enrique Peñalosa y las dificultades de Serpa.

Aunque algunos columnistas se esmeren por destacar la agudeza del cálculo político de Peñalosa, lo ocurrido con el ex alcalde en los últimos dos años lo sitúa más bien como un hombre políticamente disminuido.

Sólo hace falta ver en qué lugar de la parrilla arrancó Peñalosa al inicio del gobierno de Uribe, con quien, tiempo después, al parecer cayó en desgracia. Luego vino la derrota de su candidato para la Alcaldía de Bogotá y también en el referendo.

Posteriormente permutó su independencia política a un aparente bajo precio, para tener que ajustarse al Partido Liberal, con socialdemocracia a bordo, en la posición casi de cualquier mortal. Y, como ñapa, el ex alcalde está casi desaparecido de los medios, sin saber si hace oposición a Uribe o no, y al parecer sin discurso claro, pues a punta de política urbana no alcanza a alzarse con una candidatura presidencial y menos con la primera magistratura del Estado.

En el caso de Serpa, su dificultad radica en el notable desgaste que ha sufrido en la última década y a la -aparente o real- contradicción de haber sido embajador del gobierno de Uribe. A ello habría que agregar sus ambiguas salidas políticas de las últimas semanas, quizás explicables por su esfuerzo por ganar presencia mediática. Aunque es un hombre bien posicionado desde la perspectiva de impulsar una alternativa de izquierda, las alusiones del ex ministro del Interior a la inversión social y a lo social se han tornado vagas -en el caso de que alguna vez hubieran sido sustantivas- y han perdido contundencia, lo cual en últimas se convierte en desventaja.

En ese orden de ideas, con todo el prestigio internacional que ha ganado el ex presidente Gaviria y con la confianza que otorga a sectores empresariales y de opinión, el ex mandatario está construyendo inmejorables condiciones para convertirse en candidato del Liberalismo y de una coalición alternativa al Presidente Uribe, en caso de que la Corte Constitucional declare exequible la figura de la reelección.

Si Gaviria no fuera candidato, sería más el producto de honrar un compromiso implícito antes que por falta de condiciones y posibilidades, pues sería la primera vez en el Liberalismo, por lo menos en 50 años, en que se ungiría un jefe único para garantizar un proceso de selección interna de candidato presidencial, y quien a la vez tiene las mejores condiciones de ser el candidato.

*Maestro en gobierno y analista político