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Hong Kong: ¿La última oportunidad para el mundo en desarrollo?

La Ronda del Desarrollo Doha, que se denominó así para vincular el comercio con el desarrollo, puede no llegar a nada. Por eso Ricardo Buitrago cree que Hong Kong podría ser la última oportunidad para equilibrar las condiciones entre el mundo desarrollado y el mundo en desarrollo.

Ricardo E. Buitrago R.*
12 de febrero de 2006

La mayor liberalización del comercio mundial -es decir el desmonte de aranceles y restricciones al comercio- a la que se pretende llegar en Hong Kong (la ronda finaliza el 18 de diciembre), se decidió en la ciudad de Doha (Qatar) el año 2001, poco después de los atentados terroristas en Estados Unidos. En aquellos momentos la economía estadounidense estaba sufriendo una recesión después de ocho años en los que el país creció por encima del 4% anual y esa recesión amenazaba con expandirse al resto del mundo. Los atentados terroristas añadieron a la crisis económica una depresión sicológica de ciudadanos y empresas, y los datos de la globalización retrocedieron: disminuyeron los flujos de inversión extranjera, los intercambios de bienes y servicios y los movimientos de personas.

En este contexto, se lanza la Ronda de Doha de liberalización del comercio (el Banco Mundial estima que esa liberalización hará crecer los ingresos mundiales en 300.000 millones de dólares en diez años), a la que se le denominó la Ronda DOHA para el  Desarrollo. Su nombre obedeció a la necesidad de vincular los conceptos de comercio y desarrollo, que en muchos casos habían estado disociados. Para que un país pobre deje de serlo ha de abrir sus puertas y dejar entrar los productos del resto del mundo, y viceversa: "apertura total" -¿suena familiar el término?-.

Todos contra todos

A la cumbre de Hong Kong se llega en una especie de todos contra todos, en donde los mismos interlocutores pertenecen a uno u otro grupo dependiendo del asunto del que se trate: quienes son partidarios de la apertura en unos productos porque son grandes exportadores de los mismos, pueden ser proteccionistas respecto a otros, para hacer sobrevivir a sus agricultores nacionales.

El primer grupo lo forman Estados Unidos y la Unión Europea, aunque es muy difícil encontrar, más allá de su posición objetiva de bloques ricos, intereses comunes. En octubre, Estados Unidos. ofreció eliminar algunas de las subvenciones a las exportaciones de sus productos agrícolas, trasladando hábilmente a Europa la responsabilidad de ser la zona más proteccionista del mundo. Pocos días después, la Unión Europea contraatacó con otro paquete de medidas liberalizadoras de su comercio, aunque sin tocar en profundidad la Política Agraria Común. Ambos bloques se acusaron entre sí de contabilidad creativa (engañar acerca de la amplitud de sus concesiones), y de una liberalización mucho menor de lo anunciado.

Pero también en el seno de la Unión Europea hay diferencias: el comisario de Comercio actual, el británico Peter Mandelson, ofreció reducir los aranceles y las ayudas a la exportación, oferta que fue durísimamente contestada por países como Francia o España, que le acusaron de haber ido en la negociación mucho más lejos de lo pactado en el conjunto de los 25 países europeos.

El segundo gran interlocutor es el G-20, que representa a los países emergentes. Habiendo sido creado en 1999, no tomó naturaleza como poder alternativo a los bloques de las zonas más ricas hasta la conferencia ministerial de Cancún, en 2003, cuando se alió con el G-90, el tercer  interlocutor en Hong Kong (compuesto por los países menos desarrollados, el Grupo África, Caribe y Pacífico, y la Unión Africana), y plantaron sus posiciones frente a la Unión Europea y Estados Unidos..

"Desarrollados" versus "En Desarrollo"

Si la ecuación comercio igual a desarrollo fuese tan fácil y tan directa, y beneficiase a los países en desarrollo, ¿Por qué éstos se oponen a la rápida liberalización de los movimientos de mercancías y productos agrícolas? Porque las reglas del juego no se aplican por igual a todos: mientras les exigen una "apertura total" de la industria y los servicios, zonas como Estados Unidos o la Unión Europea aplican tres tipos de mecanismos de apoyo a su agricultura: aranceles a muchas de las cosechas que llegan del mundo en desarrollo (por ejemplo, el algodón y el banano), que las encarecen, siendo para el consumidor más barato seguir adquiriendo las producciones europeas o americanas; en segundo lugar, ayudas directas a sus agricultores (subsidios), y, en tercer lugar, ayudas a la exportación de sus cosechas. Es decir, por una parte encarecen lo que llega de fuera y por la otra abaratan lo propio, distorsionando el mercado.

Ocurrió en la cumbre de Cancún, en 2003, y ha vuelto a ocurrir en Hong Kong. La agricultura se ha convertido en el tema candente en las mesas de negociación, a causa de los subsidios otorgados por Estados  Unidos o la Unión Europea a los agricultores, que pueden de esta forma exportar a bajo precio en detrimento de los campesinos del mundo en vías de desarrollo. El desequilibrio entre los "desarrollados" y los "en desarrollo" es tan grande que la cumbre vive un momento "crítico". Según el ministro de Comercio de India, Kamal Nath, el lenguaje más claro en las mesas de negociación es el desmonte de subsidios al agro. El G-20, el cual concentra a casi 60% de la población mundial y 26% de las exportaciones agrícolas del mundo, ratificó en esta ronda su propuesta de eliminar todas las formas de subsidios a las exportaciones para el año 2010.

América Latina y los acuerdos regionales

En el desarrollo de la ronda en Hong Kong se ha visto a las grandes economías preocupadas por hacer concesiones y ofrecer paquetes de ayudas, todo en aras de la "liberalización del comercio". Se nota claramente la diferencia en las posiciones negociadores en los diferentes contextos. En el marco de la OMC, Estados Unidos es un interlocutor que cede y ofrece, en tanto que en el contexto regional (ALCA y TLCs) su posición es inflexible y exigente.

Dada esa posición estadounidense, el Alaca no avanzó y la tensión generada en la cumbre de Buenos Aires prácticamente tiene dividido al continente; por un lado a los Estados Unidos y su séquito de países y por otro lado a Brasil y Mercosur (ahora con Venezuela). En materia de TLCs, ya firmado Cafta y con Perú en el bolsillo solo le resta "concretar" a los colombianos y ecuatorianos bajo las condiciones planteadas por el equipo negociador de Estados Unidos, posición que dista mucho de aquella conciliadora que han mostrado en OMC.

Colombia, por su parte, mantiene su posición de vulnerabilidad y dependencia en el sistema internacional. No hace parte del G-20 y en la última reunión de grupo Cairns tampoco tuvo participación. Pareciera que nuestros negociadores y estamentos encargados del comercio y la economía desconocieran las ventajas de una negociación grupal en un marco donde las condiciones de igualdad se ha hecho respetar y en donde "el mundo en desarrollo" se ha pronunciado y más aún ha detenido los avances del "mundo desarrollado".

Esperaremos el resultado de ronda en Hong Kong y confiaremos en que nuestros negociadores del TLC tengan en cuenta las propuestas planteadas en la OMC para así fijar posiciones que nos den ventaja en la negociación bilateral y podamos firmar un tratado que no vulnere la economía colombiana durante los próximos 30 años. 

(*) Consultor Internacional y Docente Universitario